MICK JACKSON.
EL HOMBRE CATÓDICO.
Threads es un oasis invertido en la filmografía casi exclusivamente televisiva de Mick Jackson. El cine británico es, junto al norteamericano, el mayor benefactor de las Tv Movies que tantas alegrías han dado al mundo del cine.
Digo que esta película es un oasis invertido en el camino de Jackson por dos motivos; porque pese a su naturaleza y aspecto absolutamente televisivos, Threads es una de esas alegrías que la televisión ha regalado al cine, y porque esta TV Movie es infinitamente mejor en todos sus aspectos que las incursiones de su autor en el terreno estrictamente cinematográfico.
Mick Jackson tiene un largo recorrido en la televisión, entre 1973 y 2016 firmó treinta y seis producciones entre las que solo ocho se salen del perímetro televisivo, el resto se ciñe al molde de la pequeña pantalla. Esto ha hecho de Jackson un tipo entregado a la reina de la televisión, el hombre catódico al servicio de su entretenida majestad.
A pesar de su prolífica filmografía y su fría eficacia como realizador, la producción de Jackson tiene poco que destacar, por eso precisamente, Threads es una maravillosa excepción, un extraño oasis invertido que alimenta la narrativa de la película en base a la destrucción y la muerte.
THREADS. THE AFTERMATH.
Es cierto que la película filmada por Jackson, escrita por Barry Hines y fotografiada por Andrew Dunn y Paul Morris muestra en su fatídico y sorprendente segundo acto una serie de imágenes grotescas que ningún espectador enfrentando a esta desolación salvaje logrará olvidar jamás. Aquel que cae en los hilos tejidos en esta película, nunca se librará de lo que muestra.
Eso es cierto. También lo es que Threads es la solitaria reina envuelta en un halo gris, áspero y nocivo en lo que a riesgos nucleares y posibles consecuencias bélicas se refiere dentro de la cinematografía de los años ochenta. En ese sentido, Threads reina en soledad.
Pero no es cierto que haya recorrido ese desolador camino completamente sola. Ceñida al aspecto nuclear, Threads bebe de fuentes pasadas —dentro del aspecto documental tan afín al cine británico— como la obra maestra de Peter Watkins, The War Game (1966), que auspicia en forma de documental las consecuencias de un hipotético ataque nuclear sobre Inglaterra, y entronca con obras contemporáneas como las magníficas The After Day (Nicholas Meyer, 1983), When The Wind Blows (Jimmy T. Murakami, 1986), Testament (Lynne Littman, 1983) y Countdown to Looking Glass (Fred Barzyk, 1984).
Es obvio que la espada de Damocles en forma de espectro invocado por los juegos de guerra durante los años ochenta tuvo su repercusión cinematográfica, especialmente en el aspecto y ámbito televisivos, pero a pesar de que todas aquellas visiones en la ficción tenían una dosis considerable de cruenta realidad, Threads se desmarca en cuanto al calado que sus grotescos muertos vivientes dejan en la memoria del espectador que —engañado por el primer acto de la película— se adentre en este británico viaje de regreso televisivo a la edad de piedra alzada sobre los escombros de la modernidad.
El primer tramo de este camino a la destrucción y un nuevo origen de la especie, es, efectivamente, una irónica ilusión.
Con un marcado aspecto documental, gris, plomizo y deprimente que se asemeja al cine realista de Ken Loach, Jackson elabora un retrato de la ciudad de Sheffield, en la que sus habitantes parecen vivir bajo un letargo que los adormece con una serie de noticias recurrentes acerca de un conflicto entre Estados Unidos y Rusia desarrollado en Irán. La información es confusa, convirtiendo la realidad costumbrista de Jackson en unan extraña forma de ficción.
Pero de pronto, cuando la película ha recorrido unos cuarenta minutos de ficción documental, la realidad estalla en forma de bomba nuclear y todos los factores se invierten; la calma tediosa y ficcionada se convierte en caos y realidad frenética. La amenaza se ha transformado en un hecho y el falso documental televisivo da paso al ritmo vertiginoso que actuará durante un breve intervalo como emisario del terror denso y de aspecto áspero y enfermizo que hará del documentalismo de Threads la más real e inolvidable de la las ficciones.
Tras el caos, como la promesa de algún ente exterminador, llega la calma y la maldición de un nuevo comienzo. La película se apodera del antiguo documental, y su aspecto gris se muestra ahora como un aliento letal y tangible que reposa sobre las ruinas y los seres vivos que, una vez todo se ha perdido, vagan como espectros deformes, ensangrentados y pálidos, fijando sus miradas grises y sin brillo en la cámara de Jackson, que ahora se desliza lentamente ante el nuevo mundo, mostrando a través de la televisión a los protagonistas de su obra cumbre, de su película definitiva.
Threads recorre su último acto como un testigo invisible del horror; en este tramo el espectador se ve acorralado por los nuevos muertos vivientes en una repentina era primitiva en la que la vida ya no supone una garantía de absolutamente nada.
En cierto sentido, la expresión facial de los habitantes de este nuevo mundo y sus desolados paisajes sepultados bajo la muerte, recuerda a la obra maestra del desasosiego, Ven y mira (Elem Klímov, 1985). De hecho, esa bien podría ser la premisa de la película, de este «The Aftermath» televisivo, cinematográfico y británico hasta la médula que se te hiela cuando, efectivamente, vienes y miras este pausado y tétrico retorno al pasado.
Threads es una película tan condenada al olvido, como magnífica e imposible de olvidar tras venir y mirar.
The Aftermath…
https://m.ok.ru/video/3211392715431
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Mayo 2023.