THE HARBINGER, BY ANDY MITTON.
The Harbinger, dentro del cine de terror y dentro del año 2022, es algo que podemos encontrar por duplicado. Por un lado, la absolutamente olvidable película de Will Klipstine; por otro, una más de las discretas y estupendas obras de Andy Mitton.
El cine de Andy Mitton es discreto en cuanto a producción y difusión, pero sus resultados crecen como valores exponenciales.
De hecho esa es la clave de la sólida estructura de sus formas narrativas: los valores con los que siempre cuenta el cine de terror, recipiente cinematográfico en el que se mezclan los géneros desde el inicio de los tiempos.
Mitton camina por estas sendas heterogéneas en las que el terror se alía con todos los elementos, siempre en favor de la película y nunca con un afán individual de protagonismo que derive en espectáculos vacuos, como sí tienen por costumbre otros géneros mucho más celebrados…
Lo cierto es que su anterior película, The Witch in the Window (2018) comparte con The Harbinger gran parte de los rasgos característicos que, pese a su breve filmografía, Mitton ya ha mostrado.
En sus dos últimos títulos, Mitton narra como en todos los cuentos de terror que se alzan sobre bases dramáticas, terribles, cómicas…
Tanto The Witch in the Window como The Harbinger, se desarrollan como un cuento de terror que, aun con sus defectos, logra un notable interés gracias al componente dramático del que se alimentará el miedo.
En ambas películas el factor espectral vive eternamente en un estado latente, hasta que el componente humano diluye la frontera, y todo aquello que es extraño y terrible cruza la línea y se muestra como una realidad grotesca alimentada exclusivamente por nuestras tribulaciones reales.
Es decir, Mitton traza una línea costumbrista en la que un relato dramático narra lentamente la relaciones sociales y familiares heridas de muerte por la incomunicación y la necesidad del individuo ante el colectivo.
Bajo esta línea tantas veces recorrida subyace el terror que habita en las profundidades de todos los seres humanos, y que, ante la fatalidad, The Harbinger saca a la superficie.
SOLOS EN LA OSCURIDAD.
LA MUERTE CONTRA EL MUNDO MODERNO.
Si bien en la anterior película de Mitton había ciertos elementos que no terminaban de cuajar, aquí cristalizan y permanecen sólidos todos los componentes humanos que alimentan el terror.
Como en The Witch in the Window, Mitton aborda en The Harbinger el miedo a través de un guion que alimenta la trama con relaciones y reacciones humanas y naturales. Solo que en esta ocasión la película se mantiene (por suerte) firme hasta el final.
Y eso teniendo en cuenta que el riesgo que asume es mucho mayor, pues meterse en un jardín como el de la pandemia supone un ejercicio acrobático que ha de sortear tópicos y lugares tan comunes que algo que, a pesar de ser reciente, ha resultado tan monotemático y omnipresente que ya está absolutamente manido.
Sin embargo, la sombra que se alza en The Harbinger supera cualquier escollo.
Mitton descarta el oportunismo que el COVID y su idiosincrasia podría ofrecerle, y alejándose del drama barato y gratuito juega con mucha habilidad para hacer del mal colectivo un terror individual.
La pandemia (tanto esta como todas las que el mundo ha visto), ataca al colectivo y encierra al individuo en pequeñas celdas en las que la muerte en vida se manifiesta más allá del sueño, dejándonos solos en la oscuridad, incomunicados y a merced de la muerte.
A merced también del sueño, del aliento insano que nos cerca en la forzosa soledad que genera la enfermedad común; así, surge la grotesca sombra a la que Mitton da la acertada forma que tenían los médicos que lucharon contra la peste, refugiados tras sus máscaras inquietantes y enigmáticas.
El terror subyacente bajo la dramática situación social, potencia el guion y las razones, objetivos y relaciones de los personajes que ven como los límites entre el terror de las pesadillas y la incierta sombra de la realidad cae sobre ellos.
Mitton carga el peso de este ancestral cuento de terror que viene a recordar al mundo moderno su fragilidad e insignificancia sobre Monique (Gabby Beans), un personaje que desafía las barreras impuestas por la enfermedad que amenaza con cercarnos ante la muerte colectiva, generando pesadillas que hemos de atravesar como individuos.
The Harbinder se alza y proyecta sobre el colectivo como la última sombra del cuento de terror que el mundo moderno pretende haber erradicado.
Se alza sobre nosotros, sobre un mundo que lo único que puede dar por seguro es que tal vez un día no podamos salir de nuestras celdas, tal vez no volvamos a ver a nadie, tal vez la muerte nos acompañe el resto de nuestra vida, como ese sueño grotesco.
Como esa sombra que aquí, en este drama sobrealimentado por el terror, se alza y tiene nombre, el de una película magnífica:
The Harbinger.
https://www.primevideo.com/-/es/detail/0KR8NEXA7A1J68WRJPB2ROILQI/ref=atv_dl_rdr
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Enero 2024.