LA PODEROSA ÉPICA IMPERIAL.
La serpiente blanca se alza y muestra su sonrisa letal para reivindicar dos cosas: su extraordinaria calidad dentro del cine de animación y la vigencia del cine «Wuxia» más allá de las maravillosas películas de Zhang Yimou.
Existen filosofías y artes cinematográficas orientales más allá de las obras maestras que nos brinda el cine japonés. El Wuxia es un género literario que extiende su naturaleza a la televisión y el cine.
A diferencia del cine nipón, más vehemente y espectral, la narrativa del género por excelencia de la China imperial y mitológica se basa en una mezcla entre la filosofía como religión, las artes marciales practicadas por guerreros que parecen poseer dotes sobrenaturales, y un sentido del honor más próximo a la paz y el amor que al terror o la épica que perfilan las sombras del sol naciente.
Sin embargo, esto no significa que el Wuxia sea un género poblado por seres más inocentes o débiles que los del cine japonés. Todo el cine oriental -independientemente de su origen- es tan bonito como poderoso.
Existe una creencia que sostiene la debilidad del Wuxia en nuestros días, dejando en meras anécdotas sus películas más representativas: Huo shao hong lian si (The Burning of the Red Lotus Temple, Zhang Shichuan, 1928) Dubei Dao (El espadachín manco, Chang Cheh, 1967) y Xia Nü (A touch of Zen, King Hu, 1971).
Estas tres películas -la primera perdida literalmente y sus dos sucesoras caídas en el olvido- dan fuerza a la supuesta debilidad del Wuxia, pero a lo largo del todavía breve recorrido del siglo XXI, hemos asistido al menos a tres demostraciones de su poder: Wo hu cang long (Tigre y dragón, Ang Lee, 2000) y la apuesta doble de Zhang Yimou con Ying Xiong (Hero, 2002) y su reciente y espectacular pieza maestra: Ying (Sombra, 2018).
El poder del Wuxia es indiscutible.
Sin embargo, el cine imperial no guarda sus secretos únicamente bajo héroes y magos de carne y hueso. Su cine de animación es terrible y poderoso como el dragón.
La serpiente blanca lo demuestra.
LA SERPIENTE BLANCA.
AMOR FRATERNO, HUMOR Y ÉPICA FANTASÍA.
La criatura hermosa, mitológica y fascinante que se alza en forma de serpiente blanca proviene de la unión de dos mentes.
Amp Wong y Zhao Ji Ping conducen su creación muy hábilmente por una senda en la que el héroe es aparentemente masculino; pero el poder de la película -tanto el del bien como el del mal- reside en figuras femeninas dotadas de enigmáticas dotes que guardan los misterios de las artes marciales.
Una de las armas más poderosas con las que el cine ha contado a lo largo de su historia es la animación, un recurso qua la serpiente blanca explota al máximo gracias al impresionante trabajo de los estudios Light Chaser Animation. Gracias a su aportación los recursos de la película son ilimitados.
Así, una historia cuyo hilo conductor basado en una historia de amor que -por manida y anodina- puede generar desde escepticismo hasta rechazo, estalla y se expande como un cosmos poblado por criaturas fascinantes.
La serpiente blanca alberga tras sus colmillos una miríada de estrellas oscuras en forma de guerreras, oscuros enemigos, magos y brujas, cómicos hechizos, héroes caricaturizados y la presencia (ambigua en cuanto a su actitud ante el bien y el mal) de un demonio-zorro bajo la forma fascinante que la animación oriental suele otorgar a las criaturas femeninas.
Esta oscuridad que fusiona en cierto sentido el espíritu del Wuxia más puro con la teatralidad espectral japonesa, es el elemento definitivo de la película. La fuente de la que emana su poder, pues ese es precisamente su rasgo más característico.
La serpiente blanca es una película poderosa.
Lo es, y lo demuestra mediante una animación precisa que genera mundos y seres fascinantes moviéndose a un ritmo frenético, potenciando así el espectáculo visual por encima de la trama.
Esto supone una jugada maestra por parte del dúo de directores, quienes someten un argumento a priori carente de interés, a las formas fascinantes surgidas del poder oscuro de la animación, un poder capaz de hacer realidad cualquier imaginario, aun tratándose de uno tan extenso como el oriental.
Ese es el mayor desafío de la serpiente blanca. Someter al espectador a un hechizo que anteponga la forma al fondo ante sus ojos, para lograr mediante la mágica influencia de la épica oscura, que las aventuras de los protagonistas transcurran como un cuento poderoso, inquietante y maravilloso.
La serpiente blanca conoce su punto débil, pero su poder se basa en saber cómo ocultarlo.
La serpiente blanca es una película poderosa.
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Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Junio de 2022.