THE TAKESHI KITANO EIGA.
Zatoichi no era ni mucho menos un nombre desconocido —ni en Japón ni el resto del mundo— cuando cayó en manos de Takeshi Kitano.
Surgido de las páginas del novelista Kan Shimozawa, Zatoichi cuenta la historia de un viejo ciego que viaja por el Japón del período Edo, ejerciendo como masajista y profesor de esgrima. En su juventud, el viejo maestro perteneció a la Yakuza, por lo que su cabeza fue puesta a precio y sus viajes tienen como propósito expiar sus acciones del pasado, ayudando a personas necesitadas y víctimas de los tiranos.
Así, Zatiochi adapta la figura del samurái a las formas del cine de aventuras y el Western, donde el héroe o el jinete solitario hacen justicia en nombre de los débiles, arquetipos de un cine tan deudor del género oriental.
Esta especial condición cinematográfica propició el lanzamiento por parte de Daiei Studios de una serie de películas producidas entre 1962 y 1989, y una serie de televisión entre 1974 y 1979, con el Samurái como protagonista en un total de 26 ocasiones, siempre interpretado por Shintaro Katsu, quien también asumió la dirección y producción de algunas de las películas y 22 episodios de la serie.
Así, convertido en un mito, llegó el ciego y anciano Samurái a manos de clasicismo renovador de Takeshi Kitano, marcando un nuevo paso en el género Chanbara y todos los caminos del cine que ha recorrido y reinventado Kitano por derecho y talento propios.
Zatoichi mantiene y ensalza la estética y narrativa del cine japonés clásico, el de los grandes maestros —Kurosawa, Mizoguchi, Naruse, Ozu…— y aporta nuevas ideas a las ya de por sí revolucionarias visiones de Shindô, Mashumura, Suzuki, Kobayashi… añadiendo al dramatismo hierático Samurái un negro sentido del humor y un colorido ambiente musical con el que rompe todos los moldes.
ZATOICHI. EL RONIN RUBIO & LAS GEISHAS SORPRESA.
Todos los personajes de Zatoichi responden a un perfil clásico, y todos rompen radicalmente con la tradición en cuanto la película comienza su desarrollo.
Kitano brinda al público una película de constantes contrastes.
El viejo Samurái Zatoichi —interpretado magistralmente por el propio Kitano— deambula por el país en época de paz ofreciendo su espada al señor que pueda necesitarla, una figura recurrente en el cine de la flor de loto. El que ese guerrero a la deriva sea ciego, masajista y un jugador que utiliza su oído para ganar todas las partidas, es una novedad de Kitano.
Dos geishas, Seitaro Osei Naruto y Okino Naruto (Daigorô Tachibana y Yûko Daike), maltratadas, atormentadas por su pasado y obsesionadas con su futura venganza, responden también a la figura clásica femenina que sufre el ataque de los hombres y alcanza la venganza en vida, o como espectros más allá de la muerte.
El que una de las dos sea realmente un hombre (Seitaro), es una novedad de Kitano que detona y vuela por los aires la cinematografía Samurái.
Dos geishas mimetizadas con una ambientación y vestuario magníficos, hermosos y precisos, se mueven como fantasmas vivos llevando a cabo su venganza con la violencia elegante y salvaje propia de la tradición y la mejor vanguardia. La fascinación que no parecía tener límite ha hecho suyo al espectador, la sugerente irreverencia de Kitano plasmada en el rostro de Seitaro confirma lo evidente.
El humor será parte de esta historia de noble venganza. Así, el concepto «The Kateshi Kitano Eiga» se abre camino como un guerrero invencible, irreverente e incontenible.
Mientras todo esto ocurre y las geishas unen sus fuerzas a las de Zatoichi, la banda de yakuzas locales del señor Ginzo (Ittoku Kishibe) domina la zona, pero enterado de la presencia del Samurái ciego, Ginzo contrata los servicios de otro guerrero, Hattori (Tadanobu Asano) para acabar con él.
La tensión aumenta a medida que las geishas mantienen su infructuosa búsqueda del asesino de sus padres —del que solo saben un nombre, Kuchinawa—, los combates siguen la línea de violencia específica y espectacular de Kitano, adornadas con un montaje y coreografías excelentes.
Por su parte, la comedia entra y sale de la trama, recordando ligeramente el Slasptick y preparando aun sin saberlo al espectador para la munición final con la que Kitano abrirá fuego contra cualquier intento por mantener la tradición.
Las geishas revelan su identidad masculina y femenina, Zatiochi las acompaña en su viaje vengador, y en un maravilloso, violento, dramático y aparente acto final, hace justicia a la orilla del mar, como los antiguos y nobles guerreros Samuráis. Como un Ronin rubio, anciano y ciego que da masajes y juega empedernidamente.
Pero eso no es todo.
Kitano guarda bajo la espada del Samurái Zatoichi una última carta con la que romper las normas.
En el acto final, con la justicia y la venganza cumplidas, la coreografía de la lucha desaparece, las katanas, los gritos de furia y la sangre y el velo pálido de la tragedia dan paso a los bailes, la música, los colores y las voces de todos los protagonistas de la película salen a escena en un número sorprendente y sin precedentes en el género número musical.
Kitano hace suyas las normas para volarlas por los aires, por unos nuevos aires que hacen de una película magnífica, una increíble sorpresa.
Kitano merece con todos los honores su propia vertiente.
The Takeshi Kitano Eiga debería ser un hecho, como lo es la grandeza de su exclusiva película de Samuráis.
https://www.primevideo.com/detail/Zatoichi/0OJX04R4Z9EIS6WXJM2OPAFFFR
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Enero de 2022.