O FOVOS. (KOSTAS MANOUSSAKIS, 1966).

O FOVOS.

EL INFRAMUNDO A PLENO SOL.

O fovos (The Fear según la lengua anglosajona), es sin duda uno de los tesoros malditos del cine griego, un cine fiel a su tierra, es decir, poblado por un sinfín de leyendas ocultas bajo el polvo del camino.

O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).

No es habitual encontrar carreras tan cortas como la del griego Kostas Manoussakis, pero más insólito resulta el que sus tres únicas películas muestren un talento y dominio de la narrativa abrumador, especialmente en sus dos últimos títulos: Prodosia (1964) —que en cierto sentido entronca con la grandiosa y sutil El silencio del mar—,  y el impresionante retrato acerca de los condenados que el autor griego convierte en tragedia en O fovos.

MIEDO, SUCIEDAD Y DESEO. ÁNGELES CON CARAS SUCIAS, POR KOSTAS MANOUSSAKIS.

No existe la menor relación entre esta película salvaje y maravillosa, y la formalidad clásica del magnífico buen hacer demostrado por Michael Curtiz en Angels With Dirty Faces (1938), pero la película de Manoussakis cuenta, entre otras muchas cosas, la historia de unos ángeles con caras sucias, solo que algunos de esos ángeles son inocentes, y otros, ángeles caídos.

O fovos hace gala del dominio escénico y narrativo que ostentaba el cine europeo (y por habitual extensión, el norteamericano) durante la década de los sesenta, y establece una sólida conexión con otra de las obras maestras malditas de aquella época, firmada por su compatriota Nikos Papatakis, la impresionante Los abismos.

Ambas películas parecen romper las líneas fronterizas trazadas en dos terrenos: el de los retratos familiares, y el de la ficción en los que respecta a contener las sensaciones al otro lado de la pantalla. O fovos pone en juego sin ningún tipo de paliativos la sórdida distorsión que de la realidad familiar y social puede hacer la entrega a las pasiones.

Gracias a la impresionante labor de Nikos Gardelis en la fotografía, Manoussakis traslada al espectador el calor de la tierra sometida al poder del sol, y la sensación de suciedad sofocante se apodera de nuestros sentidos; en O fovos podemos sentir el sudor y respirar el aire malsano que parece retenido bajo el influjo solar.

O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).

Como si se tratase de un caleidoscopio corrompido, O fovos altera la realidad, descomponiéndola en pequeños fragmentos desprovistos del color que aporta la luz solar. Esos fragmentos muestran miradas huidizas y fugaces que contienen deseos humanos alterados por instintos que, a los malditos, a los olvidados que viven en esta tumba abierta al sol, nadie ha enseñado a manejar.

O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).

La incomunicación y la felicidad como un sueño imposible se aprecian en el ambiente de la película desde el primer encuentro entre el espectador y la familia protagonista.

Dimitros Kanalis (Alexis Damianos) y su esposa —simplemente, la Señora Kanalis— (Mary Hronopoulou) viven sometidos a los dictados laborales y religiosos; él es un próspero agricultor que invierte sus ganancias y su tiempo vital muy lejos de su hogar, y ella una devota que contempla y espera en el vacío…

En ese vacío habitan otros condenados. Su hijo, Anestis Kanalis (Anestis Vlahos), su hermana Anna (Elena Nathanail) y una joven criada sordomuda, Hrysa (Elli Fotiou).

O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).

Manoussakis es muy hábil a la hora de mezclar los elementos en los que sustenta su película.

El calor que oprime la tierra y convierte los deseos de los protagonistas en sentimientos distorsionados se hace palpable. Casi podemos oler la suciedad pegada a la piel y las conductas de los personajes, podemos sentir ese miedo que da nombre y pleno significado a la película como algo algo que ha cruzado la frontera entre la ficción y la realidad. Pero estos nuevos ángeles con caras sucias no resultan desagradables a los sentidos por sí mismos, sino por su desgraciada situación vital. Es decir, todos los protagonistas (conforme a sus respectivos roles) resultan físicamente atractivos.

Este factor resulta clave como detonante de la explosión de locura y violencia que se desatará en este miedo, furia y deseos tangibles e imposibles de controlar. Manoussakis no se posiciona en su narrativa; ni justifica las terribles acciones que la distorsión humana desencadena, ni convierte a sus protagonistas en monstruos ante los que el espectador aparte la mirada.

O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).

O fovos es un ejercicio de hedonismo y Voyeurismo desprovistos de la elegancia y sutil sensualidad que podemos encontrar en las obras maestras de René Clément y Michael Powell, A pleno sol y Peeping Tom, respectivamente. En este cuento maldito sobre el miedo que vive tras el deseo y la felicidad reprimida, los protagonistas son ambiciosos en lo que a sus pasiones se refiere, y aunque sus rostros estén marcados por el sol y la tierra pegada a su piel, Manoussakis los muestra como seres salvajes y magnéticos.

Como ángeles caídos con caras sucias.

Ese es el magnífico equilibrio que Manoussakis logra en su maravillosa película. Como en toda historia acerca de los deseos cumplidos sin tener en cuenta los medios, la fortuna negará su favor a los malditos, pero no logrará que el público rechace a los protagonistas, por muy vívidas y desagradables que sean las sensaciones que transmiten.

O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).

Así, la delirante cadena de consecuencias que Anestis inicia cuando contempla furtivamente a su hermana mientras mantiene relaciones, conducirá directa e inevitablemente al paroxismo enfermizo que cristaliza en una serie de rostros que, bajo las sombras de las horas más oscuras, se muestran deformados y grotescos ante la suciedad, el miedo y el deseo que conducen a la agonía y el éxtasis.

Al crimen y el castigo.

Manoussakis se recrea siempre en favor de la narrativa. Tanto el ruido y la furia desatadas por la pasión y las conductas primitivas, como el destino y su ilimitada capacidad para la ironía sirven a Manoussakis para poner en juego el espectro de la venganza. Así, como en el A pleno sol de Clément, la venganza del fantasma de Hrysa resurge de las aguas de la forma más irónica, sutil y desagradable posible.

O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).
O fovos. (Th. Damaskinos & V. Michaelides. 1966).

Arraigada al sol, el agua y la tierra, podría decirse que O fovos es una película telúrica en la que los muertos sienten y padecen la pasión con mucha más intensidad que aquellos que creen que están vivos.

O fovos es un cuento poderoso sobre los malditos. Sobre los ángeles caídos con caras sucias que harán lo que sea para sentirse vivos.

Antes de que el sol los libere.

https://mubi.com/es/es/films/the-fear-1966

Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES

David Salgado.

©24 sombras por segundo. Mayo 2024.

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