COBWEB.
LA REBELIÓN DE LOS CLÁSICOS.
El primer largometraje de Samuel Bodin, Cobweb supone mucho más de lo que parece dentro del cine de terror actual.
Supone una especie de rebelión en contra de las normas que pretenden regir el género hoy en día, y supone especialmente una reivindicación del terror cinematográfico narrado a modo de cuento.
Manejar todos los elementos de los que se compone Cobweb implica correr un riesgo elevado, pues por un lado debe vencer todos los prejuicios nacidos de los trucos que han venido agotando los recursos y la atención del espectador de terror desde hace años; y por otro debe suscitar el interés de un público que espera exactamente aquello que lo ha llevado a perder el interés por el género.
Pero, paradojas aparte, Cobweb se mantiene forme y sale más que airosa en su empeño por contar una de esas historias de miedo que, pase lo que pase, jamás han perdido eficacia y valor.
COBWEB. SENCILLAMENTE, UN CUENTO DE TERROR.
Cobweb es una película modesta, una película que posiblemente no logre ocupar un puesto destacado en las actuales formas de distribución, que seguramente padezca comentarios hostiles e injustos y que, desafortunadamente, termine olvidada para la mayor parte del público. Pero, al menos aquí, tendrá un lugar en el que se aprecia su valía, que no es poca.
A estas alturas de casi cualquier película de terror es fácil sentir desdén ante los sótanos oscuros que descienden hacia las profundidades de casas siniestras, es fácil pasar de largo ante familias disfuncionales y niños extraños y solitarios, es fácil ignorar grupos ataviados con máscaras que protagonicen una «Home Invasion», y es fácil rodear calles o jardines sembrados de calabazas.
Es fácil, pero hacer una película que sencillamente resulte un cuento de terror que utiliza todos esos elementos que tan fácilmente despiertan el rechazo, es algo complejo, es un reto del que pocos salen airosos.
Pero en este jardín sembrado de muerte en forma de calabazas y huesos bajo tierra, toda flor del terror brota y se alza orgullosa de su condición.
Aquí, en esta casa de paredes de papel que albergan viejas tristezas e insospechadas metamorfosis, en esta casa que funciona como un teatro de sombras que se mueven y acechan más de lo que protegen, en esta casa habitada por voces que susurran en la oscuridad que alimenta la soledad de un niño y deforma la figura bondadosa de sus padres… en esta casa que contiene una puerta que en su grotesca y malsana arquitectura parece invitar a una nueva Alicia a descubrir nuevas realidades, nuevas maravillas monstruosas…
En esta nueva casa del bosque se desarrolla un clásico cuento en un mundo moderno.
Sencillamente, un cuento de terror…
Los escasos puntos débiles que —en su modesta naturaleza— muestra Cobweb se hallan precisamente en sus concesiones al mundo exterior, a la rutina social que a todos nos resulta un hecho conocido y que, aunque no llegan a suponer un verdadero lastre, sí encajan difícilmente en una historia que no necesita más que aquello que la sustenta: tres personajes, una casa de cuento de brujas, y la sombra de una voz tras el papel de las paredes.
Cobweb bien podría ser el resultado del imaginario y el argumento de otros dos cuentos clásicos y olvidados; The People Under the Stairs (Wes Craven, 1991) y Spider Baby (Jack Hill, 1968), pues mezcla hábilmente las claves que los títulos —y más relativamente— los argumentos de ambas películas, pero siempre en favor de la identidad propia que —a pesar de todo lo que creemos saber y haber visto—, logra mantener.
Esos tres personajes (Peter y sus padres, Mark y Carol), cercados por sombras, secretos y susurros que viven esta casa embrujada en un bosque que parece haber brotado en medio de una ciudad solo para ponerse al servicio de la película, se hacen realidad gracias a las estupendas interpretaciones de Woody Norman, Anthony Starr y —muy especialmente— Lizzy Caplan, que descomponen este retrato familiar en el que todas las figuras se deforman, todos los roles se difuminan en la oscuridad, y todo aquello que parecía suelo firme se desvanece en el profundo secreto que crece, observa y susurra tras las paredes de papel.
Cobweb no es lo que parece. Es mucho más de lo que creemos saber. Es, sencillamente, un elaborado, modesto y bonito cuento de terror que desafía a todas las fuerzas que tiene en sus contra. La rebelión de los clásicos contra el mundo en el que están condenados a morir olvidados.
Es esa forma que tan imposible parece ser en el cine actual. La del terror ancestral, tan poderoso e infinito como las formas de los malos sueños…
https://www.filmin.es/pelicula/no-tengas-miedo-cobweb
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Enero 2024.