EL ESPÍRITU DEL CINE.
Esta película es uno de los mejores ejemplos sobre la clásica lucha entre el artista y el mecenas, entre el creador y su padrino. Tanto es así, que desde su título deja claras sus verdaderas intenciones. Duelo al sol no se trata de uno más de los westerns clásicos de la era dorada de Hollywood. King Vidor ganó su película y abrió un camino que treinta años después salvaría el cine de sí mismo.
Duelo al sol es el ejemplo cinematográfico del enfrentamiento entre el talento y el poder financiero.
Vamos al lío para desarrollar esto.
Existen varias cosas que el cine nos ha demostrado irrefutablemente a lo largo de su historia, hay tipos que inventaron las películas, tipos que las reinventaron, tipos que hicieron de las películas una industria millonaria, y un duelo al sol continuo entre esas dos clases de tipos.
David O. Selznick fue un tipo de los que financió el cine, con cierto gusto estético y una vista de halcón para los negocios. El paradigma del cine americano clásico, de los grandes estudios, un magnate que no se conformaba con la taquilla y la repercusión de las películas que producía, un tipo egocéntrico y listo.
Por eso siempre procuró rodearse de directores dóciles y conformistas que reconociesen en él al verdadero autor de la película.
Pero Selznick no era un cineasta, y mucho menos uno de los tipos que inventaron y reinventaron las películas, sin embargo sí se vio obligado a trabajar con dos de esos tipos, Hitchcock y King Vidor.
Con Hitch perdió la partida en favor de la esencia misma del cine, el maestro británico le dijo a Selznick que se fuese a la mierda y observase desde su despacho para aprender. Con Vidor también perdió, pero sutilmente, sin darse cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo. Lo más probable es que se fuese a la tumba creyendo que había ganado ese duelo al sol al que retó al cine para cumplir con su capricho de millonario impotente, hacer una superproducción para la que por entonces era su novia, Jennifer Jones.
El problema fue que King Vidor no era uno de esos directores concebidos como parte de una máquina inmensa, como algo creado por y para los grandes estudios.
King Vidor no era Victor Fleming, (uno de los paradigmas del director al servicio exclusivo del sistema diseñado por los grandes estudios), y Duelo al sol no sería Lo que el viento se llevó o El mago de Oz.
King Vidor estaba allí cuando se inventaron las películas, y ya en 1946 les abría el camino a los tipos que treinta años después intentaron destruir a los tipos como Selznick. Mala suerte boss, Hitchcock y Vidor son el cine en sí mismo, no se les puede vencer, no alguien como tú, afortunadamente.
EL DUELO AL SOL. AUTOR VS PRODUCTOR. EL ARTE DE VIDOR CONTRA EL EGO DE SELZNICK.
Si nos adentramos hasta el verdadero fondo de la película a partir de la superficie, veremos que Selznick tenía dinero para llevar a cabo cualquier producción, y su novia Jennifer Jones, tenía una belleza exótica, salvaje y visceral ideal para su película e imprescindible para el ejercicio narcisista que el magnate americano pretendía llevar a cabo.
Su novia, Su película. Su nombre por todas partes.
Pero esa es sólo la superficie, un lugar en el que el contestatario Vidor no estaba dispuesto en absoluto a dejar su película, pues así fue finalmente. La película era suya, no del jefe.
Jennifer Jones era la novia de Selznick, de acuerdo. Pero Perla Chavez, era de Vidor. Y Perla Chavez, esa criatura nacida a partir de Carmen -la protagonista de la novela de Prosper Mérimée – es la protagonista en el sentido más amplio de la película. Una película de cuya esencia se apodera.
Perla es la versión cinematográfica del espíritu de la novelesca Carmen, un personaje muy alejado de los estúpidos estereotipos que otorgaban un papel a la protagonista de la novela y la película que iba poco más allá de la mujer fatal, insensible e insensata que juega sin escrúpulos con el indefenso hombre que cae en sus brazos.
Afortunadamente para todos, Vidor sí comprendía perfectamente el calado y significado de Carmen, tan bien, que poseyó a Jennifer Jones con la esencia de la novela y Selznick ni se enteró de que estaba pasando.
Lo que vemos en la película es la esencia del valor, de la fortaleza y la determinación, de la pasión como único modo de concebir la vida, que no es otra cosa que el camino hacia la muerte. Un camino que ninguno de nosotros podrá recorrer de nuevo, Perla tampoco.
King Vidor lo sabía, Selznick no. Por eso la película jamás fue suya. Por eso el cine triunfó sobre el negocio y la ambición, por eso Duelo al sol es una película imprescindible.
Duelo al sol sirvió y sirve para que el cine en su esencia más pura pueda vencer y derrotar al lado más oscuro del asunto, al negocio que responde exclusivamente a llenar arcas y aumentar egos ya de por sí desproporcionados.
Selznick propuso una superproducción épica con toda la maquinaria a punto. En 1946, un western de casi tres horas, con un argumento melodramático perfectamente encorsetado en las buenas maneras, un buen chico como Joseph Cotten, un atractivo Gregory Peck dotado de un ligero punto ácido y canalla al que nadie estaba acostumbrado, y una belleza disfrazada de exotismo salvaje, de furia contenida en forma de Jennifer Jones.
Todo esto con el Technicolor que se inventó Herbert Kalmus para llevar a los viejos maestros de la pintura al cine hasta arriba de saturado espectáculo, era el imán perfecto para rebosar las arcas y el ego de Selznick, quien mostraría al mundo a su novia en su película con una belleza que lo haría el amo de todas las envidias del mundo, y por extensión, del mundo mismo.
La máquina funcionó, obviamente; sin embargo, en contra de lo que él creía, la criatura no era suya y se rebeló revelando su verdadera identidad.
Vidor huyó de la corrección política, de la censura y de las bíblicas y acotadas maneras de la América más rancia. Selznick pretendía basarse en la biblia, y Vidor mandó al libro de libros al carajo para tirar de la literatura, Abel, Caín y la estúpida visión de la figura femenina no juegan aquí, la biblia es papel mojado y Vidor llama a escena a Carmen, la novela de Prosper Mérimée es lo que Vidor utiliza, la verdadera esencia de la película está allí, no donde la farsa social quiere.
Tres personajes suicidas incapaces de huir de sí mismos, perfectamente conscientes de que su propia condición será su perdición. Vidor va directo al epicentro de la cuestión, Carmen no es una mujer cruel que juega a dos bandas para divertirse, Perla tampoco.
En este duelo al sol a tres bandas no hay ni uno de los elementos casposos del melodrama tradicional, no hay más víctimas que los propios verdugos, Mérimée nos habló de la fuerza incontenible de nuestra propia naturaleza, de la pasión que nos hace imposible huir de nosotros mismos.
Vidor también, y como el inventor de películas que fue, convirtió los defectos en virtudes. Los excesos con el Technicolor de Selznick le sirvieron a Vidor para poner la teatralidad de Jennifer Jones a su favor.
Con Vidor al control, el espectador ya no ve un exceso de interpretación y color, ve fuerza en estado puro, salvaje e incontenible, un grupo salvaje que no puede hacer otra cosa que suicidarse, que permitir que su condición los lleve a la tumba.
La literatura de la Grecia clásica, Shakespeare, Mérimée, Brontë… escribieron las claves del duelo al sol. Vidor lo filmó en la plenitud de su significado y Selznick creyó lo que quiso creer, lo que su desmesurado ego le permitió creer.
Así comenzó el viaje del cambio que experimentaría el cine americano treinta años después.
https://www.filmin.es/pelicula/duelo-al-sol
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.