PRICE-BURTON. VINCENT-TIM.
En Vincent, la breve -y de inmenso calado y calidad- oscura y prima ópera de Tim Burton, la unidad es indivisible. No hay ni un solo fragmento mejor que cualquier otro.
Todo nos conduce directamente a la cima del abismo.
La base sobre la que se asienta la parte regular de la carrera de Burton, es sólida, enorme en cuanto a significado y contenidos y ante todo, corta, por eso no puede dividirse.
Todo es aquí maravilloso, oscuro y hermoso.
Lo verdaderamente significativo de la piedra angular de Burton no es su alter ego, como tampoco lo sería posteriormente en Beetlejuice, Eduardo Manostijeras o Ed Wood, ni tampoco su maravilloso imaginario. Lo realmente importante en Vincent es lo que hay en el fondo, en ese lugar de donde afortunadamente no es posible huir.
VINCENT.
DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS.
Sobre la superficie, Vincent es un llamativo cortometraje de animación que pretende rendir un sentido homenaje a Poe, Corman y Vincent Price, además de poner sobre el tablero el talento y la imaginación de un tipo que, sirviéndose de todo el imaginario expresionista, tiene mucho que decir.
Vincent es la hoja del cuchillo con el que Burton abre una herida en la oscuridad, y cuando esa herida sangra, vierte luz sobre las sombras. Así, podemos ver con claridad las criaturas grotescas que habitan en el fondo, allí donde encontramos lo que la luz del día nos impide ver.
Burton nos lleva al epicentro de la existencia, de la imaginación, de la verdadera razón de ser, nos lleva donde viven los monstruos.
A nivel narrativo y cinematográfico, Vincent es un pequeño milagro. En menos de diez minutos de metraje y sin imagen real, Burton conduce al espectador por todas las fantasías imaginables, y a través de prácticamente todas las referencias existentes, tras abrumarlo con pesadillas, remordimientos y fantasmas que jamás se cansan de perseguirnos, centra al espectador de nuevo ante el objetivo final de la película: el poema cinematográfico, la declaración de amor de un alumno a sus maestros.
Vincent alcanza la cima del dolor más profundo, y allí, convertido ya en una sombra, Burton extrae su último aliento y obliga al espectador a escuchar la que posiblemente haya sido la forma más bonita de recitar El cuervo.
Tanto en su versión original con Price poniendo voz al último aliento de Vincent, como en la versión maravillosamente doblada, el espectador -ante la tenue luz que revela lo que ocurre donde viven los monstruos- escucha los versos y cae rendido ante la siniestra sonrisa que las sombras muestran como inquietantes y grotescas manchas de luz.
Observen y escuchen, todo está ahí, escondiéndose de la luz.
https://www.youtube.com/watch?v=ruD0CTMsNF8
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Junio 2021.