DR. JEKYLL & SISTER HYDE.
EL ÚLTIMO GRITO DE LA HAMMER.
Antes de hablar de la película de hoy, la excepcional Dr. Jekyll & Sister Hyde, haré una breve introducción.
Hay varias cosas indiscutibles con respecto a la literatura y el cine: Robert Louis Stevenson y su novela, El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde son dos cimas universales. En cuanto al cine, es prácticamente unánime que la adaptación de Robert Mamoulian y la interpretación de Fredic March son lo mejor que veremos jamás.
También es sabido que Terence Fisher es el mejor director con el que contó la Hammer y el que le dio sus mejores y más elegantes películas, incluida su propia adaptación de la novela realizada en 1960 durante el esplendor «Hammeriano».
Tampoco admite demasiada discusión el que —afectos y simpatías hacia la casa aparte, a los que por supuesto me sumo, y salvando algunas excepciones— la Hammer sufrió a lo largo de la década de los setenta una considerable decadencia, tanto a nivel creativo como en lo referente al resultado final de sus películas.
Teniendo todo esto en cuenta era muy poco probable que en 1971 una nueva revisión del mito universal creado por Stevenson hacía casi un siglo pudiese generar verdadero interés. Sobre el papel, una nueva vuelta de tuerca no provocaría en el público nada más allá del escepticismo o la condescendencia.
Pero había una serie de nombres en la nómina de la Hammer que volarían todo por los aires una última vez:
Roy Ward Baker a la cabeza (ya había demostrado su talento en sus dos anteriores películas), Ralph Bates y la irrepetible Martine Beswick liderando la interpretación, el aparentemente escueto pero tremendamente narrativo Norman Warwick a la fotografía y dos secundarios que nos regalarían la mejor —con mucha diferencia— interpretación del caso de Burke y Hare: Ivor Dean y Tony Calvin.
Todas estas piezas nos dan la clave de la película.
No se trata simplemente de una revisión en la que se invierten las identidades sexuales de los personajes como reclamo para la taquilla. Baker hace de la película su propio monstruo de Frankenstein descomponiéndola en piezas y rearmando la historia con retazos de varios mitos universales.
HYDE, SISTER HYDE.
En Dr.Jekyll & Sister Hyde nos encontramos con la premisa de Stevenson, pero Baker añade tres mitos más, uno literario y dos humanos: Frankenstein, Jack el destripador y los ladrones de cadáveres Burke y Hare.
Baker abre los tres frentes y los desarrolla de forma paralela a través de un Londres inquietante y amenazador que mantiene al espectador alerta. La maravillosa fotografía de Warwick recurre a colores pálidos mezclados con una bruma visualmente sutil y emocionalmente densa.
El cuento clásico avanza mediante formas vanguardistas porque Baker cuenta tres historias en una.
Jekyll es un investigador ávido de conocimiento, Burke y Hare dos miserables oportunistas para los que todo excepto el dinero carece de importancia. Y ella, Sister Hyde, transforma a Jekyll en su propio Frankenstein y un Ripper ajeno, propicia el negocio con los ladrones de cadáveres y se mimetiza con un Londres sucio, denso e insano al tiempo que ayuda a limpiar los restos de la sociedad hacia los que nadie quiere mirar.
La sátira contra el entramado social británico es tan incisiva como sutil, y la narrativa de la que Baker hace gala a lo largo de la película es la última y una de las cimas más altas de la Hammer.
Sin embargo, Baker lleva su propuesta un paso más allá.
Una vez planteados todos los frentes, gira en redondo y se centra en el origen durante un tramo de la historia. La narrativa de esta película es maravillosa, no debemos olvidar que en la transformación no ocurre lo que el público espera.
En esta metamorfosis no hay maquillaje, deformación ni conversión de un humano en un monstruo deforme. Esa es la baza definitiva de Baker. Nos muestra un breve preámbulo donde vemos un reloj en el que la figura masculina se oculta y surge su Alter ego femenino.
Después —sin mostrar nada ni cortar para montar la secuencia— la cámara sigue el escorzo de Jekyll y nos sitúa ante el espejo que muestra lo que la dueña de la situación quiere enseñarnos: Hyde, Sister Hyde. Del escorzo de Ralph Bates surge el inquietante, seductor —e increíblemente parecido al de su hermano— rostro de Martine Beswick.
En ese momento la película rompe los moldes y alcanza una cima de la que ya no descenderá. (Dejo un enlace a la secuencia en concreto a pie de texto).
Beswick y Hyde se adueñan de la trama y el personaje de Jekyll, y Baker reconduce al espectador hacia las tres líneas por las que la película transcurrirá hasta el final.
Sister Hyde no habla de una lucha contra el monstruo que todos podríamos dejar salir llegado el caso, habla de la victoria definitiva de Hyde sobre Jekyll, Londres y sus miserias y todos los hijos de la corona. Por eso Hyde es una mujer, porque Baker le echó arrojo para llamar a las cosas por su nombre y poner los personajes en su sitio.
De la misma forma que Lady Macbteh en su momento, Sister Hyde demuestra quién manda. Esta película no trata sobre una lucha, trata sobre una victoria, una derrota y aquello que ocurre mientras tanto.
Beswick y Baker llevaron a la Hammer a la cima por última vez como nadie lo había hecho antes. Esta película es irrepetible y fascinante.
Enlace a la secuencia: https://www.youtube.com/watch?v=G92UZ_NDcbc&ab_channel=CURIOFLIX
Película disponible: https://www.filmin.es/pelicula/dr-jekyll-y-su-hermana-hyde
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Abril 2021.