AMANECE QUE NO ES POCO. LA MISERIA COMO PARODIA.
Antes de hablar acerca de la película Amanece que no es poco, quisiera responder a una hipotética cuestión. Si me preguntasen que directores han retratado con mayor profundidad y exactitud la esencia del país cultural y socialmente maldito en el que nos ha tocado nacer, les daría sin dudar esta lista:
Víctor Erice mediante la poesía de El espíritu de la colmena, Luis García Berlanga mediante la ironía y la inteligencia sutil de Plácido, El verdugo y La escopeta nacional, Fernando Fernán Gómez mediante la prosa cruel y desesperada de El mundo sigue, Luis Buñuel mediante su bofetada al Discreto encanto de la burguesía, Carlos Saura con su especie de grupo salvaje en La caza y Ana y los lobos y Juan Antonio Bardem mediante la melancólica importación neorrealista en Calle mayor y Muerte de un ciclista.
Todos ellos han puesto un espejo delante de este trozo de tierra situado al sur de todo atisbo de progreso. Una tierra peligrosa, voluntariamente ignorante y cruel de la que aún así han brotado jardines, y todos ellos lo han hecho con un talento y oficio cinematográfico capaz de alcanzar cualquier cima.
Tal vez por eso ninguno de ellos figure en la memoria colectiva, al fin y al cabo, ser un español brillante siempre ha salido muy caro.
CINE DE ACTOR. LA PELÍCULA EN MANOS DEL REPARTO.
Sin embargo, hay un retratista cinematográfico más en la lista, una rara avis que no encaja en prácticamente ninguna descripción, pero describe con la precisión de un cirujano la esencia del agujero medieval en el que estamos metidos, y lo hace con el que posiblemente sea el mejor sentido del humor imaginable.
En 1989, al igual que hoy en día, José Luis Cuerda no era un cineasta especialmente hábil, pero sí era un tipo lúcido y un narrador incisivo y valiente con un inimitable e inagotable sentido del humor. En 1989, al igual que hoy en día, España enmascaraba apenas con la ilusión de las grandes ciudades su verdadera esencia: la boina servil, el misal docente y el fusil vigilante.
En 1989 un tipo que prácticamente no sabía hacer películas nos regaló una pedrada que supone un retrato exacto del patio, y además lo hizo de la mejor forma. Mediante el humor absurdo, lo cual no es poco.
Con el absurdo y el esperpento por bandera, Amanece que no es poco le sirve a Cuerda y el maravilloso reparto, (pocas películas cuentan con una lista de bestias como esta, y no me refiero a Resines, hablo de todos los demás, hablo de Saza, Pastora Vega, Luis Ciges, Aurora Bautista, María Isbert, Miguel Rellán, Chus Lampreave, Tito Valverde, Gabino Diego, Guillermo Montesinos, Fedra Lorente, Rafael Alonso… ), para guiar al espectador al corazón del sinsentido, a la esencia misma de una tierra más dispuesta a regar el suelo con sangre que con agua, y lo hacen con tanta habilidad que la película surge.
Sin un director que sepa como hacerlo, surge y utiliza el odio visceral e irracional de quienes retrata para hacer que se maten de risa en lugar de entre ellos.
Cuerda no es un director especialmente hábil, pero consiguió gracias a su ingenio mordaz y el mejor reparto posible algo irrepetible.
Una película aparentemente mediocre que tira de Valle Inclán, Quevedo, Cervantes, Lorca, Goya, Galdós, Buero Vallejo, Delibes, Machado, Tirso, Jardiel Poncela, Mihura y cualquiera de las miles de espadas en forma de plumas afiladas que han hecho que aún valga la pena esperar ver como amanece, lo cual, no es poco.
Así, el director da rienda suelta a quienes sí saben como se hace el cine y pega la hostia en el corazón del dogma con secuencias maestras que se reducen a una localización, dos actores y un texto breve. Un montaje reducido al mínimo y un resultado inalcanzable, la cosa resulta tan clara como incontestable.
En la secuencia que nos muestra la conversación entre los irrepetibles Cassen y Manuel Alexandre, Cuerda enfrenta la razón contra el dogma, y los intérpretes disfrutan sacando el colmillo a gotear.
La ironía y la mala hostia inteligente contra la estupidez servil y la bajeza, Cassen evade mientras hace papiroflexia -literal y figuradamente)- mientras Alexandre asiente sin creer una sola palabra de dios y sus socios en la tierra. Y con la sabia y ácida ironía de quien comprende pero no traga, le escupe la verdad a la cara. Que cuajo tenéis, hijos de puta, le dice la razón a la edad media.
Amanece que no es poco no es una gran película, pero es una enorme radiografía de este sindios. Y además utiliza el arma más poderosa de todas, el humor que lleva al espectador al desmayo previo al coma.
Lo cual, no es poco.
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Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.