ITALOAMÉRICA, POR LINA WERTMÜLLER.
La viuda indomable no fue el título que Lina Wertmüller puso a su revisión del mundo italoamericano de principios del siglo XX, tampoco llamó a su película por el nombre con el que se conoce en América: Blood Feud.
El título original de su película es tan extenso como amplios son los géneros y lecturas que abarca: «Fatto di sangue fra due uomini per causa di una vedova. Si sospettano moventi politici».
Así de explícita y prolongada fue la declaración de intenciones de Wertmüller sobre su película.
Desde el título mismo hasta el último aliento de sus protagonistas, la historia recorre varios y perfectamente delimitados caminos en forma de géneros y referencias cinematográficas:
Gángsters mafiosos en la Sicilia de principios de siglo que nos meten de lleno en El padrino y su universo vengativo y criminal, una tragedia pasional que reviste la trama de dramatismo, y una venganza escrita en el viento del magnífico guion de Wertmüller y plasmada en la fotografía y montaje de Tonino Delli Colli y Franco Fraticelli respectivamente, que, sumada a las excelentes dirección de personajes e interpretaciones del cuarteto protagonista, sumergen la película en el Western y la radiografía americana de Sergio Leone.
Así, Wertmüller expande un drama propio del lirismo italiano, convirtiéndolo en una visceral miscelánea que conecta los dos mundos: el original siciliano y el americano en el que El padrino y el western se desarrollaron.
Mediante una crónica narrada a través de sus personajes, Lina Wertmüller se sirve de la trama para mostrar con sutil claridad la situación de la emigración italiana hacia Norteamérica, los sueños perdidos de los viajeros en una tierra que nunca cumplió sus promesas.
El nacimiento de una segunda nación llamada Italoamérica.
Pero eso no es todo, Wertmüller dispara el tiro a bocajarro que supone la película con su mejor y más habitual arma: la mujer como elemento poderoso, como la figura espectral de la venganza.
LA VIUDA INDOMABLE.
DUELO DE LLANTO, DUELO DE FURIA Y DUELO AL SOL DE SICILIA.
La película comienza sin tregua por parte de Wertmüller. Fuego letal y pasional se abrazan en la secuencia de introducción, en la que la vendetta propia de los padrinos de Coppola irrumpe sin piedad. Y lo hace uniendo los dos extremos: un asunto italiano hablado en inglés.
«Sicilia, 1920». Esa es toda la información que Wertmüller concede, justo a continuación, la luz envuelve una figura, una violenta aparición que irrumpe en la oscuridad de un hogar. Una voz poderosa reclama aquel a quien ha venido a buscar: «Angeluzzo Paterno, sal de la cama», exclama la muerte. Él responde con una pregunta: «¿Quién eres?», la muerte habla: «Vito Acicatena, para ti».
La figura abre fuego con una violencia seca, sucia y pasional propia de Peckinpah o los ya mencionados padrinos, y la muerte se apodera de la escena. Una mujer asiste a la muerte del hombre, y corre tras la muerte para vengarse, pero el nacimiento de su hijo se produce en ese momento. La figura huye, pero la muerte permanece en los ojos, el cuerpo y la memoria de la mujer.
Sin más información acerca de los protagonistas de la trágica presentación, Wertmüller da paso a unos escuetos y documentalistas títulos de crédito que muestran el paisaje siciliano.
Tres nombres monumentales aparecen en pantalla: Sophia Loren, Marcello Mastroianni y Giancarlo Giannni, después aparece el título en inglés de la película, «Blood Feud», y a continuación, el personaje que introdujo la muerte desvela su identidad: Acicatena, interpretado por Turi Ferro.
Apenas han transcurrido dos minutos de película, y ya podemos estar seguros de enfrentarnos a un prodigio. Wertmüller es una cineasta descomunal.
Los créditos terminan, y tras el breve recorrido de la cámara por el apacible paisaje siciliano, un espectro oscuro, una sombra mecida por el viento camina bajo el sol, y envuelta en el polvo del camino, reclama justicia con una voz triste, profunda y trágica.
Mitad fantasma, mitad humana, como un pistolero que protagonizase una ópera imposible desarrollada entre Grecia y el salvaje oeste, Sophia Loren revela su identidad como Titina Paterno, la viuda indomable e implacable que va en busca de justicia por su marido Angelo.
El viento alza su ropa en vuelo, negra y espesa como la de un ángel exterminador, y su voz de duelo envuelta en arena que parece niebla, grita su duelo de llanto, acusa el silencio cobarde y cómplice del pueblo fantasma con su voz de duelo de furia, y reta gritando el nombre de Vito Acicatena a un duelo al sol de Sicilia.
Wertmüller muestra la figura y el rostro dotado con una fuerza mitológica de Sophia Loren, quien con su mirada somete al espectador y provoca el miedo -más por rechazo ante la locura de la que la acusan y compadecen que por temor real- en el pueblo, que la trata con una mezcla de condescendencia, burla y compasión.
Pero como la muerte y la venganza que la poseen, la viuda indomable no cede ante las emociones y reacciones humanas. Acicatena le arrebató a su familia -pues la muerte también se llevó a su hijo nacido aquel fatídico día- pero no la pasión, la determinación ni la inteligencia con la que manejará las otras dos piezas claves que Wertmüller pone en juego: los personajes masculinos que por deseo y amor someterán su destino a la viuda.
Hay tres roles masculinos, sociales y políticos con los que Wertmüller juega en la película, dos bajo un retrato fidedigno y un tercero bajo una ligera concesión a la caricatura y la comedia.
Vito Acicatena retrata en la piel de Turi Ferro al mafioso clásico: fascista, violento, cruel y con las aspiraciones propias de un cacique y un terrateniente.
Giancarlo Giannini da vida a Nicola Sanmichele «Nick», un perfecto retrato del viajero entre Italia y Estados Unidos que regresa a su tierra de origen para vender a sus paisanos el éxito que les aguarda en la tierra de las oportunidades, aunque sabe perfectamente —tal y como reconocerá hacia el final de la película— que las oportunidades solo están al alcance de aquellos que puedan comprarlas.
La verdad acerca de ese personaje, más allá de la adquirida imagen de tipo culto y educado, se aproxima más al machismo y la ignorancia violenta que a todo lo que su renovada imagen de triunfador pretende representar. Sin embargo, sí desarrolla ciertos sentimientos honestos hacia sus compañeros en esta aventura.
La tercera pieza del tríptico vengativo recae sobre los hombros de Marcello Mastroianni, quien se distancia del tono de la película para —en una alianza magnífica con Wertmüller— perfilar la caricatura del socialista plenamente comprometido con la igualdad, la justicia y la dignidad del obrero.
Rosario Maria Spallone tiene aspecto de pensador soviético dispuesto a liderar una revuelta obrera, es delicado y de verbo sensible. Cuenta con cierta capacidad para la poesía y —a pesar de la forma cómica que Mastroianni aporta al personaje— tiene un fondo honesto y comprometido, aunque comparte con su colega retornado de América una buena trinchera económica desde la que disparar sus pasionales y elocuentes balas.
Ambos caen en manos de la viuda, pero aunque la muerte tenga capacidad de amar, el espíritu indomable de la venganza que la posee no se dejará atrapar. Acicatena es su destino, Sanmichele y Spallone medios para alcanzar el fin.
Aunque se establezca un fuerte vínculo entre los tres, que oscila entre la atracción, el amor y el odio, la muerte es el fin de la viuda. Y la muerte —como ella— es indomable.
Wertmüller, Loren, Giannini y Mastroianni recorren el camino hacia el único fin —el de Acicatena— con el mejor fondo y formas imaginables.
La viuda indomable es una película maravillosa, digna de su autora.
https://www.filmin.es/pelicula/la-viuda-indomable
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo de 2022.