RICHARD FLEISCHER.
EL CINE HETEROGÉNEO.
See No Evil —aquí conocida por Terror ciego— supuso una más de las muestras del genio de Richard Fleischer, un tipo que traspasó las fronteras del espacio, la forma y el tiempo.
Antes de introducirnos de lleno en la película, hagamos un no tan breve recorrido por la senda de este gigante.
Desde el cine negro, hasta las aventuras, el Western, el terror, la Ciencia Ficción, y el suspense, Fleischer sentó cátedra en todos los géneros que abordó.
Pero su omnipresencia no se limita solo a la temática, las fronteras geográficas y temporales tampoco conocen su cine.
Fleischer empezó a rodar cortometrajes y documentales en 1943, algo que continuó haciendo hasta 1948; en 1946 dirigió Child of Divorce, su primer largometraje. En 1947 filmó Banjo, y en 1948 llevó a cabo So this is New York y Bodyguard.
A las puertas de la década en la que el Actor’s Studio llevaría el cine americano nuevamente a la cima, Fleischer empezó una carrera imparable que rompería las límites generacionales, geográficos y temáticos.
Veamos qué quiero decir exactamente con esto.
Americano de nacimiento y enmarcado en la época en la que el cine clásico y su sistema de producción todavía mantenía su fuerza intacta, Fleischer se desentendió en todo momento de aquello que se suponía le correspondía hacer.
Sus películas —incluso los melodramas, las comedias y el cine negro que realizó para la RKO durante los cuarenta y los cincuenta— tienen, a pesar de su naturaleza puramente americana, un marcado halo europeo, concretamente británico, que habría de condicionar todo su filmografía, hasta el punto de rodar algunas de sus mejores películas en suelo inglés.
En lo que respecta la rotura de barreras generacionales, Fleischer forma parte de una especie de pequeño y discreto grupo salvaje de directores que supusieron un puente entre el Hollywood clásico y la revuelta del descontento y la furia. Algo que ocurrió en las décadas de los años sesenta y setenta, respectivamente.
Así, podemos incluir a Fleischer en la nomina de la empresa llevada a cabo por Arthur Penn, Sam Peckinpah, Richard Brooks, John Sturges y muy especialmente Robert Aldrich, con el que tal vez tenga una similitud —especialmente en el tramo final de su carrera— más reconocible.
Vemos pues, a un Fleischer heterogéneo e incontenible ante las fronteras de género, generación y geografía.
Veamos ahora qué se oculta tras su terror ciego.
SEE NO EVIL.
CINE AMERICANO, TERROR CATÓDICO BRITÁNICO.
Si me viese obligado a reducir la película a una frase, diría algo así: La parte por el todo de un Yankee en la corte del rey Arturo.
Desde el primer momento, la narrativa de Fleischer es tan maravillosa como elocuente y marcada por un estilo característico que muestra pequeñas partes del todo, y mezcla rasgos distintivos del cine americano con el aspecto de las series televisivas de terror y misterio que la BBC —y también la televisión americana— realizaban durante los años setenta.
Un misterioso personaje aparece en los primeros compases de la película, solo vemos sus botas y parte de su indumentaria claramente norteamericana —en un símil mucho más que significativo con el camionero de su contemporánea y también televisiva Duel— con el todo oculto, las partes se mueven al ritmo de la música de Elmer Bernstein por una calles sucias, propias del cine americano de aquellos años.
Pero esas calles por las que el cowboy misterioso camina a ritmo de una inquietante versión de la música de West Side History se muestran húmedas por la lluvia y el ambiente tétrico británico. La parte por el todo de un Yankee en la corte del rey Arturo.
Tras la irrupción de los créditos —acertadamente similares a los que vemos en la introducción de Los jóvenes salvajes— los pasos del jinete invisible nos conducen a un hecho aparentemente irrelevante, algo que el espectador conoce pero los personajes ignoran.
Un coche salpica las botas tras pasar por encima de un charco, el misterioso personaje se interpone en el camino del vehículo, y como si de un Macguffin se tratase, el desencadenante de la trama aparece en la película sin que en ese momento nadie —ni los espectadores ni los personajes— se enteren de qué diablos ocurre.
Dicho de otro modo, Hitchcock y toda la narrativa británica invaden la película. A partir de ese momento, Fleischer maneja la situación para brindarnos una maravillosa miscelánea de géneros, épocas y latitudes geográficas bajo su narrativa absolutamente grandiosa.
Sarah (Mia Farrow), es una joven ciega que llega a casa de unos familiares, sus tíos Betty y George, y su hija Sandy (Dorothy Alison, Robin Bailey y Diane Grayson, respectivamente), con los que pasará una temporada. Todo transcurre con una exquisita normalidad y acento británico hasta que Fleischer carga el rifle y dispara su película para volar todo por los aires.
Tras la presentación familiar, la narrativa de See No Evil se convierte en un milagro: secuencias largas en las que Fleischer juega con los planos subjetivos, una masacre que tiene lugar fuera de campo, más allá de los límites impuestos a la cámara, y un tiempo dilatado durante el cual Mia Farrow duerme hasta el día siguiente, se levanta, prepara el desayuno, llena la bañera y se entrega a la rutina entre los cadáveres de su familia que tanto ella como la cámara sortean con una coreografía tétrica y precisa.
La tensión retiene la atención y paraliza el tiempo mientras Fleischer sigue su juego basado en planos detalle, escorzos, cosas que ocurren fuera de plano… restos de la invasión al hogar esparcidos por todas partes que Farrow sigue esquivando en su danza macabra particular mientras el asesino regresa para eliminar las pruebas.
Todo sumido en un silencio atronador mediante el que Fleischer renuncia a cualquier tipo de artificio, solo que —tal y como hacía Hitchcock— nos da ventaja sobre los personajes; como espectadores vamos descubriendo poco a poco el caso, siempre un paso por delante de los muertos y la oscuridad en que habita la superviviente.
Con el grueso de la película desplegado, Fleischer avanza hacia una especie de segundo acto en campo abierto, en el que pasamos de la Home Invasion al Survival en la naturaleza —que incluye un estupendo guiño a los páramos y los gitanos del universo británico del hombre lobo— donde Mia Farrow (sinceramente creo que aquí está mejor que nunca) rinde plenamente en su salida a la oscuridad que se extiende bajo la luz de un sol invisible.
El resto es un desarrollo del resto de la trama y un cierre lógico por parte de Fleischer que pueden generar más o menos interés, eso no tiene mucha importancia. Lo que importa realmente es lo que no vemos hasta que el genio de Fleischer nos lo revela.
See No Evil nos arroja a una maravillosa oscuridad.
https://www.filmin.es/pelicula/terror-ciego
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Enero de 2022.