EL CINE DEL SOL NACIENTE. LOS CUENTOS DE LA LUNA PÁLIDA.
Si en alguna ocasión alguien llegase a preguntarme qué cineasta y en cuál de sus películas hace cine sobre el papel, le respondería al momento y sin dudar: Kenji Mizoguchi y su Cuentos de la luna pálida.
Para ser más exacto, le diría que no hace cine sobre cualquier papel, sus películas quedan impresas sobre pergaminos, los cuales desvelan la historia a medida que se despliegan, y una vez abiertos, toda la película queda expuesta al espectador, quien atrapado por la aparente inmovilidad de lo que ante sus ojos ocurre, ya no puede apartar de su memoria lo que el mago japonés graba en sus retinas.
Así funciona Mizoguchi, al contrario que Kurosawa —el cual consigue un ritmo escénico vertiginoso moviendo a sus actores alrededor de la cámara y no al revés—, Mizoguchi mantiene la tensión mediante planos largos y estáticos (dibujos sobre pergaminos), sin apenas cortes y con escasos y lentos movimientos de cámara.
Tras esta aparente ausencia de montaje técnico, Mizoguchi oculta su genio narrativo, descubriendo al paralizado espectador la inmensa belleza de sus lienzos cinematográficos, descubriendo que lentamente y sin que nadie sepa cómo ha ocurrido, la historia ya ha sido contada.
No hay apenas cortes, pero tampoco hay planos secuencia, hay un pergamino que se despliega ante nuestros ojos. Con eso le basta.
FANTASMAS, MUJERES Y NIEBLA.
En sus Cuentos de la luna pálida, Mizoguchi cede prácticamente toda la interpretación a Machiko Kyo , quien como Wasaka plasma la idea de Mizoguchi de darle rasgos humanos a una máscara del teatro Nô.
Todo esto supone una cima tan inalcanzable y un regalo a la humanidad tan valioso que es imposible ignorarlos.
A lo largo de su película, Mizoguchi traza dos líneas argumentales: la clásica cargada de moral, que nos habla acerca de la codicia y las funestas consecuencias que conlleva el caer en sus brazos, y la que sólo quienes quieran observar en lugar de mirar podrán ver.
La luz de la luna pálida bajo la cual Mizoguchi nos cuenta esta historia nos habla del verdadero eje sobre el que gira el mundo, nos habla de las mujeres, de lo que sostienen, de las injusticias que padecen, de lo estúpido, peligroso e irresponsable que es ignorarlas, y de lo débiles que en realidad son quienes pretenden basar su fortaleza en la anulación femenina.
En este pergamino hecho cine, en medio de la niebla y la quietud siniestra del lago, Mizoguchi hace que tiemblen los cimientos de los dos protagonistas masculinos, y además, los sitúa en la casilla de salida hacia su perdición.
Además de las de sus mujeres, desoyen las advertencias de ese fantasma que gobierna su propia barca con la que atravesar su particular Estigia. En la última frontera, en el punto desde el que ya no habrá retorno, Mizoguchi revela al espectador el verdadero significado de su historia.
No sois superiores, no podréis volver y apartar a las mujeres de vuestro camino es una auténtica estupidez. Tanto si son de carne y hueso como si adoptan la forma de recuerdos de crímenes pasados, los fantasmas que os persiguen nacen de vuestra imprudente vanidad. Esa es la verdadera historia, la que Mizoguchi cuenta con la luz del primer sol naciente, cuando la luna pálida se oculta en las sombras mientras el espectador se rinde ante una de las películas más bonitas de la historia.
Hay tres películas que suponen para mí la belleza en sí misma, en su sentido más puro. Los cuentos de la luna pálida, Las zapatillas rojas y El gabinete del Doctor Caligari.
Poco más puedo decir…
https://www.filmin.es/pelicula/cuentos-de-la-luna-palida
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.