WELLES & SHAKESPEARE. LOS PILARES DE LA TIERRA. VOL II.
Para hablar de una de la muchas campanadas cinematográficas que Orson Welles dio a lo largo de su carrera, nada mejor que su película Campanadas a medianoche.
Hay cosas que jamás ocurrieron, y sin embargo no dejan duda alguna de como habrían sido en caso de ocurrir. Una de esas cosas es la respuesta que Shakespeare habría dado a quien le preguntase qué director de cine le gustaría ser:
Orson Welles, amigo mío, no lo dudéis.
Orson Welles dirigió a Shakespeare hacia el cine, y Shakespeare habría inventado a Orson Welles para sus obras: el Falstaff del siglo XX se adaptó perfectamente a su papel.
Welles era irreverente, irónico, inteligente, escurridizo, fanfarrón, hedonista, egocéntrico, valiente por naturaleza y cobarde por necesidad si se daba el caso. Tenaz y visionario, Welles era un vagabundo del cine, un genio sin dinero buscando a millonarios sin talento que le permitiesen dar las campanadas que mantendrían despierta a la humanidad.
CAMPANADAS A MEDIANOCHE. ORSON WELLES Y EL MONTAJE.
Precisamente allí, en la medianoche del cine, Welles hizo sonar esas campanadas que nos guían hacia la esencia misma de Welles, un personaje que Shakespeare habría creado para llevar sus obras a la cima del cine, allí donde ese canalla maravilloso hace que el espectador se desmaye.
Allí, en la cima de estos asuntos, Welles nos proporciona la secuencia -dejo enlace a pie de texto- que posiblemente reinventó para siempre el concepto del montaje.
Como el buscavidas ingenioso que era, Welles tenía un talento técnico inimitable y a prueba de toda falta de recursos económicos, si a eso le sumamos una capacidad narrativa y una sensibilidad artística que deja sin aire a la más insensible de las almas, tenemos esta barbaridad.
Welles pone en manos de un reparto teatral, isabelino, clásico y tremendamente correcto la introducción a su delirio bélico que resume la esencia de la guerra: niebla, sangre y barro. Es decir, mierda. Es decir, la condición básica del ser humano que Shakespeare escribió y Welles filmó.
Y tanto que lo hizo.
Campanadas a medianoche es un acto de amor a todo aquello que en realidad sostiene el mundo, un acto llevado a cabo superando todas las limitaciones imaginables mediante un talento inimaginable que poseía a este loco lo bastante cuerdo como para montar esta demencia de secuencia: unos 392 planos con los que Welles somete al espectador a la desesperación de la situación, mediante un montaje voluntariamente desordenado, sucio y vertiginoso.
La guerra, la condición humana, al fin y al cabo.
Welles/Falstaff acorrala al espectador, engaña al inversor y hace asomar desde la tumba el colmillo goteante de Shakespeare, quien puede morder por última vez antes de que el sonido de las campanadas a medianoche se apague y el espectador se desmaye antes de entrar en coma.
Enlace a la secuencia: https://youtu.be/etNNWp0aW-Y
Película disponible: https://ver.flixole.com/watch/fc7ed144-b780-4a8a-9c7e-138f17fb688b
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.