WE SHALL NEVER SURRENDER.
OVERLORD. SERIE B EN LAS ALTURAS.
Overlord según Julius Avery, poco tiene que ver más allá del Día D con la película documental que Stuart Cooper rodó en 1975 bajo bandera británica, acerca del famoso desembarco de Normandía.
Poco, o más bien nada más allá del título y el contexto histórico.
La película de Avery comienza con un intencionado y hábil extracto del discurso con el que Churchill arengó a la RAF y “sugirió” a los Estados Unidos su participación en la segunda guerra mundial.
Partiendo de esa base histórica, Avery se sirve de la formas del cine bélico más clásico y aventurero, aquel en que veíamos grupos de jóvenes y relativamente inadaptados soldados dispuestos a cumplir con éxito misiones imposibles.
De hecho, la secuencia que abre la película detona su frenético y cautivador ritmo mezclando el doblete bélico que en su día filmó Brian G. Hutton, con las entretenidas y sólidas Where eagles dare y Kelly’s Heroes. Ese aroma al cine de tropas a la vieja usanza impregna la película, pero Avery lo mezcla con un lenguaje y actitudes más propios de la época de Vietnam -y de hoy en día- que de la segunda guerra mundial.
Ese es otro de los grandes aciertos de la introducción de la película: un lenguaje y comportamiento de los personajes realista, alejado de la propaganda bélica y el dramatismo suicida de los pretendidos héroes de guerra. Esto, sumado al excelente ritmo y una gran ambientación sostenida en gran parte por un vestuario y atrezzo magníficos, hace suyo al espectador.
Apenas veinte minutos bastan para que el público entregue su atención y sospeche, aunque no sepa nada, que -tal y como hizo Tarantino en su estupenda reinvención de la segunda guerra mundial con Malditos bastardos– la historia no seguirá el camino trazado.
Avery mantendrá el sabor del escuadrón clásico en todo momento, pero pondrá en juego los elementos de la serie B, solo que con una significativa clausula: el elevado presupuesto que J.J. Abrams aporta a la película mediante su productora Bad Robot.
Con el mecenazgo de Abrams protegiéndola, la película dispara su espíritu a las alturas. Así, la miscelánea que la compone se expande sin complejos. Overlord se libera como aquello que pretende y puede ser, una gamberrada magnífica a la que le pagarán todas sus extravagancias.
Contra todo pronóstico, a estas alturas del invento, la serie B de la ciencia-ficción, el cine bélico y el terror más enloquecido, cuenta con un presupuesto de altos vuelos.
Y, créanlo, Avery sabe aprovechar la ocasión.
OVERLORD. FRANKENSTEIN MEETS WWII.
La oscura inclinación esotérica, la afición por el ocultismo y los delirantes experimentos médicos y científicos por parte de los nazis, son una realidad de la que el terror y la ciencia-ficción se han servido en muchas ocasiones mediante diversas formas de expresión.
Son numerosas las apariciones de lo que ha dado en llamarse “zombies nazis” en el universo del cómic. Por su parte, los videojuegos también se han volcado en estas criaturas con el popular Wolfenstein -el cual supone una clara inspiración para la película de Avery- en cuanto al cine, además de las incursiones en las profundidades ocultas del Reich por parte de Spielberg en dos de sus tres primeras entregas de Indiana Jones, el acercamiento del Hellboy de Guillermo del Toro y la clásica a la par que renovada incursión que supone este Overlord, hay un considerable catálogo acerca de este asunto.
Entre 1943 y el más reciente 2009, podemos destacar cinco títulos que, si bien no se acercan a la película de Avery, sí podrían actuar como fuente de inspiración.
Desde la primitiva Revenge of the zombies, viajamos a 1966 donde los nazis de ultratumba protagonizan The Frozen Dead. Ya en 1977, la más reconocida en el mundo underground, Shock waves, da paso a los ochenta, inaugurando década en 1981 con la también desarrollada en Francia, El lago de los muertos vivientes. Tras un relativo parón, ya en 2009 la específica, Zombies nazis, abordaba de nuevo el tema.
Sin embargo, a pesar de la variedad de títulos, hemos tenido que esperar a la época en la que menos cabía esperar que una película de estas características diese tanto de sí. Pero así es, a estas alturas del siglo, los monstruos y el bélico clásico se alían para dar fuerza a una maravillosa y desenfrenada gamberrada.
Overlord juega con todo, y todo lo pone a su favor. Un mad doctor fabricado irónicamente con retazos de Josef Mengele y el Doctor Frankenstein, al mando de un laboratorio digno de los clásicos de la Universal y los doctores Mabuse, Quatermass o el abominable Phibes, tras la pista de un monstruo colectivo.
Un laboratorio laberíntico y siniestro dotado con un instrumental que haría levitar de gratitud a Re-animator, con lo cual, Avery sube la apuesta introduciendo en la ecuación a Stuart Gordon y el mismísimo Lovecraft.
La cosa fluye como el río que nos lleva al desmayo. Así, un ente nacido de una idea y reproducido hasta formar un ejército de muertos resucitados y dotados de una temible fuerza, surge gracias a un suero obtenido a partir de un líquido que fluye por el subsuelo francés.
Semejantes experimentos se llevan en secreto en un laboratorio oculto en las catacumbas de una vieja iglesia en la que los nazis han instalado una torre de control para impedir el avance de las tropas que han de llevar a cabo el desembarco de Normadía.
Allí abajo, en la siniestra y húmeda soledad de las tumbas, los cadáveres de los soldados aliados y algunos habitantes del pueblo, son utilizados para experimentar y lograr un ejército que haga del Reich algo inmortal e invencible.
Un grupo de soldados y una joven de la resistencia francesa más implicada por la supervivencia de lo que queda de su familia, que por los aspectos militares y políticos de la guerra, forman el escuadrón suicida con el que Avery atacará con toda la solera de las grandes aventuras bélicas a los terrores más delirantes de una ciencia-ficción libre de complejos, con el espíritu de la serie B intacto y a la vez fortalecido por una gran producción.
Una producción que proporciona a la película un magnífico sonido y la excelente y muy narrativa -no todo es dinero- fotografía del dúo formado por Laurie Rose y Fabian Wagner.
Una misión imposible, buenos chicos americanos contra pérfidos nazis creadores de monstruos. Acción a raudales, un reparto eficaz y carismático con Jovan Adepo, Pilou Asbæk, John Magaro, Mathilde Ollivier y -el más que digno descendiente de Kurt Russell– Wyatt Russell, aportando un aplomo envidiable a la película.
Overlord es una inesperada fiesta a la que, a estas alturas, es un inesperado privilegio estar invitado. Debe disfrutarse tal y como está hecha, sin complejos. A lo grande.
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
https://www.primevideo.com/detail/Operaci%C3%B3n-Overlord/0T1UAS60SDGP1MDYZ1KFH4H6KZ?language=es_ES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Septiembre 2021.