SIDNEY LUMET.
MENOS ES MÁS. VOL.III.
Partiendo del maravilloso Eugene O’Neill, Sidney Lumet demostró con su película Larga jornada hacia la noche, lo que el teatro es para el cine.
El teatro es —a grandes rasgos— un gran ataúd de madera abierto en el que aparecen fantasmas que viven solo para mostrarnos sus historias. Sobre las tablas de esa tumba abierta la vida transcurre mezclando el sonido de las sonrisas y la tristeza con el crujir de la madera de la que todos deberíamos estar hechos.
El cine es su hijo predilecto, y como tal pretende superarlo. En algunas ocasiones, desafiante y vanidoso, intenta adueñarse del teatro. El alumno pretende vencer al maestro, cuando en realidad se produce una alianza de la que todos nos beneficiamos.
Sidney Lumet siempre ha sido un director práctico y sensible, un poeta eficaz tan hábil como para dejar los versos reducidos a la esencia de la historia, sin artificios ni rodeos.
El día en que decidió convertir el teatro en cine y el cine en teatro, se mantuvo fiel a sus principios.
Cuando Eugene O’Neill abrió su ataúd para contar su propia historia le regaló a la humanidad una larga jornada hacia la noche, y cuando Lumet decidió convertir el teatro en cine, lo hizo con el respeto propio del poeta pragmático que es.
LARGA JORNADA HACIA LA NOCHE. EL ROSTRO DE LA INFELICIDAD.
Las luces de la escena se limitarían a proyectar sombras sobre las tablas del ataúd, los fantasmas de O’Neill se limitarían a moverse libres en la tumba en la que están encerrados, y el público enmudecería ante un guion que en las manos y los rostros de Katherine Hepburn, Ralph Richardson, Jason Robards y Dean Stockwell se convertiría en la esencia misma del dolor, la felicidad, la ambición, la tristeza, la envidia, el amor, los celos y la soledad.
Larga jornada hacia la noche es una lección vital que O’Neill escribió y Lumet filmó.
Lumet deja claro en cualquier momento de la película todo lo que planteo. El ataúd abierto cerca a los fantasmas, transformándose en una celda, y el espectador asiste a través de sus rejas al descenso al infierno de Katherine Hepburn y los rostros de quienes le acompañan en su largo viaje de vuelta hacia la noche.
Un viaje doloroso en el que las mentiras y los sentimientos ocultos van convirtiéndose en realidades.
Lumet cerca progresivamente a los fantasmas, cuanto más cierra el plano, más acerca al espectador a los rostros, sombras que buscan algo de luz, un bálsamo que alivie la verdad que Lumet les obliga a asumir, pues cuando el plano se cierra fingir ya no es posible.
Solo queda reconocer la realidad.
Cuando el viaje se acerca a su fin y la noche se cierne definitivamente sobre los fantasmas, Lumet le da licencia a Hepburn para soltar lastre y aliviar el dolor.
La cámara invierte el camino, y tras mostrar los últimos primeros planos, arroja luz sobre las sombras del plano general que muestra la paz que todos esos fantasmas habían ido a buscar al final de esa jornada.
Un plano sobre el que cae el telón, envolviendo suavemente al espectador, aliviando la bonita tristeza que se adueña de todo aquel que tenga la feliz idea de enfrentarse a esta película maravillosa.
Sydney Lumet es la mejor mezcla entre un poeta sensible y un tipo al servicio práctico de la película que he visto jamás.
https://www.filmin.es/pelicula/larga-jornada-hacia-la-noche
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.