THE HOUND OF THE BASKERVILLES. HAMMER & HOLMES.
Hay tres nombres a los que la Hammer le debe absolutamente todo: Terence Fisher, Peter Cushing y Christopher Lee, y tal como suele ocurrir con los mitos universales, la fama mundial e imperecedera le llegó a la Hammer y la serie B en general después de que aquellos tres tipos firmasen las mejores películas de la productora británica. Entre los puestos privilegiados de esas películas se encuentra la maravillosa The hound of the Baskervilles.
Entre 1957 y 1959, el trío de ases hammeriano sentó las bases sobre las que durante la década siguiente se alzaría el mito. Cierto es que se harían grandes películas y que ellos estarían allí, pero lo que ocurrió durante esos dos años fue inalcanzable.
En 1959 concretamente, los páramos británicos que el romanticismo decimonónico llenó de fantasmas, se tiñeron de un Technicolor tenebrista que hizo palidecer a la humanidad, y además en este caso, de la mano de un tipo completamente terrenal que el mundo vería por primera vez en color: Sherlock Holmes.
El perro de los Baskerville ya había sido adaptada al cine en varias ocasiones, y en algunos aspectos de forma más fiel a Conan Doyle que en la película de Fisher, pero nunca antes en color y nunca más con el mordiente del sabueso británico por definición.
PÁRAMOS EN TECHNICOLOR.
La película y Fisher demuestran desde la secuencia inicial un montón de cosas, entre ellas la elegancia y sutileza narrativas del director. Demuestran las posibilidades tenebristas del Technicolor más allá del control del clan de los Kalmus, y prueban también que las cosas, cuando caen en manos de los maestros, siempre son mucho más de lo que parecen.
Lo hacen desde los pinceles renacentistas y flamencos hasta el ingenio literario de Doyle y la secuencia inicial.
Fisher abre fuego con unos créditos fotográfica y narrativamente maravillosos, sencillos, eficaces y ante todo, hermosos. A continuación, nos guía a través de una introducción totalmente contextualizadora y climática.
Antes de poner en juego la más sarcástica, mordaz e inteligente interpretación de Holmes por parte de un inimitable Peter Cushing, Fisher ya ha desarrollado, (como si de un cortometraje se tratase), el inicio, nudo y desenlace de la historia.
El narrador nos introduce en la maldición familiar, una maldición que nada tiene de sobrenatural y todo de maldad humana. El Baskerville original es humano, su víctima también, y los páramos envueltos en niebla a través de los que Fisher desarrolla su historia pertenecen a este mundo.
Fiel a los principios básicos de la Hammer, Fisher se desentiende de todo aquello que no sea narrativa, ambientación, fotografía y música.
Todo marcado a fuego con las características de la Hammer, y así, movimientos toscos de cámara y fallos de raccord de iluminación aparte, Fisher nos sitúa ante una repulsiva agresión sexual, ante una violación y un asesinato de una forma sutil y hermosa.
Tanto que, cuando la venganza y la justicia se presentan en forma de plano subjetivo y lo sobrenatural abandona la película para que Holmes irrumpa en la trama y la película empiece de nuevo, aturdido por la belleza del páramo en el que Fisher lo ha abandonado a su suerte, el espectador se desmaya justo antes de entrar en coma.
El resto es, sencillamente, disfrutar de una maravillosa película mientras esperamos a que el misterio se resuelva. Pero no se inquieten demasiado…
Evidentemente, Holmes resolverá el misterio. Eso es elemental.
https://www.filmin.es/pelicula/el-perro-de-baskerville
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.