LOS ABISMOS. (NIKOS PAPATAKIS, 1963).

EL RUIDO Y LA FURIA, POR NIKOS PAPATAKIS.

Hay en la oscura profundidad de Los abismos, la película más salvaje y desconcertante de Nikos Papatakis, una visión tan clara como sucia y provocativa del descontento y hastío social que tanto y tan bien retrató el cine de los años sesenta.

Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).

Partiendo del crimen cometido por las hermanas Lea y Cristina Papin en 1933, dos criadas que asesinaron a varios miembros de la familia para la que trabajan en la ciudad de Le Mans, y de su propia estancia en prisión, el novelista, poeta y dramaturgo Jean Genet, escribió en 1947 la obra de teatro «Las criadas», y a pesar de que el escritor siempre negó haberse basado en el crimen cometido por las hermanas Papin, la película de Papatakis sí se basa claramente tanto en el hecho real como en la obra de Genet.

Obviando momentáneamente la relación entre la obra teatral y la película, el título de la maravillosa novela de William Faulkner, El ruido y la furia, me proporciona la descripción que mejor define la película, pues esos son sus elementos principales: el ruido provocado por los gritos de furia.

LOS ABISMOS.

CAOS, SUCIEDAD Y PASIÓN.

La película de Papatakis conforma un cosmos donde reina el caos, la pasión desatada y la ausencia total de control y comprensión de los sentimientos y necesidades —tanto psicológicas como físicas y sociales — de las hermanas protagonistas.

Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).

Desde el punto de vista narrativo, este ejemplo de la lucha entre clases y rebelión del servicio contra la aristocracia y la burguesía, huye completamente de la elegante y ordenada narrativa con la que Joseph Losey abordó el mismo tema en su magnífica «El sirviente». Ambas películas alzaron su voz el mismo año, pero mientras Losey plasmó la revolución de su protagonista a través de una utilización sutil y casi silenciosa de la sexualidad y la manipulación para vencer en su lucha de clases, Papatakis dejó en manos de Francia, el eterno rival británico, el grito descontrolado y desgarrador de rabia que supone su descenso a Los abismos.

Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).

La película de Papatakis es incómoda, grotesca, profundamente desagradable y desordenada. El caos voluntario y perfectamente orquestado con el que el director cuenta una historia basada casi exclusivamente en la frustración brutal, impregna la película desde el inicio mismo.

Antes de llegar a los créditos iniciales, el magnífico y poderoso dúo sobre el que recae todo el peso de la película (las hermanas en la vida real, Francine y Colette Bergé, que interpretan a las hermanas Michelle y Marie-Louise la bonne, basadas en las asesinas reales), deambulan por los retazos de película que Papatakis muestra a un confundido y atraído a partes iguales espectador.

Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).

Tras el fragmentado y breve caos inicial, la película muestra de forma  continua y creciente como las hermanas se arrastran y contagian de la suciedad de su prisión, una antigua mansión que comparte y simboliza la decadencia de su clase, una prisión donde las condenadas hermanas gritan y se sacuden la violenta frustración de los deseos reprimidos por su condición social, deseos humanos —incluyendo la evidente y, esta sí, sutilmente narrada atracción sexual entre ellas— que transforman lo humano en salvaje.

Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).

Es cierto que la película adquiere, tras el desconcierto inicial, cierta continuidad, cierta solidez narrativa que facilita el seguimiento de la historia, pero la intención de este caos pasional, sucio y visceral, dista mucho de pretender ofrecernos la paz.

Los abismos solo habla de guerra, de criaturas primarias, que, retorciéndose en la sucia oscuridad arrojada por el mundo, solamente quieren gritar de rabia, sin razonamientos ni objetivos que conquistar, sin una victoria que alcanzar ni causa que abanderar. Un fuego que nunca se consume, arde sin más, quemando todo aquello que se interponga en su camino hacia ninguna parte.

Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).

Los abismos basa su narrativa en la teatralidad de su origen, y en la fuerza furiosa de su puesta en escena, prescinde de la palabra en favor del rugido de furia; allí, en esa poesía salvaje y a ratos incomprensible, reside su belleza potencial, y, de hecho, real.

Todo esto es cierto, pero al mismo tiempo —fiel a su naturaleza caótica— la película subordina la fuerza de la imagen que parece renegar de la palabra, a las palabras que brotan sin cesar del interior de Francine y Colette Bergé, que son, sencillamente, mediante sus maravillosas y certeras interpretaciones, la personificación del animal salvaje en que todos podríamos llegar a convertirnos, son la guerra sin afán de paz, sin más razón de ser que su existencia.

Son el ruido y la furia.

Los abismos no solo basa su delirante y desagradable naturaleza en la magnífica alianza entre Papatakis y las hermanas Bergé, hay otro elemento fundamental que hace de la suciedad que envuelve este caos algo tangible.

Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).

La fotografía de Jean-Michel Boussaguet contagia el ambiente al espectador, capta absolutamente todo lo que envuelve la película y lo expande como una enfermedad. Cuando descendemos a las profundidades de Los abismos, no solo oímos el ruido, podemos —a través de la fotografía— tocar la furia.

El aliento viciado y sensual que brota del interior de la locura y se deposita en la piel de las bestias, ensucia sus cuerpos, su ropa y sus rostros, mostrándose tan abiertamente al espectador que parece poder tocar todo aquello, que, al mismo tiempo que lo atrae, provoca en su cuerpo y su mente una repulsión absolutamente real.

Allí es donde podemos encontrar la verdadera grandeza de la película, asomados a los abismos. Arrojarnos al vacío está en nuestra mano; hagamos lo que hagamos la guerra continuará.

Los abismos. (Lenox Films. 1963).
Los abismos. (Lenox Films. 1963).

Es cierto que la película cuenta con no pocos detractores que la rechazan por su caótica naturaleza, pero en mi opinión esa es precisamente su arma más poderosa, un arma que nos declara la guerra de forma continua, que nos niega la paz como objetivo, incluso como utopía, como algo con lo que soñar.

En lo más profundo de Los abismos no existe la paz, no hay tregua. Solo existen el ruido y la furia.

Yo sí creo en la fuerza de esta película única y desesperada.

https://archive.org/details/LesAbyssesNikosPapatakis1963

Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES

David Salgado.

©24 sombras por segundo. Junio de 2022.

 

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