UNO DE LOS NUESTROS. EL DESAFÍO DE TOD BROWNING.
El cine americano ha atravesado varias épocas de esplendor a lo largo de su existencia, ninguna de ellas libre de polémica, de la verdad con la que se fabrican las mentiras a veinticuatro fotogramas por segundo. Tod Browning y su irreverente película, Freaks, es uno de los episodios más significativos.

Durante los alegres años veinte, y por extensión los treinta, el cine mudo y el recién nacido sonoro no pudieron silenciar aquello con lo que la impostada corrección política de los nuevos -a la par que ya caducos grandes estudios- pretendieron ocultar.
La ambigüedad sexual, las drogas, las riquezas incalculables, los vicios inconfesables, la sordidez ilimitada y demás deseos humanos apenas podían ser contenidos por la cortina políticamente correcta con la que la clásica estupidez moralista estadounidense pretendía ocultar su verdadera esencia, sin embargo, a pesar de toda esa realidad, el star system funcionaba en aquella época a pleno rendimiento, y los protagonistas de aquellos días de vino y rosas eran conscientes de que su desenfreno ilimitado se sostenía sobre la imagen contraria a su forma de vida.

Al fin y al cabo, ese negocio financiaba la forma de vida que debían ocultar. Y así fue, pero la bofetada en la cara que el cine americano le daría muchos años después a la corrección política tuvo un precursor, un tipo valiente y honesto, un olvidado que alcanzó la cima desde la que sus enemigos lo arrojarían al vacío, un inadaptado, un freak, uno de los nuestros.
En 1932, Tod Browning ya le había mostrado el horror a la humanidad en varias ocasiones, pero siempre desde el lado sobrenatural, recurriendo a sombras y fantasmas imaginarios con los que provocar temores entretenidos a los seres reales, a los seres humanos.
Así, el público y los grandes estudios elevaron a los altares su reciente versión de Drácula, la cual por muchos retazos irreverentes que Browning y Lugosi lograsen incluir en la película, encajaba perfectamente en las encorsetadas pretensiones de la intachable moral americana.
Drácula sería un mito universal y Browning uno de esos directores millonarios adeptos a los estudios, pero como ya he dicho antes, es uno de los nuestros.
Formado en el circo, Browning vivió el mayor espectáculo del mundo como lo que era entonces, un lugar en el que el monstruo más aterrador, cruel y peligroso de todos los imaginables se reconocía a sí mismo sin límites de ningún tipo: el ser humano en su estado más puro, más salvaje, sin corrección política, protocolos ni mascaradas sociales.

FREAKS. LA VENGANZA DE LOS OLVIDADOS.
Con Freaks, Browning planteó una de las verdades más incómodas a nivel universal: lo monstruoso, lo horrible del ser humano no se encuentra entre los olvidados, entre los diferentes ni en los marginados, se encuentra en el otro lado, allí donde viven las personas decentes que disfrutan del espectáculo de variedades, allí donde viven quienes son capaces de cometer los actos más crueles en nombre de una civilización completamente artificial y salvaje.

Allí, donde viven los monstruos, Browning le regaló a la humanidad una radiografía de ese paraíso falso y degenerado con una película maravillosa y sincera, y la humanidad lo expulsó del paraíso para elevarlo a los altares mucho tiempo después, pero esa, siendo la de siempre, es otra historia.
Freaks nos muestra la esencia de la bofetada de Browning a la corrección política con las mejores maneras cinematográficas, pues -aún con los defectos típicos de los primeros sonoros- cuenta con una habilidad narrativa y un montaje capaz de volarle la cabeza a cualquiera. Freaks adelantó ,en cierto modo, el camino que Bresson recorrería con la incomprendida y torturada Mouchette.
Browning expone la clave del asunto, la cima de su guión: somos una familia, estamos unidos y vamos totalmente en serio, si te aceptamos como uno de los nuestros y nos fallas, lo pagarás.


La superficial y vacía irresponsabilidad de la protagonista humana sirve a Browning para descubrir el juego, los Freaks, los monstruos son humanos, tienen sentimientos, honor y valores. Se quieren y están unidos, son personas. Y los seres humanos al uso, los políticamente correctos, son monstruos.
Durante esta maravillosa cena -de la que Viridiana es tremendamente deudora- Browning prepara el terreno para lo que ocurrirá después. El monstruo hiere al ser humano, lo humilla e intenta destruirlo y el ser humano se pone a su altura para atacarlo.


Los freaks olvidan su condición de seres civilizados, aceptan su expulsión y el engaño y mientras se unen para cazar al monstruo, el espectador se desmaya antes de entrar en coma.
La película prosigue, recoge el relevo de sí misma y continua con el plan maestro de Browning: tú, humano monstruoso y cruel, tú has herido y engañado a uno de los nuestros, tú que crees haber visto a los monstruos, lamentarás haberlos despertado.
Browning despliega el tablero y pone en marcha el juego, su cine alcanza la cima, la trama final es breve y concisa, hermosa como el mejor expresionismo, terrorífica como los mejores momentos de la Universal y sus monstruos y tan políticamente incorrecta como se pueda desear.
Si los humanos querían monstruos, monstruos humanos tendrán. Unidos por sus códigos morales, las criaturas circenses se arrastran por el fango y las sombras a las que la crueldad de su especie los ha condenado.

Allí, entre sombras, mierda y lluvia, ser guapo, famoso, rico y socialmente envidiable ya no sirve de nada. Los olvidados, los desgraciados demuestran que la unión y la firmeza de la voluntad son suficientes para derrotar a los monstruos.

Browning les dice a los freaks que ya es tarde para la piedad, es tiempo para la venganza, le deja claro al espectador que es uno de los suyos, y el espectador, indefenso ante los verdaderos seres humanos, se desmaya justo antes de entrar en coma.
https://www.filmin.es/pelicula/la-parada-de-los-monstruos
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.