LINDSEY C. VICKERS.
ONE SHORT, ONE MAN, ONE FILM.
The Appointment es el único largometraje de Lindsey C. Vickers, un tipo absolutamente británico que dirigió un cortometraje (The Lake, 1978), formó parte del equipo en trece películas, y creó este film excepcional.
La relación de Vickers con el cine se basa por una parte en la escasa cantidad de producciones a su nombre, y la injusta ausencia de su identidad en los créditos de la mayor parte de las películas en las que trabajó; y por otra parte, se basa en su talento y su visión única de terrenos inexplorados. The Lake, su ópera prima en forma de cortometraje, es una pieza digna de las mejores atenciones.
The Appointment, su incursión en el terreno del largometraje, es una obra maestra única y maldita en todos los sentidos.
THE APPOINTMENT.
EL FACTOR INVISIBLE.
No hay absolutamente nada que podamos ver, intuir o tocar en los primeros compases de la historia que nos prepare para el golpe de efecto con el que Vickers nos atrapará para siempre en el extraño e imposible interior de su película.
Desde el interior del bosque, tras el sonido del viento y el graznido de un cuervo, la voz lejana y rutinaria de un narrador invisible en forma de agente de policía informa de la desaparición —tres años antes del tiempo en el que se desarrollará la trama— de Sandy Fremont (Auriol Goldingham), al mismo tiempo que Vickers muestra los hechos narrados por el agente.
Sandy es —según la descripción policial— una estudiante especialmente dotada para el violín que lleva una vida tranquila acorde al perfil tradicional de las familias británicas con cierto nivel adquisitivo. Para regresar a su casa desde la escuela, Sandy acostumbra a utilizar un atajo que atraviesa un bosque.
Cuando Sandy se acerca al atajo, Vickers cambia el tono, y mediante la música nos pone en guardia ante algo que no podemos ver…
La voz del narrador continúa con su informe mientras Sandy se adentra en un camino cercado a ambos lados por el bosque, de cuyo interior invisible surgen unas risas infantiles seguidas de la voz de una mujer que tampoco podemos ver. Esa voz la llama, pero ella tampoco puede ver quién o qué pronuncia su nombre…
La estudiante se inquieta, y Vickers traslada esa inquietud al espectador mediante una ambientación magnífica y un dominio excepcional de la tensión y el ambiente.
Un Travelling lateral muestra la visión subjetiva de algo que ruge desde el interior del bosque, que, viendo sin ser visto, sigue a Sandy en su camino. La voz regresa, fundiéndose en un inquietante abrazo con las risas, los efectos de sonido y el crescendo musical que contrasta con el paso de Sandy, detenida en medio de la nada.
De pronto, la estudiante es succionada violentamente por una fuerza invisible que ruge como aquello que la siguió por el mismo bosque al que ahora pertenece. Después, Vickers dirige la cámara hacia los restos de su violín, que se comprimen y retuercen en una especie de mueca grotesca.
Todo esto ocurre en poco más de tres minutos de metraje en los que Vickers introduce un misterio irresoluble e inexplicable que envuelve a un personaje que no regresará a la película en ningún momento.
O tal vez sí, ¿quién sabe lo que se oculta tras el factor invisible?
«Tres años después», dice un texto en el siguiente plano, y otra voz invisible da indicaciones a un grupo de chicas para comenzar a interpretar una pieza musical desde el principio. Justo a continuación, la narrativa y maravillosa música de Trevor Jones resurge para afianzarse como uno de los personajes principales en lo que resta de película. Con todo lo que hemos visto, aun no hemos visto nada.
El factor invisible…
Tras los créditos iniciales y un recorrido de la cámara por el interior de una escuela, la voz del narrador regresa, acompañando la salida del aula de una serie de alumnas de música. La voz informa en esta ocasión acerca del secuestro y la más que probable muerte de Sandy, de la instalación de una valla metálica que impide la utilización del antiguo atajo, y de los rumores delirantes que se han extendido sobre el secuestro, que no descartan la intervención de fuerzas alienígenas o ritos relacionados con la brujería.
Después, cuando la película no ha recorrido ni sus diez primeros minutos, Sandy desaparece completamente de la trama y Vickers inicia un breve tramo costumbrista del que se servirá para presentar a los nuevos personajes. Sin embargo, cualquier parecido con algo que hayamos visto antes es aquí un mero engaño.
Vickers cierra momentáneamente la puerta a ese factor invisible y pone en juego una serie de escenas en las que vemos como los miembros de otra familia británica se enfrentan a un —a priori— insignificante problema familiar. Ian (Edward Woodward) deja su automóvil para reparar en un taller en el que le dejan otro coche con el que pueda realizar un importante viaje de negocios al día siguiente, día en el que su hija Joanne (Samantha Weysom) actuará tocando el violín en un concierto escolar al que espera que su padre asista.
Mientras Ian deja el coche en el taller y habla con su propietario acerca del problema que le supondrá perderse el concierto de su hija, ésta se acerca antes de volver a casa a la valla que impide recorrer el atajo en el que Sandy desapareció. Tras la valla hay alguien que escucha las palabras de Joanne.
Alguien, o algo…
El factor invisible vuelve brevemente a escena antes de desparecer en favor del costumbrismo. Al volver a casa, Ian habla con su esposa Dianna (Jane Merrow), avanzándole el problema que provocará su ausencia en el concierto del día siguiente.
Es aquí, en lo que en teoría no sería más que una conversación a modo de relleno durante la parte más anodina de la película, cuando Vickers comienza a reavivar de forma sutil el fuego, pues en la conversación de la pareja acerca del comportamiento de su hija hay algo que no se pronuncia ni se deja ver, un nuevo factor invisible que solo sugiere su presencia, pero que revela que hay algo en esa familia que altera el orden establecido de las cosas.
Joanne vuelve a casa, y las previsiones de Ian acerca de su reacción ante la noticia no solo se cumplen, sino que Vickers aprovecha la ocasión para abandonar el breve tramo costumbrista y sumir la película en el tercero de sus cuatro actos.
La reacción inicial de Joanne pasa de lo previsible y asumible con resignación por parte de los adultos, a una tensión creciente que deriva en una extraño ambiente en el que flota una insana seducción por parte de la hija hacia el padre, una tácita sugerencia de incesto que flota como algo denso e invisible en el mal ambiente generado por la discusión ante la futura ausencia paterna. Estos extraños fenómenos familiares conducen la historia hacia la noche.
Allí, al abrigo de la oscuridad bajo el influjo de una realidad existente más allá de nuestras fronteras conocidas, Vickers retoma la razón de ser de la película y acelera reduciendo la velocidad al mínimo. Todo parece detenerse, la oscuridad y sus secretos parecen adquirir una dimensión física, un calor envuelto en la luz azulada de la noche dota a la película de un ritmo denso, casi pegajoso, casi palpable…
La noche transcurre como un viaje a bordo de los sueños, todos los miembros de la familia son visitados por extrañas visiones en las que el padre acude a modo de íncubo a la llamada de su hija, que ocupa ahora el lugar de su madre. Visiones que tornan el descanso en un lugar desconocido cercado por tres perros (supongo que no por casualidad, muy parecidos al guardián del diablo que utilizó Richard Donner en The Omen), y fuerza a los protagonistas a un viaje perturbador, lleno de deseos imposibles y augurios de muerte en las más extrañas circunstancias.
De alguna forma, Sandy parece haber vuelto, pero nadie la ha visto. El factor invisible…
La noche llega a su fin, pero ningún miembro de la familia logra olvidar lo ocurrido en esa realidad invisible. Joanne actuará sin la presencia de su padre, Ian emprenderá la marcha hacia su compromiso laboral y Dianna asistirá sin estar presente a la materialización de los presagios nocturnos que conducirán a su esposo hacia una extraña fatalidad a manos del factor invisible…
En el cuarto y último acto, Vickers prende fuego a toda lógica sin piedad. Los augurios nocturnos se convierten en hechos diurnos, y la densa inquietud del acto anterior se convierte ahora en una inexplicable Road Movie a plena luz del día que muestra como los presagios y extrañas visiones nocturnas se hacen realidad. Pétalos de una flor viva que caen antes de tiempo en la casa familiar, un camión con tres perros pintados que acompaña a Ian en su viaje, un intercambio de averías fatales entre el coche que dejó en el taller y el que ahora conduce, haciendo de ambos automóviles máquinas asesinas…
Una sensación de inquietud creciente y palpable se apodera de nuevo de la película. Una última llamada telefónica de Ian a su familia en la que Dianna se inquieta ante el factor invisible, la locura desatada en un accidente de tráfico imposible con el que posiblemente sea el mejor y más arriesgado y delirante montaje en lo que a accidentes automovilísticos respecta, y los sueños, prisioneros fugados que ahora corren libres en la realidad, materializando la pesadilla.
La inversión del mundo onírico y la realidad se completa, los augurios nocturnos se desvanecen en favor de los hechos, Ian finaliza su viaje, las risas ocultas en el bosque vencen el tiempo y el espacio y aparecen de nuevo, Dianna abandona la escena, y Joanne vuelve a esa verja construida a modo de barrera entre la vida tangible y la oscuridad. Allí, en esa última frontera, habla con los tres perros guardianes del bosque, tal vez habla con la oscuridad que se llevó a Sandy, tal vez habla con ella, tal vez Joanne sea la propia Sandy que habita como un sueño fugitivo un nuevo cuerpo real.
Tal vez… ¿Quién sabe lo que se oculta tras el factor invisible?
The Appointment es un enigma y una obra maestra irrepetible.
https://ok.ru/video/2047235525300
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Abril 2023.
Excelente análisis de esta gran película. Muchas gracias por tu trabajo.
Muchas gracias a ti por tu comentario.
Saludos!!!
O sea, ¿tú crees que Joanne se venga de su padre a través del poder maléfico que atrapó a Sandy, porque no va a asistir a su concierto? ¿Y es la que llama a los perros para que organicen el accidente de coche?
¿Crees que cuando el padre está a punto de entrar en la habitación de Joanne es para repetir un comportamiento incestuoso? Y si es así, ¿Joanne lo desea o lo teme?
Buenos días, Julio. Muchas gracias por tu comentario.
Sí, yo creo que Vickers concentra los elementos fantásticos de la película en la relación familiar, especialmente en las frustraciones y confusiones adolescentes que surgen entre Joanne y su padre. Creo que ambos (incluso los tres), desean y temen lo que ocurre a partes iguales. Es algo parecido al poder del conflicto infantil y adolescente que una vez expuesto y desatado, cristaliza y explosiona en un poder terrible, como en The Innocents, El pueblo de los malditos, El exorcista o ¿Quién puede matar a un niño?.
Quisiera saber el nombre de la melodía de violín que se escucha en casi todo el film, por favor lo agradecería mucho.
Hola, Bárbara.
Muchas gracias por tu comentario. No sé cómo se llama la pieza en concreto, la música de la película es una obra íntegra de Trevor Jones.
Te dejo un enlace a un canal de Youtube en el que puedes encontrar algunas de sus composiciones para el cine, incluida la que realizó para esta película: https://www.youtube.com/playlist?list=PLs3T-t417YhTfj0zln0jB9sbPzwAI3aTL
Lamento no poder responderte con más exactitud.
Saludos.