KAFKA & WELLES. EL FILOSÓFICO CINE DE TERROR.
Ante El proceso escrito por Franz Kafka y filmado por Orson Welles, puedo hablar de cine de terror.
Por muy extraño que a priori pueda parecer, puedo permitírmelo, ya que en esta especie de plano secuencia en el que los delirios kafkianos tienen el permiso de Orson Welles para moverse libremente, todo nos conduce por un laberinto imposible, neurótico, burocrático y existencial.
Es decir, por el terror.
Welles coge el papel de Kafka, nos da la lección definitiva sobre la dirección de casting -si se fijan bien en el reparto se les detendrá la respiración- y una vez que los personajes están en las mejores manos, la esencia de la grandeza empieza a hacer lo suyo, hacer que lo que es casi imposible parezca sencillo.
EL PROCESO. ORSON WELLES EN EL LABERINTO.
Tras abrir fuego con una secuencia inicial sin antecedentes, en forma de cuento animado, con un profundo calado filosófico y la arrebatadora música del Adagio de Albinoni, Welles abre puertas que nos llevan de una estancia a otra del laberinto existencialista en el que Kafka encierra al creador de ese laberinto, el ser humano.
Para hacerlo, huirá de las fronteras anglosajonas, y establecido en Europa, entre Alemania, Italia y con Francia y las musas Jeanne Moreau y Romy Schneider a la cabeza, llevará al humano a la cima.
Ese ser humano deambula por la película guiado por la visión extraterrestre de Welles, a lo largo del caos burocrático y opresor, totalmente carente de empatía y piedad creado por él mismo; Perkins huye de la máquina social que como ser humano ha contribuido a crear a través de esas puertas que Welles abre.
Una más de las grandes virtudes de El proceso, es haber adelantado el visionario camino que unos veinte años después continuaría Terry Gilliam en su crónica sobre el terror burocrático y el vacío social en la maravillosa y delirante Brazil.
Ni él, ni el resto de personajes, ni el espectador sabe de dónde viene ni a dónde va, nadie sabe qué época del año es, ni el día, ni la hora, si es de día o de noche.
No sabe de qué se le acusa ni el motivo, no sabe quién envía a quienes vienen a buscarlo, ni quiénes son esos tipos que han venido a por él. Recorre las diversas estancias que hay tras las puertas que abre, pregunta constantemente sin obtener respuesta y huye hacia ninguna parte sin lograr librarse de ese ambiente gris en el que el aire parece ser tan pesado que cuesta respirar.
El hombre libre recorre todas las celdas en las que transcurre su vida, (tribunales, templos, estrados, púlpitos, juzgados, iglesias…), mezclándose con las sombras convenientemente expresionistas proyectadas por las luces de Welles y la maravillosa y turbadora fotografía de Edmond Richard.
El hombre libre existe, pero no sabe el motivo, huye pero no sabe de quién ni hacia dónde. Ese es el proceso mediante el cual Welles provoca el desmayo previo al coma del espectador.
El proceso nos habla del ser humano en su estado más puro, el destructivo. Eso es cine de terror.
https://www.filmin.es/pelicula/el-proceso-1962
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.