EL PELIGROSO DON DE LA ELOCUENCIA.
Hagamos, solo hoy, de la película de Jean-Paul Rapenneau, Cyrano de Bergerac, un largo verso sobre un plano. Así, la clave de la película será la rima.
Vamos al lío.

Hoy un tipo que nunca gana se lleva el plano,
hablemos de Cyrano.
El plano abre una historia clásica,
pero tantas veces mal narrada que parece básica.
Sin embargo aquí, Rappeneau y Depardieu
ponen al público en pie.
Un paseo por el siglo diecisiete tan cuidado,
deja al espectador pasmado.
Un poeta, maldito sea, irrumpe en la sala,
veloz y mortal como una bala.
Sangra y llora cuando nadie mira, es por amor,
pero una vez en marcha la función,
quienes reían deberán pedir favor.
De ingenio largo, como su espada,
y también su nariz, afilada.
Todos le preceden, (ingenio, espada y nariz),
si se topan con rivales, sencillamente, ellos mueren.
Esquivo a su reflejo,
elude cualquier espejo,
piensa con buen seso,
que cualquiera le negaría un beso.
El ataque por defensa, su carácter…
Se debe a eso.
El poeta sangra y llora,
pero ahora,
en esta secuencia
tira su saeta,
directa al corazón de la paciencia.
Su rival, de agraciado semblante,
perderá el aliento en un instante,
pues para Cyrano,
ese es el sino constante.
Quitar el aire con verso y acero,
sin duda un castigo severo.
Sin más, al finalizar nos hiere,
y nos desmayamos,
pues es lo que él quiere.
Hasta aquí la película en un plano.
Respira, Cyrano.
RAPPENEAU & CYRANO. DE CAPAS CAÍDAS, VERSOS, ESPADAS Y LENGUAS AFILADAS.
En 1990, nadie en sus aparentes cabales podría pensar en el éxito de una película de aventuras clásicas, con una duración de más de horas, cargada de pasajes dramáticos, batallas repletas de extras, un atrezzo y vestuario capaces de arruinar cualquier producción y -ante todo- la intención de someter al público y el reparto a una película en verso.
Afortunadamente, en 1990 -y ojalá siempre sea así- todavía quedaban productores lúcidos dispuestos a ofrecer a un director y público selectos la última espada al servicio del cine.

A lo largo de Cyrano -manteniéndose maravillosamente fiel a la obra de Edmond Rostand– Rappeneau nos guía por la ironía y la pluma que Cyrano afila con su espada. Así, la película desmonta cualquier posible prejuicio y somete al espectador a un ritmo frenético, haciendo que el público sienta en su piel las punzadas del veloz y agudo ingenio del poeta.
Por si esto fuese poco, la impagable interpretación de Gérard Depardieu y la magnífica y especialmente pictórica fotografía de Pierre Lhomme dejan a cualquiera sin aire.


Casi dos impensables horas después, Rappeneau nos regala uno de esos finales que secan las lágrimas en cuanto brotan. En la secuencia de la que dejo un enlace a pie de texto, el titán ha perdido la fuerza que sujetaba las consecuencias de su ingenio, su juventud pesa como el recuerdo borroso de un mal sueño y su razón para existir agoniza desde la muerte de quien utilizaba sus cartas para obtener lo que Cyrano merece y jamás tendrá.
Sin embargo, como en toda tragedia que valga la pena de amor a la que condena, el último acto concede algo de gracia. Un bálsamo que alivie brevemente el dolor revelando los secretos de un silencio que tal vez jamás debió ser guardado.
Antes de cerrar los ojos por última vez, oculto en las sombras que proyectan las últimas luces del día, Cyrano recita sus versos a Roxanne, y lo hace frente a frente. En esta ocasión ella no le escucha desde un balcón, no ve la máscara de Christian ocultando el rostro de Cyrano, al fin el poeta maldito y el soldado son el mismo.

Mientras Cyrano se apaga Roxanne comprende y atenúa las sombras que envuelven al que debió haber sido el amor de su vida.
Pero ya es tarde, la muerte reclama al poeta y el antiguo soldado ya no puede defenderse.
Al finalizar, nos hiere y entramos en coma.
Después, nos desmayamos ante la última espada del cine.
Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES
Enlace a la secuencia: https://www.youtube.com/watch?v=9o-bpsoiyAU
Película disponible: https://www.filmin.es/pelicula/cyrano-de-bergerac
David Salgado.
©24 sombras por segundo. Agosto 2021.