ILYA NAISHULLER.
MÁS ALLÁ DEL GÉNERO.
Nadie —haciendo gala del título— puede albergar dudas acerca de las intenciones que Ilya Naishuller tiene en su película. Llegar más allá de todos los recursos que ha dado de sí el cine de acción. Inventar una nueva y exclusiva fórmula para llevarnos a un mundo donde ya hemos estado miles de veces, pero nunca de esta forma.
Consideremos la película del —cada vez mejor armado director y músico ruso Ilya Naishuller— como un medio de transporte. El viaje en que nos embarcamos nos garantiza tres cosas:
Un trayecto corto, una velocidad vertiginosa y una historia repetida hasta la saciedad contada de una forma que nos volará la cabeza.
Los 92 minutos de este viaje son ajustados, precisos y letales. No hay tregua en esta brutalidad. Todo lo que vemos en este delirio es inteligente, hábil y eficaz. No hay ni un solo fleco suelto.
Cuando todo parecía perdido en sí mismo y muerto de éxito —a pesar de algunas magníficas excepciones— Naishuller revive el arte mayor del entretenimiento y demuestra que la acción todavía puede causar reacción.
¿Cómo lo hace?
Reinventando la utilización de los elementos. El humor, el ritmo, la premisa, el desarrollo de la historia y la música en su película aparecen como nadie recuerda haberlas visto.
NADIE.
SENTIDO DEL HUMOR.
SENTIDO DEL RITMO.
No es verdad que el cine de acción actual carezca de grandes películas, pero sí es cierto que las magníficas —aun siendo relativamente trasgresoras— Skyfall, Logan, The raid y ya sumergida plenamente en la parodia, la estupenda doble entrega de Deadpool, se ciñen a sus puntos fuertes.
El Bond de Sam Mendes sangra y se muestra vulnerable, Lobezno en manos de James Mangold adquiere un marcado tono de Western crepuscular, las dos entregas que Gareth Evans llevó a cabo de The raid elevan el ritmo al máximo y el doblete delirante e irreverente formado por Deadpool en manos de Tim Miller y David Leitch respectivamente, son —cada una en su terreno— algunos de los mejores ejemplos del cine de acción actual.
Pero nadie lo abarca todo en una sola película. Nadie, excepto la violenta, dramática, explosiva, y musical pieza de humor negro al ritmo salvaje del blues, rock y soul que Naishuller nos brinda en una escasa y frenética hora y media.
Hay quienes no resistirán la tentación de emparentar la película de la promesa rusa con la saga John Wick —de hecho comparten en su equipo al guionista Derek Kolstad —sin embargo, la saga protagonizada por Keanu Reeves —si bien comparte ciertos aspectos en lo inverosímil de la motivación inicial del personaje— se aleja completamente de los campos abarcados simultáneamente por la película de Naishuller.
De hecho, hay diferencias mucho más significativas entre la saga y esta película, pero esa es otra historia.
Nada más empezar, Nadie irrumpe en la vista del espectador con la impagable presencia de Bob Odenkirk, quien no dará un solo respiro a lo largo de una excelente interpretación que recorrerá todos los registros con una contundencia, sutileza y mala hostia totalmente entregadas a la causa.
Una vez concluida la sorprendente y misteriosa presentación, un montaje veloz y preciso nos muestra la cómica situación a la que el personaje de Onderkirk —el anodino y ninguneado padre de familia Hutch Mansell —ve sometida su frustrante existencia.
Nada —pesamos como espectadores— que no hayamos visto ya. Pero hay algo que nos retiene, algo que nos dice que asistiremos a una nueva forma de tratar el fondo habitual. La trama sigue su camino y ese padre despreciado por su familia es nuevamente humillado ante una situación en la que actúa de la forma más sensata y menos heroica imaginable. Dos intrusos roban en su casa y la situación se resuelve pacíficamente.
Pero ese algo que hace un momento intuíamos aparece en escena. Tras sufrir el asalto y desprecio por parte de su familia debido a su reacción, Hutch Mansell descubre que a su hija pequeña le han robado una pulsera.
Una insignificante pulsera infantil desata la música, el humor negro generado por las propias situaciones, en un alarde de buen gusto narrativo, los chistes surgen de los hechos, no del guion sobre papel, eliminando así cualquier cliché absurdo y barato del cine de acción al uso.
Desata también la violencia más inverosímil y salvaje y un despliegue de secundarios liderados por Michael Ironside y un Christopher Lloyd que no parece habérselo pasado tan en grande desde sus días de Regreso al futuro que desembocan en los dos contrapuntos interpretativos de la película:
Connie Nielsen y Aleksey Serebryakov en las pieles de Becca Mansell, la desencantada esposa, y Yulian Kuznetsov, el sádico y sórdido miembro de la mafia rusa que convertirá a Mansell y su estupefacta familia en su principal objetivo.
Mientras esta delirante cadena de consecuencias sigue su vertiginoso curso, la película muestra lo justo del verdadero pasado de ese Nadie que es realidad el falso Hutch Mansell.
Es aquí, en ese pasado, donde la película bebe de dos fuentes más: el oscuro pasado y el placer inconfesable —e irresistible una vez pulsado el detonador— de recuperar el animal salvaje que parecía sometido a la edad y la rutina. Algo que podemos ver en las excelentes Una historia de violencia y la serie Breaking Bad, ésta última protagonizada no tan casualmente por el propio Bob Odenkirk.
Así recorre su camino este antiguo salvaje, por la senda de la crisis tan propia de la mediana edad americana, recuperando la pasión perdida en su matrimonio a base de balazos y hostias, recuperando su antiguo oficio —y ya de paso el de su viejo padre— viéndoselas con la mafia rusa, dejando un reguero de sangre fría y música ardiente a su paso.
Un paso marcado —entre otros— al ritmo de Pat Benatar, Luther Allison, Edwin Starr…
El héroe maldito sigue su camino, robando el coche clásico americano del imbécil de su vecino, volando por los aires su antiguo refugio para eliminar las pistas y —en un crepuscular duelo al sol sol contra el mafioso ruso— apoyado por su padre y su antiguo colega de fatigas, recuperando su verdadero lugar en el mundo, y a la postre, tras la victoria, reclutando a la —ahora sí— entregada a la causa Señora Mansell.
Al fin y al cabo, los héroes americanos nunca pierden, pero en esta ocasión, la película nos gana a todos, tanto, que su inteligente guion, su refinado humor negro, su frenético ritmo y su irreverente talento, nos vuela la cabeza.
Será que en esta era en la que creemos haberlo visto todo, un joven director ruso tenga que marcar el clásico camino americano. Después de todo, los yankees inventaron el negocio, no el cine.
Pero esa, de nuevo, es otra historia.
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
https://www.filmin.es/pelicula/nadie
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Septiembre 2021.