EL VIYI. (G. KROPACHYPOV, K. YERSSHOV, 1967).

TERROR AL ESTE DEL EDÉN.

En 1967, los soviéticos Georgi Kropachyov y Konstantin Yershov demostraron con su película El Viyi algo indiscutible: cree el anglosajón que todos son de su condición, demostrar que eso no es así, es hoy nuestra intención, y para hacerlo, he aquí una no tan breve introducción.

El Viyi. (Mosfilm, 1967).
El Viyi. (Mosfilm, 1967).

Si trazásemos una línea para establecer las fronteras culturales en general y cinematográficas en concreto, las miradas a nivel masivo se dirigirán al oeste de Europa y su extensión, su franquicia más rentable: Estados unidos.

Ese territorio es accesible y adaptable a todo el mundo, sus grandezas y mediocridades se mimetizan con los rasgos y las diversas idiosincrasias de un mundo adaptado a las necesidades de la expresión artística como negocio. Así, todas sus obras son —independientemente del grado de dificultad que exijan del público— de un acceso relativamente sencillo.

Pero tras esa línea, al este del Edén, se encuentran los pilares de la existencia. Lugares tan lejanos que solamente unos pocos han alcanzado y puesto al servicio de una humanidad que, se dé cuenta o no, se lo debe todo. Dejando Japón a un lado por ser un planeta extraterrestre anclado a la tierra, centrémonos en la madre de la criatura: Rusia.

Más allá de las fronteras de la cultura universal, existe un lugar extraño, hostil, solitario, inaccesible, fuerte, independiente y rebelde. Un lugar físicamente inconquistable, en el que, al abrigo de un invierno que no cesa, sus habitantes tienen un don común: la sensibilidad, la visión poética y artística de todo aquello que hacen.

Desde el labriego que ama y siembra vida en la tierra hasta el ingeniero que sueña con alcanzar las estrellas, del soldado que entona su balada y las violinistas que hacen llorar la madera, todas esas criaturas soviéticas forman la unión realmente importante. Pero todas las cimas son de difícil acceso, todas requieren de un esfuerzo extraordinario por parte de quienes pretendan beneficiarse de aquello que ofrecen.

Los autores universales, incluso los más inaccesibles, universales y accesibles son, pero en la cima de la sensibilidad, la dificultad y la recompensa, una vez alcanzada esa cima, se multiplican exponencialmente.

Shakespeare es enorme y a un tiempo, en mayor o menor grado, accesible, el cine europeo y americano, también. Pero Dostyevsvki, Tolstói, Pushkin, Chéjov, Gogól, Marina Tsvetáyeva, Helena Blavatsky, Olga Preobrazhenskaya, Eisenstein, Tarkovski, Sokúrov, Vértov, Protazánov y un enorme etc. sostienen un mundo que no siempre está dispuesto a realizar el esfuerzo que supone comprenderlos.
Todo esto no excluye al cine de terror, ni a la Serie B, por eso hoy hemos cruzado esa línea.

EL VIYI.

GOGÓL AL PIE DE LA LETRA RUSA.

De la mano de Nikolái Gogól, Mario Bava demostró enmascarando al demonio que la Serie B y el terror van mucho más allá de las fronteras anglosajonas. Sin embargo, llegar al corazón de un universo tan particular como el soviético, sólo es posible por parte de sus camaradas, Bava realizó con La máscara del demonio una película enorme, irrepetible e inalcanzable, pero aún poniendo todo su empeño en rebelarse contra el imperio, se quedó muy lejos de la idiosincrasia soviética.

En 1967, tras la conquista universal de la Hammer y Corman e incluso aunque todavía habrían de llegar el auge del Giallo italiano y su enésima copia rentabilizada por parte de los yankees: el slasher, lo cierto es que la Serie B empezaba a decaer.

Pero más allá de la línea general la madre Rusia presentaría a su primogénito particular en este campo.

Leonid Kuravlyov. (El Viyi. Mosfilm. 1967.)
Leonid Kuravlyov. (El Viyi. Mosfilm. 1967).

Gogól escribió El Viy basándose en la mitología universal y el carácter y la idiosincrasia soviéticas en concreto, y algo más de un siglo después, fieles a sí mismos y al espíritu de la Serie B, sin medios y con una sensibilidad infinita, Konstantin Ershov, Georgiy Kropachyov, y por encima de todo y aunque no se le acredite como director, Aleksandr Ptushko (ese mago visual al que debemos realmente la película, esa especie de Ray Harryhausen soviético), introdujeron a la humanidad en el corazón soviético, y lo hicieron por la puerta de atrás, por la cara B.

El Viyi. (Mosfilm. 1967.)
El Viyi. (Mosfilm. 1967).
El Viyi. (Mosfilm. 1967.)
El Viyi. (Mosfilm. 1967).

Como buenos camaradas, fueron absolutamente fieles a la letra de Gogól y su satírica intención, a su propia naturaleza y a la estética cromática y ambiental de la cima cinematográfica soviética, por eso, en la secuencia que hoy señalo —dejo un enlace a pie de texto— las sombras, los fantasmas que deambulan por esas sombras y la hermosa interpretación de Natalya Varley se muestran al espectador iluminadas según los cánones de Eisenstein y su apoteósica maravilla Iván el terrible.

Natalya Varley. (El Viyi. Mosfilm. 1967.)
Natalya Varley. (El Viyi. Mosfilm. 1967).

La estética y ambientación de esta película, son una maravilla única e irrepetible. Sin embargo, hay más. El rigor literario con el que se ciñeron a las verdaderas intenciones de Gogól, de su acidez y su mano izquierda, hacen de la película algo que —como la propia naturaleza del este europeo— va mucho más allá de lo que parece. La complejidad está ahí, escondida tras la simple vista.

Natalya Varley. (El Viyi. Mosfilm. 1967.)
Natalya Varley. (El Viyi. Mosfilm. 1967).

Gogól creó una trinidad compuesta por la filosofía, la teología y la retórica, y enfrentó al filósofo a la prueba de fe. Obligó al infierno y sus criaturas a tres días de lucha contra la razón.

Una mujer rebelándose contra el papel maligno con el que la religión cristiana condenó a su género, seduciendo y enfrentándose a la razón, al filósofo que representa a una iglesia que también lucha contra la razón que él defiende.

Una mujer atacando al enemigo desde el interior, desde uno de sus templos durante tres significativas noches, y finalmente, obteniendo una victoria tan evidente como merecida, justa y ambigua.

Natalya Varley. (El Viyi. Mosfilm. 1967.)
Natalya Varley. (El Viyi. Mosfilm. 1967).

Gogól le contó a la humanidad todo esto, y fiel a su relación con la madre Rusia, una gran parte de esa humanidad no realizó el esfuerzo necesario para comprenderlo.

Konstantin Ershov, Georgiy Kropachyov y Aleksandr Ptushko filmaron la lucha de la razón contra el dogma, bajo una de las formas más bonitas que existen, bajo la sombras del conocimiento.

Y allí, donde la protagonista convoca a los demonios y los vampiros para luchar contra la religión que la creó para intentar destruirla, desde una de las cimas de la Serie B, el espectador, exhausto por el esfuerzo, se desmaya ante el poder de la madre de los géneros cinematográficos.

Natalya Varley. (El Viyi. Mosfilm. 1967.)
Natalya Varley. (El Viyi. Mosfilm. 1967).

Hagan un esfuerzo por comprender la belleza de esta enormidad, verán como merece la pena.

Enlace a la secuencia: https://www.youtube.com/watch?v=CcYQndn49I0

Película disponible: https://www.filmin.es/pelicula/el-viyi

Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES

David Salgado. 

©24 sombras por segundo. Marzo 2021.

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