BURNING DAYS.
LA PASIÓN TURCA, POR EMIN ALPER.
No, claro, la última película de Emin Alper, Burning Days (Kurak Günler en su lengua vernácula) no tiene nada que ver con la novela de Antonio Gala ni con la adaptación de Vicente Aranda.
Sin embargo, ese título, La pasión turca, me sirve para sintetizar este estupendo Thriller que, transitando entre el drama —a veces preciso como un documental— y el Noir, se adentra en lo más profundo de las pasiones de la tierra yerma del desierto turco, pero sin dejar de lado el estilo anglosajón imperante en este tipo de intrigas.
Por un lado, Burning Days aborda algo tan elemental como las pasiones y la necesidad de agua, por otro, ahonda en las complejas situaciones derivadas de la explotación de ambos recursos.
LA LEY SECA.
A SANGRE, SUDOR Y AGUA.
Burning Days bien podría ser una revisión de Chinatown (Roman Polanski, 1974), Bad Day at Black Rock (John Sturges, 1955), Fury (Fritz Lang, 1936), The Chase (Arthur Penn, 1966), o de las míticas High Noon (Solo ante el peligro, Fred Zinnemann, 1952) y On the Waterfront (La ley del silencio, Elia Kazan, 1954).
Podría, pero Emin Alper no necesita recurrir —más allá de los elementos comunes— a las formas norteamericanas para enfrentar a un individuo (primero contra un colectivo hostil quemado por el sol y el polvo del desierto), y finalmente contra sí mismo, una vez que el grupo ha cercado y mermado a su rival.
No lo necesita porque ya se sumergió —con evidente soltura— en similares aguas turbias con sus películas Tependin Ardi (Beyond the Hill, 2012) y la muy acertada aproximación al universo de Chéjov, Kiz Kardesler (Un cuento de tres hermanas, 2019).
Burning Days aprovecha muy bien la elocuencia del cine, esa que no necesita palabras para exponer la situación. El plano inicial de la película no puede ser más expresivo, bonito y en cierto sentido, extraño y desconcertante.
Una gran llanura desértica se extiende hasta el borde de un precipicio generado por un enorme hueco en la tierra, presuntamente hundida por las perforaciones realizadas en la zona para obtener agua potable. Emre (Selahattin Pasali), el nuevo fiscal recién llegado de la ciudad al pueblo que será su nuevo destino, contempla el cráter junto a Zeynep (Seilin Yeninci), la jueza de la localidad.
Ambos observan en silencio la reacción natural a los artificios humanos durante el tiempo suficiente como para que Alper genere en el espectador la sensación de que esa paz, ese silencio trae consigo algo maligno, posiblemente letal. Después, rompe brevemente el silencio:
«¿Qué le parece, fiscal?»
«Es aterrador. Pero hermoso».
Hay algo críptico en los mensajes iniciales que Alper deja en la película. Ese hoyo en medio de la nada y el silencio del que sin embargo surge una voz amenazadora, tal vez preventiva… la conversación velada con la jueza, una insistente invitación a cenar por parte del alcalde que el fiscal trata de eludir —parece que por instinto—, y los disparos prohibidos de los cazadores de la zona, que terminan dibujando un rastro de sangre sobre el asfalto, indicando el camino hacia la casa del fiscal…
Tras estos misteriosos augurios, la película divide esta crónica de un inexperto, joven y en cierto sentido, idealista fiscal en tres capítulos, tres actos en los que las pistas veladas en el inicio revelarán el camino hacia el desenlace. Un camino marcado por luces tenues, intenciones y secretos oscuros, rostros perlados de sudor, miradas y silencios elocuentes que custodian pasiones encerradas en tradiciones y leyes salvajes para mantener la sociedad anclada en ese desierto del que solo los elegidos pueden extraer agua.
La hostilidad rezuma en Burning Days, la película es sobria en palabras pero pródiga en sensaciones. El fiscal no permitirá que las costumbres ancestrales de la nueva tierra yerma en la que habita sepulten la verdad y su forma de vida, y los que pretendían ver en él un aliado silencioso en sus turbios asuntos, encuentran a un enemigo al que abatir.
A sangre, sudor y agua…
A pesar de contar con el discreto apoyo de la jueza —más como una advertencia que como un respaldo real—, Emre no tarda en caer en la oscuridad.
La trampa que el alcalde y sus aliados le han tendido surte su efecto, la noche cae sobre lo ocurrido en lo que no debió haber sido más que una cena y un par de brindis para confraternizar con sus enemigos, pero un inquietante velo cae sobre la memoria del fiscal, quien cercado por los espejismos de la noche perdida y la forzosa complicidad que ha de establecer con sus rivales, duda.
Esa sombra en forma de duda que oculta el pasado tras un velo líquido y traslucido se convierte en uno de los rasgos faciales del fiscal, quien duda de sí mismo, duda del único habitante del pueblo con el que comparte secretos que, al ser revelados en la oscuridad del exterior, supondrán sin duda, su perdición. Pues de los únicos que no puede dudar, de los únicos de quien puede estar totalmente seguro, es de los enemigos que, como una nueva jauría humana, aguardan fuera para hacer justicia.
A su manera.
A sangre, sudor y agua.
Burning Days podría encajar ciertas acusaciones, sí. Hay un tramo de esta senda tórrida y enardecida entre un inicio y un final que se reflejan mutuamente de forma impecable al que le cuesta mantenerse en pie, cierto. Pero este magnífico Thriller perdido en la inmensidad primitiva y árida de un grupo de seres que solo viven con la esperanza de tener enemigos, es una película estupenda.
De eso, ni el fiscal atrapado en la noche tendida por sus rivales puede dudar.
https://www.filmin.es/pelicula/burning-days?utm_source=justwatch
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Febrero 2024.