LA ESTEPA CASTELLANA.
El espíritu de la colmena es una poesía cinematográfica que Víctor Erice nos regaló a todos. Cualquiera de sus versos sirve para hablar del viaje que supone esta película.
El espíritu de la colmena es —efectivamente— un viaje. Un viaje a través de la misma realidad de la que hablan Berlanga, Saura, Fernán Gómez, Cuerda, Bardem… pero de forma distinta. Tal vez, como el propio cine, un viaje a ninguna parte…
Este viaje recorre la tierra muerta a lomos de la imaginación viva de quienes no se resignan. Erice nos ofrece un hermoso cuento en el que la magia del cine salva a dos niñas de la muerte a la que sus padres —y todo el país— se han rendido.
Además, visualmente transforma España en la estepa rusa. El árido sol que dibuja la sombra de Caín, luce bajo la mirada de Erice y la maravillosa fotografía del gran Luis Cuadrado con un aire más propio del melancólico e invencible invierno soviético, que del yermo suelo español.
Esta película cuenta el inicio de un viaje en busca del conocimiento, de las aventuras reservadas a la mirada ávida de sensaciones de quienes todavía no han perdido, de aquellos que aún no han sido atrapados por la desolación, por el tiempo detenido en la realidad de una tierra devastada que no ofrece esperanza para quienes caminan sobre ella, mientras esperan el día en el que caerán bajo su peso.
En este viaje se enfrentan dos filosofías, dos formas de entender la existencia.
Frente a la inocencia infantil que busca el conocimiento y se aferra a su imaginación como fuente de sabiduría —fuente que genera mitos en los que apoyar las bases de la realidad, como en la película que excita su imaginación, como el cine, esa mentira que hace comprensible la verdad—, frente a la búsqueda de las luces, Erice sitúa los fantasmas que se mueven dentro de la colmena.
EL ESPÍRITU DE LA COLMENA.
FANTASMAS VIVOS Y FANTASMAS DE CINE.
La luz que atraviesa las celdas de la colmena perfila las figuras que arrastran su pasado hacia un futuro que no tiene nada que ofrecer, que no llegará jamás.
Todas las esperanzas, los sueños y la ilusión se perdieron para siempre en el aire denso, gris y plomizo que recorre la tierra baldía extendida ante la mirada melancólica de quienes ya no tienen nada que aprender y todo por olvidar.
La mirada de Isabel (Isabel Tellería) y especialmente la de Ana (Ana Torrent) desafían la resignación y el dolor en que los fantasmas vivos de sus padres basan su existencia. Los mitos y leyendas con las que la imaginación estimula al conocimiento contrastan con el suicidio emocional en el que Fernando (Fernando Fernán Gómez) y Teresa (Teresa Gimpera) sumen a la colmena.
Él aguarda sin más, ella espera una respuesta a sus cartas con la que poder resucitar antes de morir definitivamente.
Mientras las niñas siguen su viaje en busca del conocimiento, en busca de la realidad a través de la imaginación. En busca de la verdad a través de los mitos.
Al fin y al cabo, en el cine todo es mentira, incluso cuando habla de la realidad.
En medio de ninguna parte, en la estepa castellana retratada como un retazo del invierno ruso, Erice termina su poema.
Su cuento de fantasmas que arrastran las cadenas de la muerte en vida. Todo aquello que venga después, no será más que la sombra de esta película misteriosa, silenciosa y a la vez elocuente como un libro abierto…
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Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.