FEDRA. (MANUEL MUR OTI, 1956).

MUR OTI & MANUEL BERENGUER. CINE ESCRITO CON M.

España es, social y culturalmente hablando, un lugar maldito en el que, como en cualquier lugar embrujado, habitan seres capaces de crear cosas maravillosas, seres condenados al desprecio y el olvido. Manuel Mur Oti —tanto en Fedra como en el resto de sus maravillosas películas— fue uno de esos seres, un tipo con una filmografía oculta en las sombras sobre las que tan bien se deslizaba bajo aquel Cielo negro que sirvió de título a una de sus cimas.

Pero de esa película —Cielo negro—  nos ocuparemos otro día.

Hoy debemos fijar la vista en el horizonte mediterráneo, en la cuna de la cultura europea y gran parte de la mundial: Grecia y sus mitos. Sin embargo, antes de centrarme la película, debo hablar sobre el apoyo principal de Mur Oti, su director de fotografía Manuel Berenguer.

De un lugar embrujado surgen leyendas, y las leyendas siempre ocultan algo de verdad. Así, Berenguer, aquel tipo al que la humanidad y Samuel Bronston le deben las imágenes de muchas de sus superproducciones, aquel tipo que mientras iluminó a Jesucristo en Rey de reyes, dio lugar a la leyenda según la cual inventó a medias con Franz Planer el Split Diopter, un invento al que Brian de Palma, Spielberg y Tarantino deben algunos de sus mejores momentos.

Sea el origen del Split Diopter mito o realidad, lo cierto es que Berenguer encuadraba con precisión, utilizaba la luz como los mejores maestros y convertía la sensibilidad de Mur Oti en belleza cinematográfica, una belleza que en el caso de la película de hoy mezcla a la perfección la fuerza trágica y ancestral de los versos griegos con la luz neorrealista que perfiló las sombras mediterráneas tras la segunda guerra mundial.

Y ahora, vamos con la película.

FEDRA.

DEL MITO GRIEGO AL CINE REALISTA.

En 1956, España era un país todavía acorralado por las sotanas, los púlpitos y los fusiles. Sobre una tierra hostil como era aquella, contar la verdad era una tarea que solo podía llevarse a cabo de una forma: eludir una censura eficaz por reaccionaria y embrutecida. Eludirla mediante la sutileza, la cultura y la inteligencia.

Mur Oti eludió la tumba recurriendo a la cuna, a los mitos griegos, a la fuerza y sabiduría de los personajes femeninos. Fedra, el mito que sedujo desde Eurípides y Séneca, hasta Racine y Unamuno, ocuparía su lugar inmortal en el cine gracias a una película y dos tipos olvidados.

La visión de Mur Oti del mito se basa —a modo de templo griego— en cuatro pilares clave: su sensibilidad narrativa capaz de eludir la excesiva teatralidad propia de los textos griegos, la composición y el juego de luces y sombras de Berenguer, un guión incisivo y mordaz y la pasión personificada: Emma Penella.

Emma Penella. (Fedra. Suevia Films. 1956).
Emma Penella. (Fedra. Suevia Films. 1956).

Mur Oti y Berenguer abren fuego sobre el mar mediterráneo con un ejercicio de composición y narración que vuelan la cabeza del espectador desde el minuto uno. De la estatua griega olvidada en la playa a la izquierda del cuadro mientras una voz en off reclama a Homero y Ovidio  —un plano que llama a Fellini a gritos—, pasamos a la luz mediterránea retenida por las sombras de la hilera de barcos que avanzan lentamente hacia tierra.

Fedra. (Suevia Films. 1956).
Fedra. (Suevia Films. 1956).

Una tierra en la que el hombre —la representación de Hipólito y Teseo— interpretados por Vicente Parra y Enrique Diosdado respectivamente, es un mero instrumento, un canal por el que guiar al espectador hacia la fuerza de la naturaleza que da razón de ser a la película: el mar, la fuerza en sí misma, la pasión, el misterio y la sabiduría.

Es decir, Fedra —Estrella en la película— el mito en manos de Emma Penella, aquella hermana de Terele Pávez, con su mismo aspecto visceral, su físico arrollador y su voz profunda como el abismo marítimo (aunque la estúpida censura se ocupó de eliminar su voz mediante un ridículo y lamentable doblaje).

Así, aun con la censura en contra, Mur Oti sitúa el mito, la película y al espectador en su lugar: una mujer frente a la bajeza y la envidia de un pueblo que la teme, la envidia y la odia, frente a los hombres que pretenden hacerla suya o huyen ocultando una homosexualidad patente —el personaje de Vicente Parra y su condición reclama al mejor Tennessee Williams en La gata sobre el tejado de zinc—.

Emma Penella. (Fedra. Suevia Films. 1956).
Emma Penella. (Fedra. Suevia Films. 1956).

Estrella es el mar que cubre la tierra, una tierra que no puede contener su movimiento, ni flotar sobre sus olas, ni contener su fuerza.

Mur Oti utiliza el aire y la luz mediterráneos filtrados por la óptica de Berenguer, y reviste su película con el aspecto del Neorrealismo onírico propio de Fellini y la cruda realidad de Vittorio de Sica para conseguir contar la historia del mito como él quería, con la fuerza salvaje e incontenible de Emma Penella arrastrando la tierra, los caballos de Hipólito y la miserable condición de su pueblo a lo más profundo de la tierra: el fondo del mar.

Emma Penella. (Fedra. Suevia Films. 1956).
Emma Penella. (Fedra. Suevia Films. 1956).

Fedra es una película arrolladora, trágica, real, y como el mar y los mitos, olvidada e inmortal.

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Feliz viaje de vuelta hacia la noche. #SHADOWSRULES

David Salgado.

©24 sombras por segundo. Marzo 2021.

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