LLAMAN A LA PUERTA. SHYAMALAN Y LOS CUENTOS DEL FIN DEL MUNDO.
Llaman a la puerta no es la primera película en la que el controvertido M.Night Shyamalan pone sus habilidades como director al servicio del cine fantástico y de terror bajo su particular forma narrativa.
Existe un figura imprescindible en la cultura universal, una pieza clave para cualquier civilización que se precie de serlo: el cuentacuentos, el narrador de historias en su sentido más clásico y estricto, una figura injustamente olvidada y resucitada cinematográficamente de forma romántica y casi heroica por Shyamalan.
Al igual que sus antecesores a lo largo de la historia, Shyamalan se ha visto injustamente encasillado, acusado por la ferocidad de quienes no ven más allá de un narrador infantil, excesivamente suave y carente de profundidad.
Nada más lejos de la realidad.
Como cualquier narrador clásico con talento, Shyamalan reduce la tensión de la tragedia, demostrando así una habilidad envidiable, pues sus historias versan sobre aspectos especialmente duros de la vida, al tiempo que aporta un trasfondo y una serie de significados ocultos bajo una capa infantil propia de los cuentos más tradicionales, y en esos cuentos, como en la obra de Shyamalan, habitan todos los horrores que la humanidad pueda imaginar y llegar a cometer.
Incluso aquellos horrores que pueden luchar contra el fin del mundo cuando sus mensajeros llaman a la puerta.
MIRAR A LA MUERTE A LOS OJOS.
LOS MENSAJEROS MALDITOS.
Como en los cuentos ancestrales, todo en Llaman a la puerta surge del interior del bosque, como en una parte considerable de la filmografía de Shyamalan, el bosque, la religión, las creencias en fuerzas que trascienden los límites humanos (ya sean físicos, espaciales o emocionales), amparan y crean sociedades más o menos numerosas y organizadas para afrontar el fin del mundo que conocemos, que la humanidad ha fabricado a su medida.
Si en una de sus mejores películas (The Village, 2004), Shyamalan hizo del cine un cuento terrorífico que ocultaba en el último reducto del bosque la realidad de una antigua sociedad creada para formar un nuevo mundo ajeno a la destrucción de la era moderna, en su última película hasta la fecha —que tras el discutido tropiezo que supuso su anterior título, Old (2021)— se alza como una nueva pieza maestra, todo surge de la profundidad del bosque, todo mira al espectador a los ojos.
Todo, en definitiva —incluso teniendo en cuenta el derroche de dirección e interpretación que supone la película— se basa en la profusa narrativa visual que caracteriza al autor, y que (tal vez) aquí se muestra más elocuente que nunca. Tanto, que por arriesgado que suene y difícil resulte semejante elección, me lleva a escoger esta como la mejor de sus obras hasta la fecha.
El terror de Llaman a la puerta se desarrolla en base a la humanidad como medio para el fin de sus días; se basa en el amor entre dos personas, extendido y transformado en amor familiar, en amor paterno-filial que rompe moldes, barreras espacio-culturales y costumbres. Se basa en el amor como acto de fe definitivo en la humanidad que (como en las religiones), exige un sacrificio de la parte para salvar el todo.
Un sacrificio con el que Shyamalan elimina la figura del verdugo, transformando a todos los implicados en víctimas.
Estas son las bases sobre las que el autor asienta su cuento acerca de los nuevos jinetes del apocalipsis que han de sacrificarse y sacrificar al paradigma del nuevo mundo, del nuevo orden social que busca vivir en paz y disfruta del amor que le es propio, aislado en la naturaleza, lejos de los lugares donde un poder terrible arrasa el mundo y sus artificios, un mundo que en esta cabaña sumida en la naturaleza parece ajeno e insignificante.
Todo este terror se basa en estos elementos, pero surge del bosque y se cierne sobre los rostros y espacios cerrados al destino de la humanidad que ha de decidirse entre los seis condenados a ser los amos del destino universal. Y todo esto expuesto mediante planos desbordantes de narrativa que miran casi invariablemente a la altura de nuestros ojos, obligándonos a mirar a la muerte —y a sus manifestaciones— a la cara.
El cuento surge del interior del bosque como una sensación invisible. Wen (Kristen Cui) juega en las inmediaciones de la cabaña en la que sus padres, Eric (Jonathan Groff), y Andrew (Ben Aldridge), disfrutan de sus vacaciones. Mientras Wen caza y encierra a sus víctimas —insectos atrapados en un bote a los que no tiene la menor intención de causar daño— observa el interior del bosque. No ve nada, nosotros tampoco, pero allí, en el origen de los cuentos, hay algo que se acerca, que pronto caminará sobre este lado del mundo y traerá la fatalidad.
Después, sin más, Leonard (Dave Bautista) desvela su posición, establece contacto con Wen, (aquí asistimos a un maravilloso trasunto cinematográfico de la creación de Miguel Ángel o el Frankenstein de Shelley y Whale), y poco después revela dos cosas: su misión fatal y la identidad de los mensajeros malditos que comparten su funesto camino.
Adriane (Abby Quinn), Redmond (Rupert Grint) y Sabrina (Nikki Amuka-Bird), se unen a Leonard, y los cuatro nuevos jinetes avanzan a su pesar hacia el fin, que no es otro que evitar por todos los medios el destino fatal que avanza inexorablemente, muy lejos de esa puerta a la que los mensajeros malditos se ven obligados a llamar.
Shyamalan desata todo el poder de su narrativa, y en el espacio reducido al mínimo de una cabaña, con los ojos de la muerte retando a la esperanza mirándonos, el tiempo de la película se completa con una serie de Flashbacks que, si bien pueden resultar de dudosa necesidad, no restan un ápice de eficacia al nuevo cuento de terror ancestral en el que los poderes telúricos amenazan a la humanidad.
Los mensajeros malditos llaman a la puerta, la muerte nos mira a los ojos, y tal vez, los condenados por la especie sigan las señales y se sacrifiquen por la humanidad, reducida al amor familiar que Shyamalan utiliza como una ilusión ante el horror.
Pero ese truco es lo de menos, lo que realmente importa es el nuevo cuento terrible e inocente a la vez que Shyamalan ha escrito para el cine.
Un cuento que nos sostiene la mirada a la altura de los ojos.
https://www.primevideo.com/-/es/detail/Llaman-a-la-Puerta/0RFL7NLPJ6WE5OJSMZDG3Q4I8N
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Enero 2024.