MATTEO GARRONE.
LA AMARA VITA.
Con Dogman, el director Matteo Garrone demostró al menos dos cosas: Por un lado probó que el cine italiano sigue en forma más allá de los gigantescos días del neorrealismo y los ásperos, sucios y documentalistas thrillers de los años setenta.

Por otro, dejó muy pocas dudas acerca de su excelente manejo de la narrativa cinematográfica y su capacidad de comunicación con los actores.
La Italia moderna anclada en las costumbres que la llevaron —y han de llevar al mundo— a un desastre perpetuo, y los comportamientos que cruzan las fronteras físicas, sociales y emocionalmente aceptadas como habituales, parecían haber caído en el olvido de Garrone, ya que en su película anterior, El cuento de los cuentos, se centró más en la forma que en el fondo, en la dirección artística que en la complejidad que suele aportar a su narrativa y los personajes.
Sin embargo, como buen cuento, aquello fue un espejismo, muy bonito, sí. Pero un cuento.
En Dogman, Garrone dejó atrás las luces de la fantasía y volvió a introducirse en las pálidas y sucias sombras que proyecta el mundo real. La violencia fascista que la mafia —bien sea organizada y colectiva como en Gomorra, o caótica e individual como en este caso— ejerce sobre la sociedad, volvió a escena en Dogman.

También reaparecieron en esta película el lenguaje físico como una herramienta narrativa, y el aislamiento social para vivir bajo las reglas individuales que se pueden apreciar en Primo amore y L’imbalsamatore, respectivamente.
Además, Garrone también recuperó aquí su estupendo lenguaje con la cámara. La puesta en escena y el pleno rendimiento que extrae de la profundidad de campo mediante la acertada fotografía de Nicolai Brüel, aportan una gran riqueza a la narrativa de esta historia.
Teniendo todo esto cuenta, Dogman suma a sus numerosas y excelentes virtudes, el haber supuesto la vuelta de Garrone a la oscura realidad.
DOGMAN. PERROS DE PAJA Y NEORREALISMO SUCIO.
¿Qué relación puede haber entre el título de Garrone, la obra maestra de Sam Peckinpah, Perros de paja y el neorrealismo? Aparentemente ninguna. O al menos, puede resultar extraño establecerla. Sin embargo, en mi opinión es una de las claves fundamentales de la película.
Marcello (Marcello Fonte), es un peluquero canino que vive y trabaja en un suburbio a las afueras de Roma. Es un tipo amable y tranquilo, de aspecto un tanto extraño y débil forma física. Tiene una hija, Alida (Alida Baldari) a la que quiere de forma sincera y generosa; desempeña su trabajo en un destartalado local de su propiedad, en el que trata a los perros con una educación, sensibilidad, paciencia y cariño admirables, algo que despierta el reconocimiento y afecto de sus vecinos.




Marcello es un buen tipo, pero ni es fuerte a nivel físico y emocional, ni es estúpido. Por eso, para malvivir añade a sus pobres ingresos las ganancias que obtiene de las ventas de pequeñas cantidades de droga; y por eso su voluntad e integridad física se ven sometidas a la extorsión y maltrato de Simoncino (Edoardo Pesce), un ex-boxeador violento y peligroso, dedicado a perturbar y asediar a un vecindario que lo detesta y lo teme, un vecindario que comparte su débil voluntad y fuerza física con Marcello, quien como sus vecinos también se ve gobernado por el mafioso que reina en el pequeño y sórdido suburbio en el que se desarrolla la historia.
Garrone recurre así a las tres claves, al tiempo que introduce en la película sus elementos recurrentes: Marcello es un perro de paja en manos de un matón adicto a las drogas convertido en un mafioso local, violento y peligroso.



El barrio en el que viven es un decadente rincón olvidado de Roma, sucio, deprimido y sumido en la oscuridad y las ruinas; cercano a la playa y habitado por extraños, empobrecidos y llamativos personajes, lo que lo convierte en una especie de versión oscura de los paisajes cercanos a la playa propios de Fellini; es decir, un mundo carente de recursos y decadente, olvidado por la ciudad a la que pertenece habitado por seres abocados a la delincuencia como medio de vida.
Es decir, un nuevo y sucio neorrealismo.



Mafia, extrañas formas formas físicas, medios de vida marginales y aislamiento social amparado en unas normas propias. Todos los elementos de Garrone juegan en su película más excepcional.
La trama sigue su curso y Garrone perfila y ahonda en los personajes cada vez con más precisión, la película supone un crescendo en todas sus facetas narrativas, y el recinto cerrado a presión en el que estos modernos y neorrealistas perros de paja malviven encerrados, estalla sin remisión, dando lugar a otra de las poderosas armas de la incisiva y compleja narrativa de Garrone.


La relación psicológica entre el dúo protagonista formado por Marcello y Simoncino, no se queda en la traslación en el tiempo y el espacio del neorrealismo y los perros de paja. Garrone establece lazos más enrevesados, más profundos. Nexos que le permiten desarrollar los personajes con su riqueza habitual.
La relación entre Marcello y los perros que atiende en su peluquería, subvierte los roles entre los animales y sus amos. En su establecimiento, la educación y el cariño se reservan en su estado puro para los perros, donde Marcello manda sin perder de vista su condición humana en ningún momento, sí, pero pasa de ser el perro de paja en manos del mafioso que aguarda fuera, a convertirse en un miembro especial de la especie con la que más se relaciona.
Mediante este juego, Garrone establece un medido y certero juego en la relación de Marcello y los perros. En su refugio, él es un igual, allí donde la amabilidad y el cariño le permiten ser un buen tipo, un ser humano entre los perros.



Fuera, más allá de sus pobres y débiles fronteras, el humano se convierte en un perro de paja al servicio de mal, un mal que ejercerá por el bien de su hija, un mal por el que pagará el precio necesario impuesto por dos clases de violencia: la física y mafiosa ejercida por Simoncino, y la impuesta por la vida misma, la que le obliga a someterse en favor de su hija.
Hasta que como el perro de paja que es, Marcello se rebela…
Dogman es un Fellini oscuro, es la película con la que Garrone hace suyas la propia película, los perros de paja y el neorrealismo en el que Vittorio De Sica obligó al Ladrón de bicicletas a ser aquello que nunca quiso ser.
Garrone nos muestra el lado amargo de la dolce vita.
https://rakuten.tv/es/movies/dogman
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Febrero de 2022.