EL ALIENTO DEL MONSTRUO MARINO.
Entre su película más icónica –Halloween– y su cima cinematográfica –The thing– John Carpenter le regaló a la humanidad su cuento de terror más bonito, disipado por las luces de sus éxitos: La niebla.
La niebla es la película de Carpenter más deudora de su nombre, pues todo lo que ocurre transcurre a un ritmo denso, misterioso e inquietante.
La trama, los personajes y los puntos álgidos de la película, sus trampas y trucos para sobresaltar al espectador se mueven lentamente, como si la niebla -ese aliento espeso y viciado del monstruo marino que Carpenter elevó a la cima de la montaña Hollywoodiense- lo envolviese todo impidiéndole huir, reteniendo la mirada del espectador ante los ojos rojos de los fantasmas que emergen del lugar más fascinante de la tierra: el mar.
La niebla resulta fascinante por la maestría de Carpenter. Sobre el papel no va más allá de un telefilm, o un subproducto que imita a la serie B. Pero Carpenter convierte la premisa en algo exponencial, y lo hace sosteniendo la película en tres puntos clave: el aislamiento colectivo de espaldas al mar extraído de Hitchcock en Los pájaros, la muerte que surge del mar cercando a los habitantes de la tierra extraída de Spielberg en Tiburón, y la piedra angular de la película: el mar como personaje literario, como un monstruo ancestral que nos envuelve en su aliento mortal y nos atrapa en la niebla para no dejarnos salir jamás.
LA NIEBLA. LA BALADA DEL ANTIGUO MARINERO.
Como si se tratase de un poema épico filmado, Carpenter lleva al cine la fascinación literaria que el mar ha encerrado en su interior desde que el mundo tiene memoria.
Así, los marineros del Elizabeth Dane, esas sombras que nos observan desde la profundidad de la niebla, nos traen directamente al cine La balada del antiguo marinero, y de pronto, la magia de Carpenter convierte una película aparentemente intrascendente en una poesía que rinde homenaje al misterio literario marítimo, a Coleridge, Melville, Stevenson, Poe, Lovecraft…
Hay una secuencia en La niebla -dejo el enlace a pie de texto- que me resulta especialmente fascinante porque recoge el espíritu con el que Carpenter impregna su cine. Nos muestra un mundo que todos conocemos sumergido en el aliento de un misterio oscuro, antiguo y profundo que desconocemos.
En esta secuencia Carpenter demuestra una habilidad narrativa pasmosa: sobre la superficie del mar vemos una tripulación amparada en la tecnología y la falsa seguridad que el mundo moderno ofrece, y de pronto, silenciosa y lentamente, de las profundidades del misterio, de todo aquello que la vanidad humana no puede controlar, surge la balada del antiguo marinero.
Surgen los fantasmas reclamado su venganza. Surge la niebla, envolviendo el velero que flota sobre un mar en calma. A bordo de ese velero, navega la tempestad.
El mundo antiguo invade las nuevas tecnologías, la niebla deja a la tripulación viva indefensa y a las puertas de la muerte, y allí, sobre el mar y sus sombras, envueltos en su propio aliento, moviéndose al compás de los crujidos de la madera y el viento, los fantasmas reclaman lo que es suyo.
Un instante después, Carpenter obliga al espectador a ver como todo transcurre con una tranquilidad que hace perder la calma, y tras la tormenta, la niebla sigue su curso hacia una tierra sobre la que el espectador asistirá a uno de los cuentos de fantasmas más enigmáticos que se hayan contado jamás.
Cuando el mundo había llegado a un punto en que el terror parecía renegar de su poder ancestral, Carpenter -ese profeta del fin del nuevo mundo- alimentó su monstruo con el aliento del mar para dejar al público sin respiración. Y envuelto en la niebla, lo consiguió.
Enlace a la secuencia: https://youtu.be/cam-PPPC9h8
Película disponible: https://www.filmin.es/pelicula/la-niebla-1980
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.