FLOW. LAS ODISEAS DE GINTS ZILBALODIS.
Flow, un mundo que salvar (Straume en su lengua vernácula), no es la primera aventura narrada por el director letón Gints Zilbalodis dentro del cine de animación. Tampoco se trata de su primer largometraje, ni de su primera crónica acerca de la odisea individual que a veces supone cruzar ciertas fronteras físicas y emocionales.
Tanto en su primer largometraje, Away (2019), como en sus cortometrajes anteriores —entre los que se encuentra Aqua (2012), que supuso el germen de Flow—, Zilbalodis ha expuesto sus aventuras mediante un desafío constante a los presupuestos y las formas de los referentes de la animación a nivel general.
Zilbalodis se ha expuesto, ha desafiado a los gigantes, y por fortuna para los espectadores e independientemente de la suerte que corra a la hora de encontrar el lugar que merece ocupar, ha ganado, pues esta película es una victoria en todos los sentidos.
RIDERS ON THE STORM.
LA SORPRENDENTE BELLEZA DE LA SUPERVIVENCIA.
No hay palabras en Flow que describan el mundo que lenta pero inexorablemente surge tras el fin de una tierra que no yace en silencio, pero ha perdido a los seres (tal vez humanos) que una vez alzaron los templos y estatuas y construyeron los hogares en cuyo interior sobreviven objetos y dibujos, muestras de un mundo que no volverá.
Pese a partir del final de una era, Zilbalodis no aborda esta nueva etapa desde una óptica trágica. En Flow hay vida, hay fuerzas incontenibles dispuestas a trazar nuevos caminos, lo que implica que los supervivientes han de superar temores y afrontar inesperadas y forzosas aventuras en las que la esperanza siempre juega un irónico papel.
Y es que Flow es, posiblemente, el Survival más bonito del mundo.
Un río único fluye como un nuevo demiurgo a través de la tierra, como un dios joven que divide al mundo antiguo entre aquello que sucumbe al olvido y aquello (y aquellos) que sobreviven a flote sobre el agua, elemento y fuerza principal de la nueva tierra.
El río —como en aquella odisea bélica hacia el corazón de las tinieblas que Coppola narró en Apocalypse Now al ritmo de «The End», conduce ahora a estos nuevos jinetes en la tormenta a bordo de un barco fabricado en algún momento por la especie que ha desparecido. El pasado mantiene a flote el presente en un nuevo camino hacia el futuro; el río, único camino posible, concede alimento, vida y esperanza al mismo tiempo que alberga la muerte. El agua fluye, está viva, pero recorre una tierra plagada de fantasmas.
En Flow ya no existen las palabras, pero el lenguaje se apodera de la película. Desde el primer instante de esta odisea, el gato protagonista se comunica con el espectador —tanto el adulto como el infantil, pues esta historia funciona igual de bien en cualquier tramo vital—, y el entorno, que desaparece poco a poco bajo el nuevo elemento rey, hace lo propio. Todo es comunicación en este cuento sin palabras, todo es información acerca del pasado y el presente en el que un gato corre hacia el agua para sobrevivir.
Todo fluye, pero a contracorriente. Las antiguas creencias, la sabiduría de la raza extinta ya no sirven, como la imagen en el espejo que actuará a modo de oráculo en uno de los momentos claves de la película, todo se invierte. La tierra muere en favor del agua que a su vez ha de alimentarla, y el gato debe recorrer el último suelo firme hacia uno de sus temores elementales. Debe nadar para sobrevivir, y una vez que afronta su nuevo destino, el azar le ofrece la posibilidad de navegar.
Así, en esta fábula sin palabras, un nuevo grupo de argonautas emprende un viaje hacia la supervivencia. Una odisea en la que la comunicación y la cooperación son algunas de las claves para la adaptación de las especies, no solo al nuevo mundo, sino entre ellas mismas. A bordo y en torno a la nave viajan animales de tierra, aire y agua, y todos van de nuevo en busca del fuego, de la supervivencia.
Nadie habla en Flow, pero todos son de lo más elocuente a la hora de mostrar el camino —conduzca a la salvación o a la perdición, pues en ningún momento se revela a ciencia cierta la suerte final de los dos grupos en que se divide el colectivo—, y los rasgos individuales de cada miembro. Pocos sistemas de comunicación resultan más eficaces que el establecido entre este grupo de inesperados viajeros.
En apenas 90 minutos y sin pronunciar una sola palabra, los sonidos del nuevo mundo recorren los fantasmas del pasado, navegan sobre el desconocido presente bajo un cielo abierto a todas las visiones y posibilidades y, contemplando todas las realidades en todo tipo de espejos, avanzan hacia todo aquello que pueda ocurrir. Como los nuevos argonautas en su odisea particular, como los nuevos jinetes en la tormenta surcando el río.
Flow es, posiblemente, el Survival más bonito del mundo.
TRÁILER de la película:
https://www.youtube.com/watch?v=P75HKQWAtNw&ab_channel=CineCANIBAL
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Febrero 2025.