TRIK ‘R TREAT.
EL TERROR ESTACIONAL DE MICHAEL DOUGHERTY.
Trik ‘r Treat (Truco o trato según la forma tradicional), no es la más atrevida en cuanto a irreverencia con las tradiciones estadounidenses —y por extensión de una gran parte del planeta— de las películas que Michael Dougherty ha firmado hasta la fecha, pero sí es la que mejor responde a una de las formas más fascinantes que puede adoptar el cine de terror: la unión de varias historias cortas.
Ese formato, el cortometraje, es el terreno en el que Dougherty más ha desarrollado su carrera como director, de hecho firmó un estupendo antecedente a este Truco o trato con el cortometraje de animación Season´s Greetings (1996), que ya mostraba su buen gusto y talento para crear atmósferas basadas en el terror tradicional, a las que añade una cantidad considerable de la irreverencia que lo llevó a la que hasta ahora ha sido su película más iconoclasta: Krampus (2015).
Tuco o trato es menos agresiva con las tradiciones estadounidenses que Krampus, pero, curiosamente, su división en múltiples fragmentos resulta más sólida que la unidad con la que Dougherty ataca al espíritu navideño.
La brevedad marca esta serie de historias cortas y entrelazadas; la película cuenta solo con 78 minutos de duración, y cada fragmento se desarrolla y comunica con el resto de las tramas de forma rápida y eficaz, lo cual —además de facilitar el máximo rendimiento de los recursos propios de la Serie B—, facilita considerablemente el entretenimiento del espectador.
Poco metraje, espacios y tiempos reducidos y conectados entre sí bastan a Dougherty para ofrecer un fantástico Truco o trato en forma de película de terror tradicional y estacional narrado de forma particular.
TRIKS, TREATS, A VAMPIRE, SHE-WOLFS & EVIL’S CHILD.
No hay prácticamente ningún elemento clásico que no cuente con su puesta de largo en Trik ‘r Treat.
Tras una secuencia que introduce al espectador en la clásica noche de Halloween desarrollada en una pequeña localidad estadounidense, y que —sin desvelar en ese momento su relevancia y los nexos entre sí—, muestra momentos y personajes clave para el entramado, aparecen los créditos, directamente extraídos del mundo del cómic, con lo cual Dougherty ha hecho en apenas cinco minutos dos declaraciones de intenciones y tributo al género.
La primera declaración está dedicada por completo a la película que —aunque sí tuvo un sensacional precedente en Black Christmas (Bob Clark, 1974)—, cambió definitivamente e inmortalizó la noche de los monstruos en el cine.
La noche de Halloween narrada por John Carpenter en 1978, no solo convirtió en un mito la mirada de un plano subjetivo y un poder físico invencible ocultos tras una máscara, sino que inició una saga que parece no tener fin, tanto en la propia noche de Halloween como en sus parientes no tan lejanos —Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980) y similares— que hicieron del Slasher uno de los inventos más rentables del género.
En ese breve preámbulo, Dougherty rinde tributo a los orígenes y la cima cinematográfica de la noche por excelencia, y al mismo tiempo lleva el mito a su terreno. Después, tras la primera dosis de aquello que el espectador ha ido a buscar, llega la segunda declaración.
El motivo de esta declaración comenzó con aquella magnífica Dead of Night que en 1945 dirigieron Alberto Cavalcanti, Charles Crichton, Basil Dearden y Robert Hamer, pasando por las magistrales obras de Mario Bava, I tre volti della paura (1963), y Kwaidan (Masaki Kobayashi, 1964).
Después llegaron las estupendas muestras que dejó la Amicus con Dr. Terror’s House of Horrors y Tales from the Crypt (Freddie Francis, 1965 y 1972, respectivamente), o The Vault Of Horror (Roy Ward Baker, 1971), para llegar a la década que más fama aportaría a esta forma cinematográfica con Twilight Zone: The Movie (John Landis, Steven Spielberg, Joe Dante y George Miller, 1983), y muy especialmente Creepshow (George A. Romero, 1982), el terror se ha visto dividido en historias cortas, con lo cual su aproximación a las viñetas de un cómic es más que evidente.
A esta división es a la que Trik ‘r Treat ofrece toda una declaración de intenciones en sus créditos iniciales, no solo como un tributo, sino como una herramienta utilizada en favor de su propia narrativa, que comienza muy a propósito anticipando sus historias en pequeñas viñetas, como si de uno de esos fantásticos cómics de terror y ciencia-ficción se tratase.
Tras el breve preámbulo y los créditos, comienza el verdadero desfile de los clásicos de la noche de Halloween.
El Truco o trato tradicional alterado por una extraña presencia que inicia una serie de crímenes, una especie de vampiro que ejerce como padre y asesino, un grupo de mujeres-lobo reunidas a modo de aquelarre al estilo «Folk-Horror», un pequeño ejército de niños fantasma que surgen de las profundidades de un pantano y el olvido en busca de venganza, y un pequeño niño diabólico que lidera y actúa a modo de nexo entre los miembros esta galería de horrores.
Todos los horrores clásicos están ahí, pero Dougherty los lleva completamente a su terreno. En el breve preámbulo, hay un personaje extraño, una especie de Michael Myers en miniatura que —como el mítico asesino de la saga Halloween— observa impasible tras lo que parece una máscara propia de esa noche, algo más insólita de lo habitual, sí, pero parte de la fiesta al fin y al cabo.
Peeping Tommy (Quinn Lord) parece uno más de los niños que llaman a las puertas en busca del «Truco o trato», pero Dougherty es un director iconoclasta, y su pequeño personaje, Peeping Tommy —un nombre cuya descendencia de la obra maestra de Michael Powell, Peeping Tom (1960) no es absoluto casual—, está muy lejos de ser un niño…
La presencia de Peeping Tommy parece observar siempre desde la distancia exacta la serie de extraños y fascinantes horrores que se desencadenan y desarrollan de forma enlazada a la vez que independiente. Es cierto que el pequeño asesino de naturaleza y rostro diabólicos presencia y une entre sí todas las historias que se desarrollan mayoritariamente bajo el escenario tradicional de una noche de Halloween en la ciudad.
Pero Dougherty sabe dividir para vencer.
Así, Trik ‘r Treat muestra las clásicas premisas urbanitas de la noche de Halloween: niños en busca de recompensas que muestran diferentes comportamientos, adolescentes en busca de sexo y diversión, un par de vecinos que ocultan secretos terribles tras sus puertas, una especie de merodeador nocturno que pretende ejercer como vampiro y Jack el destripador…
Pero hay dos sendas que se desvían del Slasher tradicional hacia el terror más atávico, sobrenatural y fascinante. Dos sendas más allá de las fronteras de la ciudad y de los límites de la realidad. Una conduce al pasado que ha de traer de vuelta al presente a los niños malditos cuyos cuerpos deformes fueron arrojados al olvido a bordo de un autobús escolar, y que —invocados por una broma infantil— regresan para vengarse de los secretos adultos.
Otra conduce al corazón del bosque y sus poderes ocultos. Dougherty carga sobre los hombros de Laurie (Anna Paquin) —de nuevo un nombre nada casual que trae a escena a Laurie Strode, el personaje interpretado por Jamie Lee Curtis en Halloween— un peso doble:
El de la recurrente hermana menor que supone un lastre para el grupo de chicas protagonistas, y el verdaderamente relevante en este cuento múltiple de terror: el que revela un aquelarre de mujeres-lobo con las que Dougherty no solo se ocupa de aniquilar al pretendido vampiro y los humanos que solo buscan diversión, mediante la interpretación de Paquin y una estupenda ambientación, esta senda de Trik ‘r Treat rinde un sentido y bonito tributo a la maravilla de Neil Jordan, En compañía de lobos (1984).
Sin embargo, Dougherty no solo utiliza estas dos sendas apartadas del terror sometido al Slasher y la ciudad para adentrase en el terreno de los monstruos y los espectros, también establece un vínculo entre las criaturas que ostentan el verdadero poder y Peeping Tommy. Tanto los niños malditos como las mujeres-lobo siguen sus propias reglas, su naturaleza particular; ambos grupos son observados por Peeping Tommy, pero a pesar de que no hay ningún tipo de intervención por su parte, las dos fuerzas parecen responder a una fuerza no declarada procedente del extraño maestro de ceremonias que orquesta esta serie de historias cruzadas.
Después, Dougherty abandona el bosque y los poderes ocultos para devolver a la ciudad a Peeping Tommy, quien se alza con el protagonismo absoluto para sumir a los personajes humanos de este Trik ‘r Treat en el caos y la ira de la venganza de los niños malditos.
El pequeño demonio oculto tras el disfraz de Peeping Tommy muestra la verdadera naturaleza de una película magnífica y lo bastante osada como para trazar una nueva senda en Halloween.
El resto en este Trik ‘r Treat es ira, espectros, sangre, fuego y trozos de calabazas esparcidos por la calle…
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Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Noviembre 2025.