ROWLANDS & CASSAVETES. REBELDES CON CAUSA. VOL. II.
Por mucho tiempo que transcurra, los rostros que nos muestra Faces siguen ahí, intactos desde que John Cassavetes prescindiese de las formas para ocuparse exclusivamente del fondo.
Un fondo tan profundo y complejo como superficial y sencilla parece ser la trama.

Faces no se centra solo en la incomunicación como lo hace Antonioni —o en un sentido más amplio— Ingmar Bergman o C.T. Dreyer.
Cassavetes mezcla la clase acomodada en la que se mueve el italiano y la frustración en la que se sumen el sueco y el danés, pero descarta el frío aristocrático y el silencio filosófico para hablar del dolor, la frustración y el vacío existencial a su manera.
A la manera independiente y vulgar del americano corriente.

FACES. EL VACÍO OCULTO TRAS EL PRIMER PLANO.
Tanto prescinde Cassavetes de las formas para mostrarnos el fondo que tocan los personajes, que en Faces prácticamente todo el guión y los planos medios y generales son casi accesorios, siendo los silencios y primeros planos los que descargan toda la elocuencia que tumba al espectador.

Faces es un baile de máscaras que ocultan una soledad terrible, un temor a que el futuro no sea más que un presente encadenado al pasado. Las fiestas, el éxito económico, el alcohol, los juegos sexuales y de poder, apenas enmascaran el verdadero sentido que Cassavetes revela en sus certeros y terribles primeros planos.
La vida real, inestable como los movimientos de la cámara. Gris y monótona en algunas ocasiones, como el ambiente de la película y áspera la mayor parte del tiempo como ese grano casi palpable con el que el genio de la independencia cinematográfica obliga a la humanidad a digerir ese mal trago.

Gena Rowlands, Lynn Carlin y John Marley son personajes sensuales, atractivos, fuertes, tristes y prisioneros de una existencia que como mucho puede llegar a ofrecerles un breve consuelo cuando Cassavetes decide quitarles la máscara y dejar que la verdad, la vida real, aparezca en escena e ilumine brevemente las sombras en las que los rostros se ocultan para mostrar al espectador un atisbo de esperanza, de consuelo.

Tal vez un gesto en esos primeros planos en los que reconocer una sonrisa fugaz, un motivo para continuar, con o sin máscara, una función que en realidad ninguno de sus personajes quiere, pero ninguno de sus personajes quiere terminar.

Cassavetes decidió que en Faces todo aquello que no fuesen rostros gritando en silencio sería complementario, solo rostros, nada más. Ni menos.

Caras a las que, tras mirar fijamente y comprender la verdad, el espectador cae desmayado antes de entrar en coma.
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Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
David Salgado,
©24 sombras por segundo. Marzo 2021.