HEBI MUSUME TO HAKUHATSUMA. (NORIAKI YUASA, 1968).

NORIAKI YUASA.

UNA BRUJA EN EL CAMINO DEL KAIJU EIGA.

Hebi musume to hakuhatsuma —más conocida por su nombre anglosajón, The Snake Girl and the Silver-Haired Witch— supuso la incursión de Noriaki Yuasa en el cine de terror, pues tanto en la Serie B como, obviamente, en el cine japonés, ya era un viejo conocido.

The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).

Hagamos un no tan breve recorrido por la historia.

Entre 1964 y 1980, Yuasa —tanto en el cine como en la televisión— se entregó por completo a los monstruos en general y a Gamera en concreto, la criatura con la que la productora Diaei se enfrentó a la todopoderosa Toho, representada por el mítico Godzilla de Ishiro Honda.

En su recorrido por el Kaiju Eiga, Yuasa hizo varios altos en el camino, siendo 1968 el año que vio nacer al más relevante de todos, con una película que bebe a partes iguales del maravilloso e inagotable imaginario del terror japonés y las maneras más desvergonzadas de la Serie B.

La película de Yuasa supuso ante todo un osado e inconsciente reto a los dioses, pues en 1968 los fantasmas eran ya una figura clásica en el cine nipón. Aquel año en que la revuelta y el desafío parecían dominar el mundo, una modesta y no muy bien rematada película se atrevió a introducirse en el templo de los horrores, algo que, teniendo en cuenta la envergadura de sus rivales, era un acto totalmente kamikaze.

Los espectros y el hermoso halo poético que los envuelve, ya eran elementos clásicos elevados a la cima por Ozu, Mizoguchi o Kurosawa. En sus películas —aun no perteneciendo necesariamente al género de terror— los fantasmas aparecen directamente o flotan en el ambiente, aportando a la escena una inquietante sensación de calma.

Esto hace que películas como Primavera tardía, Cuentos de la luna pálida o Trono de sangre, fuesen templos a los que a cualquiera le habría venido grande desafiar. Pero aquello no fue todo, había otros nombres monumentales con títulos específicos en el terreno del terror a los que Yuasa miró directamente a los ojos, uno de ellos contemporáneo, los otros dos, nacidos solo cuatro años antes.

En 1964, Masaki Kobayashi —el autor de la monumental Harakiri, e inspirador de los principales alegatos antibelicistas de occidente— llevó a cabo una maravilla inalcanzable. Kwaidan (también conocida por Kaidan o El más allá) supuso la adaptación al cine de cuatro historias sobre fantasmas extraídas del libro de Lafcadio Helm: Kwaidan: Stories and studies of strange things —del que por cierto, existe una edición en dos volúmenes ilustrada por Benjamin Lacombe— a partir del libro, Kobayashi incurría de lleno en el poderoso universo tenebroso de los espectros orientales, y lo hacía como lo hizo todo, con una maestría y sensibilidad imbatibles.

Por su parte, otra de las bestias nacidas al amparo de la flor de loto, Kaneto Shindô, había jugado su carta el mismo año que Kobayashi, pero en otro terreno. Onibaba fue —además de una película excepcional— una muestra del poder que el diablo puede llegar a desarrollar bajo su forma humana, muestra de la que Yuasa tomó todas las notas posibles para su desafío.

Pero eso no fue todo.

Cuatro años después, Shindō pisó de nuevo el suelo del terror con otra maravilla. Kuroneko —conocida en occidente como El gato negro— recurre de nuevo a utilizar los rasgos humanos en el mundo sobrenatural, y de nuevo (como en toda la filmografía de Shindō), el mundo de los vivos se beneficia de una maravilla ofrecida por el mundo de los muertos.

Teniendo todo esto en cuenta, y sabiendo que el terreno natural de Yuasa eran los monstruos atómicos, el desafío fue totalmente suicida. Kamikaze, sí, pero totalmente sentido y respetuoso.

Hebi musume to hakuhatsuma es una película extraña, demasiado deudora de un guion dócil y «buenista», de la filosofía del«todo vale» propia de los monstruos del Kaiju Eiga, y, obviamente, muy a la sombra de los rivales a los que desafió. Pero es una película muy estimable, con grandes intenciones narrativas y —a pesar de algunas de sus artimañas visuales— dotada con un encanto clásico y una atmósfera muy de agradecer.

HEBI MUSUME TO HAKUHATSUMA. LA CHICA SERPIENTE Y LA BRUJA DEL PELO PLATEADO.

EL PODEROSO INFLUJO DE LA SERIE B ORIENTAL. 

El inicio de la película es una de esas cosas que te hace estremecer ante el placer de la anticipación.

Tras una breve pero concisa secuencia de introducción, como si de un grito de furia oriental se tratase, el título golpea desde la pantalla con su largo, atractivo e imposible nombre, reforzado por la delirante música de Shunsuke Kikuchi, cuyos sonidos te transportan inmediatamente a los días de Ed Wood y los subproductos de la era atómica estadounidense.

Sabes —o te recreas en esa anticipación— que la ausencia de complejos de la Serie B del sol naciente te brindará algo inolvidable. Y así es. Una vez que la chica serpiente te muerde, no podrás olvidarla.

The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).

Los ingredientes de la ponzoña que corre por la venas de la película son extraordinarios, propios de la mejor Serie B, pero con un componente añadido que debería aportar profundidad a la historia, pues el dolor y la tristeza derivados de una dramática situación familiar, y la infancia como refugio y arma contra el mal, dirigen la película hacia los dominios de los maestros orientales y otras obras maestras occidentales donde los niños son atacados por el mal.

Yachie Matsui y Yûko Hamada. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
Yachie Matsui y Yûko Hamada. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).

En ese sentido, el acercamiento de la película a titanes como Jack Clayton y Charles Laughton en The innocents y La noche del cazador respectivamente, supone un intento muy encomiable por dar empaque a la película. Esta proximidad en lo que a la trama se refiere, se aprecia casi desde el inicio.

Sayuri (Yachie Matsui), una niña huérfana que vive acogida por unas monjas es atendida especialmente por la directora del orfanato, la hermana Yamakawa (Kuniko Miyake), y crece al amparo de una suerte de hermanastro mayor (Sei Hiraizumi). Cuando llega a su nuevo hogar, el cálido recibimiento inicial por parte de su madrastra (una excepcional Yûko Hamada), se trasforma en un territorio hostil, debido al terrible secreto que guardan las también magníficas Mayumi Takahashi y Sachiko Meguro en los papeles de las pérfidas «Chica-Serpiente» y su malvada protectora, «La bruja del pelo plateado».

Kuniko Miyake. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
Kuniko Miyake. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).

Así, tenemos dos especies de líneas argumentales, el melodrama familiar y el cuento de fantasmas centrado, en esta ocasión, en la brujería.

The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).

Una vez presentada la situación, los personajes que sostendrán la película se desarrollan en base al guion que parte del cómic de Kazuo Umezu, mostrando mediante los recursos visuales —unos más afortunados que otros— los tormentos a los que tendrá que someterse Sayuri, acosada por su hermanastra y la bruja, tanto en la vida real —donde la película recurre más al melodrama— como en los sueños, un mundo en el que ambas muestran un aspecto siniestro e inquietante, aportando los mejores momentos de la película, pero al mismo tiempo y de forma contradictoria, condenándola mediante recursos demasiado acartonados y, ya en aquella época, anticuados.

The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
Mayumi Takahashi. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
Mayumi Takahashi. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).

Las dos caras de la Serie B se disputan el terreno en la película, pero la clase, el atractivo que pese a todo posee, salen victoriosos.

Hay un elemento extra que aporta fuerza en el tramo final, funcionando a modo de antídoto contra el veneno con el que la «Chica-Serpiente» ataca su propia película. Yuasa guarda un modesto as en la manga —nada que no hayamos visto otras veces en películas muy superiores— pero que funciona perfectamente aquí.

Mayumi Takahashi. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
Mayumi Takahashi. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
Sachiko Meguro. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
Sachiko Meguro. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).

Tras desvelar los secretos de «La bruja del pelo plateado y la Chica-Serpiente,» el guion se aparta durante un breve espacio de tiempo del melodrama en el que parecía haberse encasillado, y se rebela como algo salvaje, rompiendo las pautas que a esas alturas cabría esperar.

Sachiko Meguro y Yachie Matsui . (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
Sachiko Meguro y Yachie Matsui . (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
Mayumi Takahashi. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).
Mayumi Takahashi. (The snake girl and the silver-haired witch. Daiei Eiga. 1968).

El último y desesperado acto de la bruja —ya con su naturaleza humana desvelada— es tan cruel como alejado de las formas.

Cuando lanza su ataque final hacia la niña indefensa que sujeta su vida arrojada al vacío, cuando pisa de esa forma las manos de Sayuri, mientras la pequeña apura sus fuerzas para evitar caer al vacío, la bruja no actúa con vehemencia, no tiene prisa. Pisa las manos de su víctima con crueldad, y Yuasa lo mantiene lo bastante en el tiempo como para dejarnos ver la sangre brotando de las manos de la niña.

El guion nos regala en ese acto final uno de esos momentos aparentemente intrascendentes, pero llenos de lenguaje, tanto como para elevar la película muy por encima del vacío en el que caerá de nuevo, víctima de un epílogo entregado de nuevo al melodrama dócil y encorsetado en unas formas que no hacen justicia a una película que, pese a su propio veneno, deja una marca muy agradable, que bien podría merecer ser imborrable.

Después de todo, aun con sus contras, tiene más a favor que algunas de sus compañeras de género. Es justo reconocer su lugar en el terror oriental y la Serie B en general.

The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).
The snake girl and the silver-haired witch. (Daiei Eiga. 1968).

«La Chica-Serpiente y la bruja del pelo plateado», tiene —empezando por uno de esos títulos que harían enloquecer de emoción a Tarantino— mucho veneno con el que mordernos. Dejemos, pues que haga su magia.

En esta ocasión no he podido encontrar un enlace a la película con una calidad aceptable, lo lamento. A cambio, dejo el tráiler de la maravillosa casa Arrow, que por otra parte, es el jardín de las delicias donde encontrar rarezas.

Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES

Tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=MhfW_5dUqco&ab_channel=ArrowVideo

David Salgado.
©24 sombras por segundo. Noviembre 2021.

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