WELLES & SHAKESPEARE. LOS PILARES DE LA TIERRA.
Antes de hablar de Otelo en concreto y de Orson Welles en general, debo decir que hay algo que siempre me resultará imposible, y no solo en el ámbito cinematográfico.
En la música, literatura, escultura, arquitectura, pintura, teatro, etc, jamás podré escoger una obra favorita, y así, tampoco podré quedarme solo con un director.
Sin embargo sí puedo formar un conjunto, un todo uniendo estas partes. Un director, una película y una secuencia. Ese conjunto representa el director y la secuencia que más han marcado mi visión, mi forma de hacer las cosas.
Yo me debo a un número casi incontable de partes, pero antes, me debo a un todo. Por estilo, lenguaje y filosofía vital: Orson Welles y la secuencia que abre su adaptación de Otelo.
Esa secuencia dura aproximadamente cuatro minutos y veinte segundos, pero no he podido encontrarla entera para ponerla aquí, por lo que trataré de explicarme lo mejor posible dejando lo demás en sus manos. Es decir, cojan la película con las manos y véanla con los ojos, la mente y el corazón. El desmayo previo al coma vendrá solo.
Trataré de ser lo más claro que pueda.
Vamos al lío.
Antes de abordar la secuencia, debemos tener claro el planteamiento narrativo que Orson Welles extrae de Shakespeare en general y de Otelo en concreto: Venecia es la luz, Desdémona el aire, Otelo el abismo más oscuro en el que podemos caer, Yago una sombra errante encadenada a todo ser humano y Emilia el contrapunto, el valor, la lógica y la honestidad de la que carecen los hombres.
Teniendo en cuenta esto, intentaré elaborar una especie de escaleta, de esquema cronográfico en el que explicaré lo que yo veo.
OTELO EN DECONSTRUCCIÓN. LA NARRATIVA DE ORSON WELLES.
00:00 – 00:12: Welles abre fuego desde lo más profundo de la oscuridad, desde el abismo en el que Otelo, el hombre y el crimen conviven. Así, el rostro de Otelo, el crimen tras recibir el castigo aparece en escena, la cámara asciende, oscila y se posiciona para mostrarnos el camino, el último sendero que recorrerá Otelo.
00:30 – 01:00: La cámara nos saca de la oscuridad introduciéndonos de lleno en la razón de ser visual de la película: la sombra y la luz, el contraste y la aparente inestabilidad, una inestabilidad que irónicamente se equilibra en todo momento. Por eso Welles puede permitirse un plano contrapicado y holandés aunque narrativamente no esté justificado más allá de la estética, porque el equilibro que Welles establece no es sólo visual, es decir, aquí todo crimen recibe su castigo, todo sigue el camino que Welles traza, solo tenemos que dejarnos llevar a su propio mundo, el único mundo donde su norma de saltarse las reglas funciona a la perfección.
01:00 – 01:08: Otro de los pilares básicos del genio visionario y casi onírico de Welles irrumpe en escena: la composición. Welles entra en el primer minuto de metraje abandonando el contrapicado pero manteniendo el plano holandés y nos muestra algo que nos vuela la cabeza: a la izquierda del cuadro, en segundo término, unas miniaturas medievales, unas sombras expuestas a la luz del día portan el castigo y el crimen, el cadáver de Otelo avanza bajo la luz blanca de un cielo veneciano que en ningún momento sobra en el cuadro, pues Welles recurre a Velázquez, y siguiendo las enseñanzas del genio sevillano, «pinta el aire» con unas nubes tan elegante y sutilmente escogidas, que justifican plenamente todo ese espacio a rellenar. Mientras tanto, a la derecha del cuadro, tres soldados forman una línea en perspectiva, un bloque que equilibra el desnivel del plano compuesto por Welles, así apoya visualmente su propuesta narrativa. El mundo sustenta su equilibrio en la iglesia y el poder militar.
01:08 – 01:17: El plano holandés desaparece, la cámara se alinea con el horizonte y Welles cambia las distancias para situar nuevas sombras sobre esa luz veneciana que reclama a Velázquez. Aquí Welles juega otra de sus bazas fuertes, los juegos con la profundidad de campo. En este plano todo tiene cabida, en esta especie de trampantojo un cortejo fúnebre sigue avanzando, pero tanto quienes lo forman como los soldados de la torre que permanecía oculta a nuestros ojos en el plano anterior pasan a ocupar un segundo término en un plano general que trae a primer término unas nuevas sombras contrapuestas a la luz, de pronto una cruz que roza en su entrada los límites del plano, (es decir, toca el cielo, deduzcan ustedes mismos…), irrumpe en escena, y Welles, ese mago visual, ese tramposo maravilloso e irrepetible, cruza los cadáveres de Otelo y Desdémona en un plano general en el que desaparecen las distancias.
01:28 – 01:42: En este tramo de la película, Welles cierra el plano pero mantiene la tónica general, y como el extraterrestre que era, nos tira por tierra. Desdémona se mezcla con Otelo, las profundidades de campo también se cruzan, el crimen se fusiona con el castigo, y Welles los hace fluir ante nuestros ojos mientras se revuelca en su genio como un gorrino en el barro. Y a nosotros, sólo nos queda llorar de gratitud.
01:55 – 02:01: Aqui Welles nos concede un breve respiro, «limitándose» a ofrecernos una «simple» composición con un plano contrapicado en el que los soldados parecen sostener el avance del cortejo fúnebre.
02:01 – 02:21: Aquí nos explota la cabeza sin piedad. En el mismo plano, Welles mete a Desdémona, Otelo y Yago. Contrapica y desnivela la cámara recurriendo de nuevo al plano holandés. Los cadáveres avanzan lentamente y de pronto Welles obliga al crimen a cumplir su castigo. Yago, la sombra de Otelo irrumpe encadenado en el plano y cruza la silueta de Otelo. Welles endereza la cámara y la sombra es obligada a cruzarse con Desdémona. De desmayo directo.
02:21 – 03:32: Tras ser conducido a su final, Yago, esa sombra errante, es introducido en su celda y el genio de Welles nos golpea de nuevo. Desde un plano subjetivo irrepetible, la cruz de la celda compone el cuadro: Sobre el cielo de Velázquez, una diagonal cruza la escena de derecha a izquierda y traza la perspectiva de los cadáveres de Otelo y Desdémona. A la derecha del cuadro, la torre alza las miniaturas silueteadas que vigilan como el crimen es obligado a contemplar su castigo justo antes de ser elevado a su última posición en el mundo.
03:32 – 03:38: Desdémona y Otelo abandonan esta tierra al abrigo de los muros de un castillo seccionado a la mitad por la sombra y la luz. Yago alcanza su última estancia y desde allí, en un maravilloso y sutil gesto interpretativo contempla la luz blanca veneciana en contraste con las sombras de los muros que ocultarán para siempre su crimen, el de Otelo y la inocencia de Desdémona.
03:38: La secuencia llega a su fin, y antes de que la película alcance su inicio, Welles nos arroja al abismo, a la profundidad de un fundido a negro que precede a los créditos iniciales, allí donde Otelo recela, Yago conspira, Desdémona y Emilia claman por la venganza y el espectador se desmaya antes de entrar en coma.
Y a continuación, la película.
Gracias por enseñarme el camino, Orson Welles. Gracias por enseñarnos el camino, William Shakespeare. Siempre estaré en deuda con vosotros.
Espero haber sido claro acerca de mi mundo oscuro. Vean la película y lo entenderán.
https://ok.ru/video/1643272473110
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.