Sinners, la nueva alianza entre el director Ryan Coogler y el actor Michael B. Jordan, no solo supone el mejor de sus trabajos hasta la fecha, supone la presencia de los vampiros en el cine de terror desde un punto de vista social, histórico y cultural apenas explorado.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
La sociedad entre Coogler y Jordan comenzó en Fruitvale Station (2013), con Creed (2015) revivió la saga Rocky y dio un salto considerable a la fama, después se adentró en el universo de la Marvel con Black Panther (2018) y su secuela, Black Panther: Wakanda Forever (2022).
Todas sus películas juntos en este breve recorrido han generado reacciones encontradas (salvo Creed, cuya aceptación fue relativamente unánime), pero nada habría podido predecir la magnitud en cuanto a riesgo y resultados de Sinners, una película que cuenta con no pocos elementos de efecto inmediato, pero que requiere un tiempo de asimilación a base de visionados para asentarse como la propuesta fascinante que es.
Esto no se debe a que la película pretenda desafiar la atención y perspicacia del espectador, Sinners no es una película intrincada ni juega con factores que pongan a prueba la capacidad de reflexión (esto no significa en absoluto que el guion carezca de mérito y matices, simplemente elude ciertos caminos).
La película crece de forma exponencial a cada visionado porque la sensación inicial en el apartado visual resulta extraña teniendo en cuenta la época en la que se ambienta y las circunstancias de todos sus personajes, al menos de los que presenta en el tramo inicial. Sinners vuelca gran parte de su potencial en la imagen; tanto desde la óptica del director como mediante el excelente trabajo de la directora de fotografía, Autumn Durald Arkapaw, la narrativa de la película conduce directamente al Western.
Se adentra en el terror y aborda de una forma muy personal el musical y el espíritu del cine y la literatura surgidas del «Gótico sureño», juega con el Thriller e incluso muestra rasgos de Gangsters, cine bélico y de acción, pero esa forma de componer los planos y aprovechar el formato Scopehasta las últimas consecuencias —a pesar de sus cambios de ratio que aún llenando la pantalla juegan en su contra— hace de Sinners todo un Western no declarado.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Así, la narrativa visual de la película requiere una suciedad en la imagen de la que no carece completamente —como decía antes, en los sucesivos visionados esa sensación se disipa—, pero sí se echa en falta un sur de los Estados Unidos más impregnado en sudor, miseria, humedad y deterioro tanto físico como moral que esta mezcla entre crónica sureña y Western necesita.
Esto se echa en falta especialmente teniendo en cuenta que Sinners se adentra de lleno en el aire denso y casi tangible de los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, la Gran depresión, el poder —ya oculto pero todavía lo bastante firme— del Ku Klux Klan, la impronta de Irlanda y su legado musical en la idiosincrasia estadounidense, la inmigración asiática que sentó una de las bases de la nación, el legado de la cultura india, y la fuerza ancestral e invencible de la alianza entre el deseo sexual, la música tribal africana derivada en el Bluesy los poderes sobrenaturales, tanto los que sirven al bien y la protección como los que han de introducir la película en la oscuridad.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Todos estos elementos (cuando ya se ha superado la reticencia hacia la pulcritud inicial) hacen de Sinners una película creciente y fascinante, que juega con el Western invocado en no pocos de sus planos y mezclado con el terror —testigo que recoge de la también magnífica Bone Tomahawk (S. Craig Zahler, 2015)—, y sigue la senda de las fuerzas ocultas que —ésta sin concesión de ningún tipo a la ausencia de suciedad— trazó aquella maravillosa revisión de estos mitos clásicos que fue El corazón del Ángel (Alan Parker, 1987), un corazón tras el que el espíritu de Sinners camina por los incontables caminos polvorientos que conducen al sur.
La película de Ryan Coogler es una pieza arriesgada, extraña y magnífica por sí misma y por todo aquello que hereda de sus ancestros, pero hay más sustancias de las que este artefacto histórico-vampírico se alimenta.
Muchas más…
AMERICAN VAMPIRE HISTORY.
EL BAILE DE LOS VAMPIROS, POR RYAN COOGLER.
Sinners —que nada tiene que ver más allá de las coreografías y cuestiones musicales con el título en nuestro idioma de aquella portentosa y arriesgada The Fearless Vampire Killers (El baile de los vampiros, Roman Polanski, 1967)—, demuestra valor y valía ya en su fantástico pasaje animado a modo de obertura, en la que un poder secreto inherente a la música invoca ciertas fuerzas ocultas procedentes de tres de los pilares de la verdadera cultura e identidad estadounidenses: África, Irlanda y los indios norteamericanos.
Esa breve introducción da paso a un clásico del universo sureño estadounidense: el pecador que regresa con paso trémulo a las puertas del templo del predicador.
Sammie Moore (Miles Caton), conduce un automóvil hasta una iglesia —que tiene en su aspecto tradicional algo inquietante, algo en su geometría que recuerda remotamente al mundo esotérico propio del Folk-Horror—, abre las puertas del templo y su figura se perfila como una amenaza, como si su presencia anunciase la muerte (esto resulta especialmente relevante y premonitorio, pues la muerte ha de manifestarse sutilmente dos veces más en los primeros compases de la película, en forma de ciertas aves que vuelan sobre la escena).
Sammie entra en el templo, herido y portando los restos de una guitarra. A medida que avanza entre la congregación hacia la llamada de su padre, Jedidiah, el predicador (Saul Williams), una serie de imágenes a modo de retazos de lo sucedido anoche irrumpen en el camino de lo que parece un hijo pródigo regresando al hogar de su padre.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Después, la película retrocede hasta el mismo punto solo unas horas antes, un punto crucial en el que Sammiedesafía la autoridad del predicador, y éste le advierte: «Si sigues bailando con el diablo, un día te seguirá a casa...»
Smoke y Stack(Michael B. Jordan), dos gemelos que abandonaron su pueblo para buscar mejor suerte, regresan a su lugar de origen tras conocer el mundo de la violencia en dos frentes distintos: primero el de la guerra, y después el de los negocios sucios en el mítico Chicago de los años treinta dominado por los Gangsters, un lugar en el que dos hombres negros no tenían muchas más opciones que las que brotan en los campos de algodón en el Delta del Mississippi.
Los gemelos llegan a las puertas del templo, alejan a Sammiede la senda del predicador, y el aire espeso de los pantanos cambia de rumbo; como una nueva melodía de Blues a interpretar conduce al espectador por el camino de dos personajes que regresan al sur tras sus aventuras en la guerra y la supervivencia en Chicago, una de las ciudades icónicas tanto en la realidad como en la ficción estadounidense.
Esta introducción se prolonga mediante una serie de personajes cuyos destinos confluyen en un punto que alcanzaran en el tercer acto, tras la extensa presentación y un intermedio entregado completamente a la música y la sensualidad tribal como sustrato de la identidad del país.
La cadena de personajes revela algunos vínculos previos al regreso de los dos protagonistas y establece una serie de nuevas normas en las relaciones a partir de ese regreso. A su vuelta, los pasos de los gemelos introducen de lleno la película en el Western y su mítico recurso del retorno al hogar.
En una estación que parece salida de los cientos de Westerns relacionados con el ferrocarril y el nacimiento de los Estados Unidos, tienen lugar una serie de encuentros que abordan algunos de los temas fundacionales de la nación, pero siempre bajo la misma clave: el Blues, la composición dramática que todo lo pasa por el filtro de la novela gótica sureña.
Mary(Hailee Steinfeld) —la orgullosa y furiosa Mary, como la protagonista de aquella canción de la Creedence—, portadora del dolor reciente por la muerte de su madre y de un antiguo y todavía vivo deseo sexual, se presenta en la estación ante Stack, para arrojarle a la cara el deseo, que parece formar parte de una canción, mezclado con la muerte, la ira y el amor, hechos y sentimientos que viajan en dos direcciones comunes forzadas a tomar sendas opuestas mientras el tren espera para seguir su camino.
Pearline (Jayme Lawson), la antítesis de Mary, la esencia misma de la seducción, de nombre, actitud y mirada compuestas en las líneas torcidas de alguna canción perdida, hace latir ese corazón del ángel que —sin saberlo— ha de ser el héroe en esta historia maldita.
Sinners es una película sobre el pecado sin intención de cumplir penitencia, es la sombra de aquellos Misfits que John Huston convirtió en una leyenda cinematográfica en 1961, ahora a la espera de una oportunidad mutua en la estación de tren, de una aventura que dibuje nuevos horizontes, de un reto lo bastante provocador como para que el viejo borracho y renegado Delta Slim (Delroy Lindo) sonría de nuevo ante el peligro de dar un paso en falso.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Esta presentación de personajes relativamente dispares se encamina hacia un punto común: la apertura esa misma noche de un club de Blues exclusivo para clientes de raza negra que, irónica y significativamente, los gemelos levantarán sobre un antiguo aserradero que —sin saberlo— le han comprado al líder de la organización que el Ku Klux Klan tiene en la ciudad.
Por su parte —como si sus asuntos tuviesen que zanjarse forzosamente al margen del plan general— Smoke se adentra en un camino de regreso paralelo, el que conduce de vuelta a la tumba de su bebé, enterrado a las puertas del pequeño negocio que regenta su madre, Beatrice (Tenaj Jackson), un personaje en el que confluyen los poderes del Blues y las fuerzas ocultas del sur, con las que todavía protege, ama y desea a Smoke, y contra las que deberá luchar cuando descubra su identidad al caer la noche.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Para completar este insólito grupo de viejos conocidos que forman una pequeña representación del nacimiento y esencia estadounidense, Sinners incluye a la familia Chow, formada por Grace (Li Jun Li), su esposo Bo (Yao) y su hija Lisa (Helena Hu), además de alguien que aglutina todas las características del personaje que se inclina de sol a sol sureño en los campos de algodón: Cornbread (Omar Miller).
Todo esto tiene lugar durante el regreso de los gemelos y su irrupción en las vidas de los personajes como una especie de Gangstersque han visto el mundo y su capacidad para sembrar muerte, y del que ahora pretender obtener una recompensa mediante la música de Sammie y su vieja guitarra, el cínico talento de Delta Slim, la voz sensual de Pearline y el amor y deseo heridos por la muerte, encarnados en Beatrice y Mary, la orgullosa Mary, que todavía no conoce su verdadero poder en esta historia…
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Esta prolongada presentación responde al plan de los gemelos, pero hay una senda que transcurre ajena a la voluntad de los humanos y que ha de trazar el camino definitivo de la película.
Mientras los gemelos reclutan a Sammie y el resto de la banda con la que inaugurarán su club, ocurre algo que enlaza el resto de la película con el poder del que se habla en la introducción y la amenaza que se cierne sobre el lugar. Huyendo, herido y salido de algún lugar desconocido, Remmick (Jack O’Connell) irrumpe en un plano cuya composición parece directamente extraída de los Westerns clásicos.
Una pradera al atardecer con una cabaña dibujada casi a contraluz sobre el horizonte… de pronto la quietud de la escena se ve alterada por la carrera desesperada de Remmick, que se introduce de un salto en el plano y corre hacia la cabaña.
Está herido y asustado, llama a la puerta de la cabaña en la que viven Bert (Peter Dreimains) y Joan (Lola Kirke), ellos abren la puerta con sus rifles apuntando a Remmick, él pide ayuda y refugio, parte del interior de la cabaña revela la presencia del Klan, y tras acusar a los indios de haberle robado parte del oro que lleva encima, el fugitivo accede al interior tras obtener la invitación para entrar.
Después, casi al caer la noche, la partida de indios en coche y a caballo irrumpe en el mismo plano en el que lo hizo Remmick, entre los caballos y el automóvil, sobre el tejado de la cabaña, tres aves vuelan en círculos —tal vez las mismas que aparecieron en el retorno de los gemelos—, tres aves que se ciernen sobre la escena como una premonición.
Uno de los miembros de la partida llama a la puerta de la cabaña, Joan abre, pero al ver al indio impide su entrada amenazando con un rifle. El Klan sigue sus propias normas, el blanco irlandés entró en la cabaña, el indio no. Pero la película y sus poderes ocultos también siguen sus normas:
«Estamos buscando a una persona muy peligrosa. Podría haber venido a su casa. ¿Han visto a alguien recientemente?, ¿está aquí con ustedes? No es lo que parece. Dios quiera que no lo hayan dejado entrar, y si es así hay que actuar de inmediato», le dice el indio a Joan.
La noche cae, la partida de cazadores se marcha y el vampiro se revela para apoderarse de la noche en la que los gemelos abrirán su club de Blues.
En La cosa (John Carpenter, 1982), la historia comienza con una presa que huye de una partida de cazadores, encuentra un refugio y mediante el engaño oculta su verdadera identidad, la del cazador que ha de expandir su poder mediante la usurpación de la identidad, sembrando la desconfianza y minando la unidad de los humanos mediante el miedo, tanto físico como psicológico.
Coogler recoge en Sinners el legado de una de las obras maestras de Carpenter, no solo en esta formidable presentación de personajes, sino en la secuencia en el interior del club, ya con la maldición desatada, en la que —como la exposición de la sangre al fuego en La cosa—, los supervivientes al mal deben comer ajo para demostrar que todavía son humanos.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Una vez presentados todos los personajes, aquello que parecen ser y lo que realmente son, cuando la película ya ha revelado su parentesco con el Western, el gótico sureño, parte del cine de Alan Parker y John Carpenter, e incluso con los elementos étnicos, tribales, fundacionales y musicales que podemos encontrar en Wolfen (Michael Wadleigh, 1981), Los creyentes (John Schlesinger, 1986) e incluso Crossoads (Walter Hill, 1986) —esta última más como un arraigo musical estadounidense que como película—, llega la noche, a modo de intermedio vampírico-musical y preludio a la interpretación que Coogler hace de uno de los períodos más prolíficos de la historia estadounidense.
En este intermedio, el componente vampírico se alimenta exclusivamente de la sensualidad inherente a la música. Si el padre de Sammie intenta retenerlo en su templo cristiano al inicio de la película, ahora es el hijo del predicador quien se alza sobre el templo pagano comprado por dos Gangsters negros a uno de los líderes del Klan. En el interior del templo maldito, un nuevo dios del Blues moldea los primeros rasgos de la leyenda mientras la música y el deseo avanzan hacia el perdón de Maryhacia Stack, el amor entre Perline y Sammiey la perdición a la que el dolor de Grace ha de condenarlos a todos.
Durante esa noche, Coogler vuela sobre la historia pasada, presente y futura de una de las partes fundamentales de la identidad musical y social estadounidense, en una de las secuencias más arriesgadas y controvertidas de la película. Tras ese viaje espacio-temporal a modo de ejercicio «etnográfico-musical», entre el fuego del templo y el frío de la noche, el clan de los vampiros irlandeses contempla la escena y se aproxima a las puertas del templo.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Tres son los vampiros de raza blanca y «condición irlandesa», como tres eran las aves que se cernían sobre los humanos en los primeros compases de la película. Bert, Joan y Remmick, el maestro de oscuras ceremonias en esta especie de <<baile-vampiro-irlandés>>, que confronta su avance suave en la noche exterior con la sensualidad interior de la cantina. Los tres vampiros pretenden unirse a la fiesta, y lejos de establecer una rivalidad que los asistentes al Club sí muestran, pretender combinar el Folk irlandés —otra de las piedras angulares de la identidad estadounidense— con el Blues que arde en el interior del templo.
Pero Coogler invierte los términos del Klan, y los rostros pálidos de los vampiros que brillan en la noche —como el brillo de sus ojos, también extraído de la pista que Carpenter esbozó en los ojos de los protagonistas de La cosa—, son rechazados por motivos raciales. Pero Mary —blanca descendiente de un mestizo y adoptada y amada dentro de la comunidad negra—, Mary, la orgullosa Mary, sale en defensa del negocio de los gemelos y el oro irlandés, sale a la noche para averiguar la verdad.
Y regresa sí, pero no tal y como se fue…
El intermedio concluye y el verdadero baile de los vampiros comienza. Mary regresa al templo pagano (mediante un acertado juego de invitación al vampiro) y comienza el plan maestro por Stack, punta de lanza del clásico ataque emocional que a través de la identidad juega el cada vez más numeroso ejército de vampiros que se forma en el exterior.
La película entra de lleno en su tramo más cercano a Abierto hasta el amanecer (Robert Rodriguez, 1996) —aunque lo cierto es que, además de la suficiente identidad propia como para separarse completamente de la película de Rodriguez, la verdadera esencia de lo que ocurre en el interior del club bien podría ser una especie de «Footlose maldito», un extraño trasunto de la película de Herbert Ross, estrictamente en lo que a los bailes prohibidos se refiere, obviamente—, y la lucha por la supervivencia entre las filas de los vampiros y la resistencia humana alcanza la cota más alta en cuanto al ritmo de la película.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Fuera, en la parte la irlandesa y nocturna, cada vez más miembros del club caen en manos de los vampiros, que antes del tramo final ejecutan un excelente número musical liderado por Remmick —un número que tanto bebe del Folk como recuerda a la oscura coreografía de Thriller (John Landis, 1983), el videoclip devenido cortometraje protagonizado por y para el estrellato de Michael Jackson— un número que actúa a modo de último episodio de calma antes de la tempestad que, Grace, dominada por el miedo y la ira ante la caída de su familia en poder del vampiro, convoca a entrar en el templo.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
El fuego se expande, el componente fáustico de la película se manifiesta en forma del poder de Sammie para la música maldita que Remmick pretende aprovechar, y —en una estupenda concesión al Pulp por parte de Coogler— la valiosa plata de la guitarra heredada por el hijo del predicador actúa como arma definitiva antes de que el sol salga de nuevo.
El baile de los vampiros parece haber llegado a su fin, Smoke conduce la película al terreno de la acción en un duelo al sol digno del Western, un duelo entre el antiguo soldado y el ejército del Klan, tras el que Smoke alcanzará por fin aquello que hay tras la tumba a la que regresó al comienzo. Sammie, como el hijo prodigo, regresa al templo de su padre y el inicio de la película, incapaz de soltar los restos de la guitarra, con la que huye en el automóvil en el que llegó del infierno rumbo a nuevo horizonte.
Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).Sinners. (Proximity, Warner Bros. 2025).
Pero esa es otra historia…
La de Sinners, tras lo créditos finales, revela la impagable presencia de Buddy Guy en la piel del viejo Sammie, ahora estrella fija y solitaria en el universo de un club llamado Pearline, que recibe la visita de Stacky Mary —la orgullosa Mary— para cerrar esta historia estadounidense sobre vampiros americanos con la despedida entre tres viejos amigos.
«Si sigues bailando con el diablo, un día te seguirá a casa…», le dijo un día el predicador a su hijo, ahora un anciano de mirada bondadosa y con la marca del mal en la cara. Y así fue, por suerte para esta bonita historia de terror sobre un grupo de pecadores, que suena como una canción escrita al atardecer en una de esas novelas del gótico sureño…
Para ofrecer las mejores experiencias, utilizamos tecnologías como las cookies para almacenar y/o acceder a la información del dispositivo. El consentimiento de estas tecnologías nos permitirá procesar datos como el comportamiento de navegación o las identificaciones únicas en este sitio. No consentir o retirar el consentimiento, puede afectar negativamente a ciertas características y funciones.
Funcional
Siempre activo
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos.El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu Proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.