STANLEY KUBRICK, OVER THE KING.
En mayor o menor medida, Stanley Kubrick hizo en todas sus películas lo que quiso, y obviamente El resplandor no sería una excepción. Al margen del material que habría de ser inevitablemente sacrificado en montaje, Kubrick llevó todas sus historias por el camino que trazó en su mente.
Por muy irritante que le pareciese a Stephen King, el resplandor de Kubrick no iría por el camino del escritor.
Para el segundo milagro que Kubrick obraría con el director de fotografía John Alcott —el primero llegó con el punto de inflexión en la dirección de fotografía que supuso Barry Lyndon— hubo de trazarse un camino nuevo, un camino que nadie había recorrido antes, porque todos aquellos lugares a los que Kubrick llevó a la humanidad, no existían antes de su llegada.
EL RESPLANDOR.
UN LABERINTO DE ESPEJOS.
Ese camino que traza El resplandor guía y pierde al espectador a través del laberinto más complejo que ha visto el cine, esto es así por una razón muy sencilla: ese laberinto está lleno de espejos.
Todos los caminos, todo aquello que muestra el laberinto conduce al mismo punto: el interior de quien lo recorre, el reflejo en el que nadie quiere reconocerse y del que nadie puede huir.
El espejo irrompible, el centro mismo del terror, ese lugar al que sólo Kubrick podía llevar al espectador, allí donde los personajes del resplandor viven. Kubrick no quería hacer una película de terror, por eso lo reinventó.
Aparte de la maravillosa e inquietante introducción, hay dos secuencias que destaco por encima de todas las demás. Lo hago porque muestran claramente ese reflejo. La primera es por la que Kubrick guía al espectador y a Danny (Danny Lloyd) hacia el espejo.
Kubrick le dice a Garrett Brown que agarre su maldito invento y dé la dimensión definitiva a la Steadycam, mostrando con la obsesión milimétrica que caracteriza al director como Danny va directo hacia su reflejo en el espejo.
Así, como suena, precisamente con ese sonido que también reinventó para el género, Kubrick, Alcott y Brown conducen al espectador a la cima que se encuentra a la vuelta de esa esquina del laberinto.
Danny llega, se detiene ante el deformado reflejo que el laberinto pone ante él, y allí, donde cualquier otro habría fracasado víctima del cliché, Kubrick le vuela la cabeza al género y a un espectador al que sólo le queda desmayarse de gratitud y admiración, (miedo aparte, obviamente).
La otra secuencia de la que hablo pone de manifiesto una más de las facetas por las que Kubrick es inalcanzable. El enfermizo trabajo con los actores.
Jack Nicholson, Shelley Duvall y Joe Turkel jamás se habrán visto metidos en algo así, tanto para su suerte como para su desgracia. Nicholson entra con el personaje metido hasta el tuétano, se mira en un espejo invisible para el espectador y hace suyo todo lo que Kubrick le ha dicho.
Después, justo a tiempo, Kubrick le enseña de nuevo el espejo al espectador.
Ahí está Turkel, impasible e invulnerable como cualquier reflejo, jugando su carta y llevando a todo el mundo al centro del laberinto, hacia donde Kubrick quiere llevarnos, allí de donde Duvall quiere huir, allí donde irrumpe en el momento exacto para irritar al laberinto, al hotel Overlook, a Nicholson a Stephen King y a todo lo que se mueve por allí.
Ella no puede romper el espejo, pero puede empañarlo durante el tiempo suficiente para salir del laberinto y dejar atrás los reflejos que Kubrick metió en nuestras retinas y nuestra memoria para siempre.
Y a King, que le den. El espectador está demasiado ocupado pensando cómo salir del estado al que ha llegado a través del desmayo, a través de ese espejo que resplandece.
El espectador —que ya es una pieza más del hotel que se adueña de todo— jamás podrá salir de la habitación 237, ni del hotel, ni alejarse del resplandor.
Tampoco podrá dejar de ir a jugar con las gemelas, para siempre… siempre… siempre…
Enlace a la secuencia: https://www.youtube.com/watch?v=C8hkcFZpI54
Película disponible: https://rakuten.tv/es/movies/el-resplandor
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.