BELA LUGOSI’S DEAD.
THE HUNGER OF TONY SCOTT.
The Hunger (más conocida en nuestro idioma por El ansia), podría describirse como una declaración de principios estéticos y vampíricos en concreto, y dedicada al cine de terror en general por parte del malogrado en muchos sentidos Tony Scott.
No son pocos los detractores de esta película, a pesar de que el tiempo (irónico aliado del vampiro), le ha rendido parte del culto que merece. En cuanto al propio Scott —siempre considerado menor en comparación a su hermano Ridley— tampoco se ha visto especialmente favorecido, de hecho, para el público en general su mejor película es True Romance (Amor a quemarropa, 1993), creada al alimón con Quentin Tarantino.
Sin embargo —y a pesar de que personalmente es un director que apenas me interesa— Tony Scott fue capaz de llevar a cabo una filmografía de la que puede extraerse al menos un mito comercial de su época (Top Gun, 1986), y una serie de películas en las que puede apreciarse su impronta (resulte más o menos interesante) como autor, algo que en esta The Hunger —su debut en el largometraje— resulta una de sus mejores bazas.
«Bela Lugosi’s Dead». Semejante manifiesto surge del corazón estético y oscuro de la década de los ochenta. Peter Murphy —el vocalista de Bauhaus, una de las insignias de las derivas que el Punk tomó en los ochenta— se mueve como una sombra extraña y salvaje encerrado en una jaula y envuelto en una niebla que parece el aliento azul de un neón.
Esta figura sombría y agresiva advierte acerca de las intenciones de la película: el antiguo vampiro ha muerto, la figura clásica de Bela Lugosi y el vampiro decimonónico caen derrotados por una nueva forma de ansia, por un ser milenario y su colección de amantes en la era del plástico, la música electrónica y las luces de neón.
The Hunger se alimenta y juega con los elementos clásicos, pero traslada al vampiro de Transilvania a la niebla artificial de la gran ciudad y a la estética de un anuncio televisivo y un Videoclip.
THE HUNGER.
THE NEON VAMPIRE LOVERS.
La estética cinematográfica de Tony Scott es perfectamente reconocible, pero no basta un solo golpe de vista para captar su estilo. En la obertura de The Hunger, los planos y las situaciones se alternan a gran velocidad, ocupando cada uno un breve espacio de tiempo. Apenas unos minutos y prácticamente ninguna palabra le bastan a Scott para poner al espectador en situación.
La música de Bauhaus y su funesto mensaje se intercalan frenéticamente con planos de situación en los que vemos (como si de un sueño estreboscópico se tratase) el proceso de alimentación de una pareja: observación, seducción, juego y muerte.
Así, intercalando lugares y ambientes musicales (la jaula de Peter Murphy, los interiores de un local y un automóvil, una carretera que parece introducirse en el crepúsculo, una mansión clásica en medio de la ciudad moderna… todo ante nuestros ojos cambiando una banda sonora futurista por otra clásica, la música de Bauhaus da paso a la de Schubert…) y de pronto, los amantes vampiro de neón cambian el ansia de sexo por la sangre.
El deseo y el hedonismo se convierten en violencia y confusión. Scott introduce en su pesadilla neo-gótica retazos de un animal enloquecido que desarrollará un papel paralelo al vampiro en esta trama…
El alimento para el vampiro a través de la seducción supone la muerte para los humanos. Scott ha presentado en su película con aspecto de Spot televisivo y Videoclip la esencia intemporal de una criatura y su encrucijada entre dos mundos: el antiguo del que procede y el presente-futurista en el que pretende seguir reinando.
La propuesta de Scott resultó original y muy personal, pero no fue totalmente innovadora, de hecho surgió de un curioso asunto, digamos, novelesco.
La idea de «Reinas-vampiro» retrocede hasta la maravillosa literatura de Joseph Sheridan Le Fanu y su mítica Carmilla, trasunto literario de Erzsébet Báthory, de la que también brotaron las páginas de Alejandra Pizarnik o Valentine Penrose. En cuanto al cine, la condesa sangrienta se ha visto retratada en múltiples ocasiones, algunas mitos de la Serie B y nuestro Fantaterror, siempre bajo el sesgo de relación lésbica tan del gusto de producciones como la surgida a raíz de Carmilla, The Vampire Lovers (Roy Ward Baker, 1970).
En realidad, la primera idea de Scott para llevar a cabo The Hunger fue adaptar la novela de Anne Rice, Entrevista con el vampiro, que alcanzó a la postre la fama cinematográfica mundial con la adaptación de Neil Jordan en 1994. Así, el capítulo definitivo de este preámbulo literario llegó con la novela de Whitley Strieber, The Hunger, de la que Scott se sirvió para su relevo estético y —en cierto modo— argumental del vampiro.
The Hunger cuenta la historia de un trágico tríptico pasional basado en la alimentación física, hedonista y emocional de un vampiro milenario.
Miriam Blaylock (Catherine Deneuve) es un ser tan antiguo como el mundo y sus misterios más profundos y olvidados (Scott introduce muy a propósito el ancestral Egipto en la trama), que se alimenta de arte coleccionado a través de los siglos y amantes seducidos, consumidos y conservados como muertos vivientes en ataúdes que reposan en la buhardilla de su palacio adaptado a los nuevos y urbanos tiempos.
Miriam se muestra en todo momento —incluso cuando su vestigios humanos laten en forma de amor, deseo, dudas, miedo y remordimientos— como una entidad altiva y etérea. Sensual y sofisticada, el hieratismo habitual de Deneuve sirve como una poderosa herramienta narrativa para la película, pues su personaje se alza como algo inalcanzable, como una deidad representada a sí misma en forma de cariátide de carne y hueso que atrae a los humanos a su templo letal.
John Blaylock (David Bowie) es el enésimo Renfield en la colección de Miriam —la conexión entre este aspecto de la película y la obra maestra Déjame entrar es magnífica—, pues John reclama la parte humana de Miriam, pero no está dispuesto a vivir el capítulo en el que ha de pagar el inevitable precio por el privilegio de servir, amar y ser amado por Miriam.
La reina-vampiro es eterna, pero sus amantes de neón no.
The Hunger se desarrolla en torno al fin del ciclo vital de John, su negativa e intento de salvación mediante la interacción con el mundo exterior, y la súplica a Miriam por lo único que no puede darle: la muerte. El vampiro puede alimentarse y alimentar con seducción, pero no puede matar a sus amantes.
Sarah Roberts (Susan Sarandon), es el factor humano y el revulsivo y relevo emocional y sexual de John. Sus investigaciones científicas sobre la longevidad en primates (la analogía entre la condición primitiva de los simios utilizados en los experimentos y la naturaleza salvaje del vampiro supone un gran acierto), pone en tácita conexión a Miriam, John y Sarah.
La reina-vampiro desea un relevo, John desea cambiar su condición de objeto al servicio de Miriam para ponerse al servicio de la ciencia, y Sarah desea servir a la ciencia sirviéndose de John; hasta que su camino se cruza con el destino en forma de fuerza del mundo antiguo, de pulsión visceral primitiva, de oscura necesidad de alimento…
Scott arma el tríptico, pero no tarda en reducirlo. El mito caerá de forma progresiva; John ocupa su lugar en el mausoleo de recuerdos, Sarah abandona su rechazo inicial por una entrega y ambición crecientes por el nuevo mundo basado en normas ancestrales, y Miriam se enfrentará por primera vez en siglos a una situación que sacuda los cimientos del templo y dibuje en su rostro una expresión pérdida en el tiempo: el miedo ante la derrota, ante el fin de su ciclo y el relevo de su reinado.
Es cierto que el montaje de The Hunger asume un gran riesgo, y que aleja de la trama a no pocos espectadores, es cierto que hay momentos erráticos en los que resulta difícil justificar la caída de ritmo. Pero su poder estético y la narrativa con la aborda el relevo generacional del vampiro (además de las interpretaciones del trío protagonista), tienen bastante fuera como para hacer de esta una gran película que merece más justicia de la que recibe.
De hecho, personalmente me parece la mejor película de Scott, por encima de la mucho más celebrada True Romance, título que, irónicamente, también aquí sirve mejor a los propósitos de la trama.
En cualquier caso, este cuento crepuscular de luces y nieblas de neón sobre el deseo, el amor y la muerte, supone una bonita pesadilla del siguiente paso del vampiro.
John ha muerto en vida, Miriam ha caído, Sarah contempla su ciudad desde su castillo de cristal y cemento. Bela Lugosi’s Dead. El vampiro ha muerto. Larga vida a la nueva reina.
Larga vida a los amantes vampiro de neón y su película-videoclip…
https://www.primevideo.com/detail/The-Hunger/0IVACM6SBV4OOPUQDFUQZ2CKTU
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Diciembre 2023.